sábado, 11 de mayo de 2013

NOTAS SOBRE EL FASCISMO (9)

EL NACIONAL, Caracas, 3 de mayo de 1998
El legado de cierto acontecimiento
Nada parecía estar en su justo lugar. La civilización reprimía. Los líderes agobiaban. Los padres atosigaban. Prohibir y castrar a la generación emergente parecía ser la orden. Fue por ello que la muchachada francesa se alzó para mostrar su descontento ante tanto cansancio. Deseaban aventuras como América Latina, hambre con moscas como Africa y amor y paz como el Tíbet. Así que algo tenía que suceder. Ya hace 30 años que ocurrió el alzamiento juvenil, conocido históricamente como el Mayo Francés. Así que es tiempo de balances. ¿Hasta qué punto fue marcada la historia? ¿Hubo beneficios o pérdidas? Para hablar sobre ello, he aquí las opiniones de tres sesentólogos
RUBEN MONASTERIOS

Imaginemos al personaje: es joven, entre sus veinte pasados y sus treinta no cumplidos; lleva la cabeza rapada en un corte de pelo que rinde tributo al fascismo, pero si le preguntáramos de qué se trata tal cosa, es muy probable que no sepa conceptualizarla, de aquí que apelando a referencias sustantivas inmediatas, quizá responda: "¿Fascismo?... Bueno, pana, ¿tú ves?, es algo así como Chávez, ¿ves?". Porta gorra de beisbolero con la visera hacia atrás y calza costosos zapatos de goma, devenidos en primordialísimos símbolos de status. Viste camiseta holgada, tanto que más bien parece camisón, puesta por fuera de unos pantalones cortos hasta la rodilla, que dejan ver sus piernas peludas y batatudas; sí, porque el sujeto es fornido y alto; al fin y al cabo, pertenece a una generación que, a diferencia de las más recientes, se nutrió razonablemente bien durante la infancia: sus padres tenían con qué darle de comer. La apariencia del mozo refleja su identificación con los héroes culturales de su generación, cuyos paradigmas podrían ser las monstruosidades del espectáculo pop, conocidas como Sandy & Papo.
Supongamos que el muchacho se aproxima a estas páginas; al respecto, podríamos decir que casi es un "supuesto negado", porque la página en cuestión es la segunda de un cuerpo del periódico titulado Cultura, lo cual encierra una idea que para él resulta perturbadora, sino francamente repulsiva; pero admitamos su aproximación a ella, quizá por obra del azar; porque el periódico se cayó al suelo y se desarmó y esta página quedó expuesta a su vista.
A partir de la interpretación que hace de los títulos, impresos en letras grandes, de más fácil lectura, entiende que estos artículos conciernen a cierto acontecimiento recordado en la historia como Mayo del 68, cuyo significado ignora por completo; aunque por lo general no siente ninguna curiosidad por la Historia, en esta ocasión el asunto le llama la atención; pero para saber de qué se trata tendría que leer al menos uno de los artículos de la página: tarea harto complicada, porque ha sido condicionado para tener una percepción netamente icónica-auditiva, en razón de lo cual se le hace difícil y tediosa la lectura; además, las letras son demasiado pequeñas. Pero supongamos que su motivación por saber qué es eso de "Mayo '68" -como a veces se escribe en sumisa imitación de la grafía anglosajona- es muy intensa, tanto que lo induce a vencer las barreras aludidas y a intentar leer uno de estos artículos; entonces es probable que se desaliente a partir de los primeros párrafos, porque, pese a su encomiable esfuerzo, no entiende lo que se dice en ellos; en efecto, sólo un porcentaje pequeño de cada lote de individuos de su generación es lector independiente, esto es, capaz de leer correctamente y sin ayuda de ningún tipo y de comprender suficiente y satisfactoriamente lo leído.
Naturalmente, el sujeto sabe qué cosa es un libro y no deja de sentir cierta admiración por quien haya leído un libro completo; fuera de toda duda, alguna vez ha tenido uno de tales objetos en sus manos y hasta es posible que lo hubiese hojeado; pero en la Universidad -porque, aunque parezca increíble, está en ella- estudia (es un decir) mediante apuntes mal tomados y tesis mimeografiadas o fotocopiadas, en las que complacientes profesores, ansiosos ante la posibilidad de un "cuestionamiento" (palabra puesta de moda a partir de mayo del 68) de parte de sus alumnos por ser en exceso exigentes, hacen en su beneficio esquemáticos resúmenes de los contenidos de sus asignaturas, las cuales, algunas al menos, nuestro sujeto ha logrado aprobar con la calificación mínima, con lo que se siente de lo más satisfecho, por cuanto parte del principio de que "diez es diez y lo demás es plusvalía".
El "cuestionamiento", de los sistemas educativos tradicionales en casi todo el planeta, fue una de las consecuencias de los acontecimientos de mayo del 68; su resonancia se sintió en Venezuela en los tempranos setenta, y a partir de entonces cobró forma una obsesión revisionista de nuestros planes de estudio en los líderes de la educación nacional, dando lugar cada nueva revisión a proyectos cada vez más incoherentes e incompletos, al extremo de producir una última generación del siglo, conformada por individuos como el antes amargamente descrito: ineptos para la lectura e ignorantes hasta de su propia identidad nacional.
Ese es el legado de mayo del 68; y, ¡ah, sí!, otra cosa: la frustración.
(*) Tema de la Semana de Rubén y sus corazones solitarios, por Mágica 99.1 FM, a las 6:00 pm
Composición gráfica: Ilse Moore.

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