El fascismo ligth de Capriles y compañía
Ildefonso Finol
03/05/2013
El historiador zuliano Juan Romero, nos recordaba recientemente las características del fascismo, según la tesis del pensador italiano Umberto Eco: Culto de la tradición. Rechazo a la ilustración. La acción por la acción. Pensar es una forma de castración. Rechazo del pensamiento crítico. Miedo y odio a lo diferente. Manipulación de las clases medias frustradas para recuperar su “status”. Xenofobia. Ánimo permanente de confrontación. Elitismo, desprecio por los débiles. Culto a la muerte.
Observando la conducta pública del “líder” de la oposición venezolana, pudiéramos comentarlo así: Culto a la tradición capitalista de la propiedad privada en pocas manos; escasa o nula formación intelectual; llamado a acciones irresponsables; exaltación de la ignorancia; miedo y odio al populacho; agrupamiento bajo chantaje de la pequeña burguesía; desprecio por pueblos hermanos; sentido de pertenencia a un grupo superior; propaganda de muerte.
Pero este fascismo caprilista tiene un estilo “mosquita muerta”, como se decía en mi pueblo: “tira la piedra y esconde la mano”. Es fascismo puro y duro, mercenario y avaro; aunque dosificado.
Tendríamos que agregarle a este neo fascismo criollo del siglo XXI, un supremo servilismo frente a las potencias imperialistas, sacralización del modelo de vida gringo, rechazo a los valores culturales humanistas, exacerbación del consumismo como sinónimo de éxito, imposición de un pensamiento único: el neoliberalismo, mimetización con tendencias populares para engañar electores, uso monopólico de la mediática mundial, xenofobia clasista anti proletaria, culto al componente inmigrante burgués, desprecio por el destino del país, y simulación de demócratas.
Capriles se disfrazó de pseudo patriota para ganar adeptos distraídos el 14-A, igual que el partido nazi se autoproclamaba “socialista” y “obrero”, aunque su verdadero objetivo era destruir el proyecto socialista y esclavizar a la clase obrera.
Así que no es nuevo ese arte de engañar del fascismo, al contrario, es su táctica particular, porque de revelar sus intenciones, las masas lo rechazarían como la cosa perversa e irracional que verdaderamente es.
Por eso las “solidaridades” automáticas de la derecha internacional con los aruños en el rostro de Julio Borges, contrastan ofensivamente con la indiferencia ante los muertos y heridos que provocó el llamado fascista a desconocer la voluntad popular expresada democráticamente el 14 de Abril.
La Revolución Bolivariana pasa por un momento crítico. El fascismo pro imperialista, apoyado por gobiernos extranjeros, como el estadounidense, el español y el israelita, tratará de mantener en jaque constante al país; y en eso del engaño, nadie como Odiseo, el que concibió la treta del Caballo de Troya.
En estos días la tabla de ajedrez vuelve a ser el campo de batalla. Inteligencia y ojo avizor.
Fuente: http://www.aporrea.org/oposicion/a165119.html
Fotografía: Harold Lloyd (1939).
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