“No puede existir, por definición, trabajo enajenado en la sociedad soviética, ya que la producción está nacionalizada. Sin embargo, hay que señalar que la nacionalización no excluye la enajenación: en tanto que el tiempo de trabajo (socialmente necesario) constituya la medida de la riqueza soviética, seguirá existiendo enajenación”
Herbert Marcuse
(“El marxismo soviético”, Alianza Editorial, Madrid, 1969: 244)
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