Miércoles, 1. Mayo 2013 - 09:36 Hora
DOMINGO 6º DE PASCUA /C
Jn 14, 23-29
Últimos deseos de Jesús.Hombres empobrecidos Para no olvidar a Jesús
José Antonio Pagola
ULTIMOS DESEOS DE JESÚS
Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Los ve tristes y acobardados. Todos saben que están viviendo las últimas horas con su Maestro. ¿Qué sucederá cuando les falte? ¿A quién acudirán? ¿Quién los defenderá? Jesús quiere infundirles ánimo descubriéndoles sus últimos deseos.
Que no se pierda mi Mensaje. Es el primer deseo de Jesús. Que no se olvide su Buena Noticia de Dios. Que sus seguidores mantengan siempre vivo el recuerdo del proyecto humanizador del Padre: ese “reino de Dios” del que les ha hablado tanto. Si le aman, esto es lo primero que han de cuidar: “el que me ama, guardará mi palabra...el que no me ama, no la guardará”.
Después de veinte siglos, ¿qué hemos hecho del Evangelio de Jesús? ¿Lo guardamos fielmente o lo estamos manipulando desde nuestros propios intereses? ¿Lo acogemos en nuestro corazón o lo vamos olvidando? ¿Lo presentamos con autenticidad o lo ocultamos con nuestras doctrinas?
El Padre os enviará en mi nombre un Defensor. Jesús no quiere que se queden huérfanos. No sentirán su ausencia. El Padre les enviará el Espíritu Santo que los defenderá de riesgo de desviarse de él. Este Espíritu que han captado en él, enviándolo hacia los pobres, los impulsará también a ellos en la misma dirección
El Espíritu les “enseñará” a comprender mejor todo lo que les ha enseñado. Les ayudará a profundizar cada vez más su Buena Noticia. Les “recordará” lo que le han escuchado. Los educará en su estilo de vida.
Después de veinte siglos, ¿qué espíritu reina entre los cristianos? ¿Nos dejamos guiar por el Espíritu de Jesús? ¿Sabemos actualizar su Buena Noticia? ¿Vivimos atentos a los que sufren? ¿Hacia dónde nos impulsa hoy su aliento renovador?
Os doy mi paz. Jesús quiere que vivan con la misma paz que han podido ver en él, fruto de su unión íntima con el Padre.
Les regala su paz. No es como la que les puede ofrecer el mundo. Es diferente. Nacerá en su corazón si acogen el Espíritu de Jesús.
Esa es la paz que han de contagiar siempre que lleguen a un lugar. Lo primero que difundirán al anunciar el reino de Dios para abrir caminos a un mundo más sano y justo. Nunca han de perder esa paz. Jesús insiste: “Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde”.
Después de veinte siglos, ¿por qué nos paraliza el miedo al futuro? ¿Por qué tanto recelo ante la sociedad moderna? Hay mucha gente que tiene hambre de Jesús. El Papa Francisco es un regalo de Dios. Todo nos está invitando a caminar hacia una Iglesia más fiel a Jesús y a su Evangelio. No podemos quedarnos pasivos.
El Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre
HOMBRES EMPOBRECIDOS
Toda persona vive condicionada por la realidad sociológica e histórica en la que se encuentra inserta. Sin que podamos evitarlo, somos parte integrante de un mundo complejo que incide poderosamente en nuestra manera de ser, actuar y vivir.
El marco sociocultural y psico-social en el que vivimos marca decisivamente nuestra conducta, nuestra actitud existencial y nuestro ser entero.
Por eso deberíamos estar más atentos a aquellos fenómenos sociológicos que están modelando el ser de la persona contemporánea. Fenómenos tales como el cambio cultural, la tecnología, el consumo, la movilidad, el anonimato social, la incomunicación, el pluralismo...
No son pocos los observadores que, al estudiar las posibilidades y los riesgos de la sociedad contemporánea, señalan con tono alarmante el empobrecimiento interior y el vacío que parece amenazar al hombre contemporáneo.
Un ser humano que ha avanzado técnicamente de manera insospechada, pero que vive en dependencia cada vez mayor de aquello que él mismo produce y fabrica.
Un ser humano que, en la mayoría de los casos, se ve obligado a vivir encadenado para siempre a un oficio especializado, sin poder desarrollar adecuadamente más que una parte mínima de su ser.
Un ser humano que vive de manera acelerada, sometido a un ritmo de vida agotador, sin posibilidad de detenerse serenamente ante su propia vida.
Un ser humano abrumado por una información múltiple y variada de noticias y datos, pero sin medios para discernir, reflexionar y formarse su propio juicio con responsabilidad y lucidez.
Un ser humano seducido por los mil engañosos atractivos de la sociedad de consumo, pero «infra-alimentado» espiritualmente.
Un ser humano alienado por diversos eslóganes y distraído por innumerables modas o consignas, pero sin capacidad para enfrentarse a su propia verdad.
Los creyentes entendemos que la fe puede ser la gran fuerza interior que nos ayude a liberarnos de la alienación, la superficialidad, la desintegración y el vacío interior.
Para vivir de una manera más humana y liberada necesitamos una energía interior capaz de animar y dinamizar toda nuestra existencia. Por eso escuchamos hoy con gozo las palabras de Jesús: «El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él».
PARA NO OLVIDAR A JESÚS
La verdad es que los humanos somos bastante complejos. Cada individuo es un mundo de deseos y frustraciones, ambiciones y miedos, dudas e interrogantes. Con frecuencia no sabemos quiénes somos ni qué queremos. Desconocemos hacia dónde se está moviendo nuestra vida. ¿Quién nos puede enseñar a vivir de manera acertada?
Aquí no sirven los planteamientos abstractos ni las teorías. No basta aclarar las cosas de manera racional. Es insuficiente tener ante nuestros ojos normas y directrices correctas. Lo decisivo es el arte de actuar día a día de manera positiva, sana y creadora.
Para un cristiano, Jesús es siempre su gran maestro de vida, pero ya no le tenemos a nuestro lado. Por eso, cobran tanta importancia estas palabras del evangelio: «El Espíritu Santo que os enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».
Necesitamos que alguien nos recuerde a Jesús. Si lo olvidamos, no sabremos quiénes somos ni qué estamos llamados a ser. Nos desviaremos del evangelio una y otra vez. Defenderemos en su nombre causas e intereses que tienen poco que ver con él. Nos creeremos en posesión de la verdad al mismo tiempo que la desfiguramos.
Necesitamos que el Espíritu Santo active en nosotros la memoria de Jesús, su presencia viva, su imaginación creadora. No se trata de despertar un recuerdo del pasado: sublime, conmovedor, entrañable, pero recuerdo. Lo que el Espíritu del resucitado hace con nosotros es abrir nuestro corazón al encuentro personal con Jesús como alguien vivo. Sólo esta relación afectiva y cordial con Jesucristo es capaz de transformarnos y generar en nosotros una manera nueva de ser y de vivir.
Al Espíritu se le llama en el cuarto evangelio «defensor» o «paráclito» porque nos defiende de lo que nos puede destruir. Hay muchas cosas en la vida de las que no sabemos defendernos por nosotros mismos. Necesitamos luz, fortaleza, aliento sostenido. Por eso, invocamos al Espíritu. Es la mejor manera de ponernos en contacto con Jesús y vivir defendidos de cuanto nos puede desviar de él.
http://www.musicaliturgica.com/0000009a2106d5d04.php
Ilustración: Ejercicio de Luis Araujo, imitando a Martín Tovar y Tovar.
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