martes, 11 de mayo de 2010
Misión Candanga
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/4527-del-infopopulismo-galopante
Del infopopulismo galopante
Luis Barragán
A mediados de los años ’90, contribuyendo a la creación de una sala parlamentaria de cibermedios, precursora del empleo de las nuevas tecnologías en el campo político venezolano, advertimos las posibilidades que se abrían para el ejercicio de la demagogia digital. Bastaba la orquestación de una campaña tan inherente a la antipolítica, prolongando la ilusión virtual al mundo real, para dislocar la legitimidad de las herramientas que ya comenzaban a probar su eficacia con el artillero diluido de la moral de guerra.
Recientemente, Chávez Frías ha dado cuenta de sus incursiones twitterolandesas con una mezcla de ociosa vanidad y amargura burocrática, pues - él – tiene por empeño mostrar todos sus afanes de actualización tecnológica, mientras – ellos – deben apresurarse a cumplir con un castigo adicional en las tareas cotidianas que los consagran como colaboradores inmediatos de la voluntad presidencial.
Presumiendo la buena voluntad del operador y cuando el azar lo lleva a atender un mensaje y un remitente determinados, porque se supone de apretada agenda de actividades y reflexiones, esbozó el mecanismo básico: llama (¿o twittea?) al asistente más cercano, le impone de la solicitud que se le hace y de la urgente como privilegiada canalización del pedido, aunque poco sabemos del seguimiento personal que pueda hacer en el amplísimo abanico de favores que procesa el palacio. E, incluso, nos preguntamos si se deja constancia de la orden correspondiente, ya que – de recordarlo en esa rifa psicológica de sospecha y temor hacia los más cercanos – servirá para regañar y hasta destituir al funcionario incumplidor de las instrucciones.
Suponemos que, en el marco de las iniciativas telemáticas de Miraflores, la del twitteo debe contar con el aval de un inmenso aparato de inteligencia y contrainteligencia que la proteja, acaso con el único objetivo de apuntalarlo como el más insigne y admirado telegrafista del planeta, porque el medio obviamente exhibe muy serias e infranqueables limitaciones para el ejercicio real de gobierno, así los ministros, viceministros, embajadores, cónsules, jefes de guarniciones y cuarteles o líderes del monopartidismo, empeñen sus mejores esfuerzos no sólo por twittear en un aparatico de igual marca y semejante modelo al del barinés, sino – el otro bingo abierto por el Estado – para gozar de una coincidencia con el mandatario que pudiera ser infeliz debido a un chequeo a deshora o a otras de las inverosímiles circunstancias que lo hace propietario absoluto del destino político de sus más íntimos seguidores.
Convengamos que es una fiebre más del momento, propicia para la consabida autopromoción, generadora de un imposible dispositivo virtual que pueda alcanzar los más recónditos rincones de la realidad que sigue su curso insobornable. Empero, llamemos la atención sobre el modelo subyacente, pues, tratando de recibir respuesta del propio Hugo en una red a la que frecuentemente acceden los sectores medios (¿no lanzaran otro “vergatario” con twitteo directo?), el magno sorteo de los favores presidenciales es similar a la ruitina que hubo de abandonar cuando inició sus programas radiotelevisivos: quien telefónicamente acertaba con su llamada, podía pedirle algo al propio jefe de Estado, públicamente, aunque después no se sabía de la efectividad de un regalo que – antes, como ahora – lo dice parte de la política social.
“Misión Chávez Candanga”, así la denomina como una hazaña bautismal después de la febril meditación devoradora de varias madrugadas. Ella sabrá de una descandangadización producto del que se ve a sí mismo, en recias odas elementales, como un candanga en el país que no tardará en candangadizarlo.
EL NACIONAL, Caracas, 31 de Octubre de 1997
Copei piensa proponer ley para Internet
La infopolítica al alcance del venezolano
Socialcristianos y adecos, entre ellos, el ex presidente Carlos Andrés Pérez tantean el uso estratégico de una herramienta efectiva para ganar apoyos, pero que también puede generar un populismo electrónico
LUZ MELY REYES
Es innegable que el uso de innovaciones tecnológicas trae consigo maneras distintas de realizar actividades tradicionales. Internet, que hace unas dos décadas nació como un proyecto del departamento de Defensa de los Estados Unidos, se ha expandido en estos últimos diez años ofreciendo la posibilidad de explorar múltiples facetas de la vida humana. Dos de ellas, la comunicación y la política, se expresan ahora en un término de reciente data: la infopolítica.
A falta de definiciones académicas, las acciones hablan por sí solas. En muchos países, la red presenta un abanico de opciones que permite a gobernantes, instituciones y personalidades hacer llegar sus mensajes directamente a los interlocutores. Consultas sobre leyes, informaciones acerca de actividades, datos históricos y hasta campañas electorales se mueven por la superautopista virtual que une a los ciudadanos de la aldea global.
Basta con ver el efecto que tuvo la página Web del mexicano Ejército Zapatista para olfatear la importancia estratégica del uso de Internet para captar apoyo a distintas causas, la política incluida.
Si bien a nivel mundial ya se institucionalizó el uso de la red por parte del sector político, en Venezuela el área está siendo apenas abordada.
No obstante, Internet sigue evidenciando su capacidad de seducción. Personas tan disímiles, ideológicamente, como el ex presidente Carlos Andrés Pérez y el jefe de fracción socialcristiana de la Cámara de Diputados, Nelson Chitty La Roche, tienen algo en común. Ambos han confesado su pasión por Internet, la utilizan frecuentemente y tienen bien claro su sentido estratégico.
Pérez solía ``fugarse'' de su casa-cárcel de La Ahumada con foros electrónicos; Chitty La Roche va más lejos, además de motorizar la automatización de la fracción copeyana, promover el uso de la red y sus ventajas dentro de sus compañeros de partido, parlamento y alumnos, toma la batuta para adelantar un proyecto de regulación que, aunque incipiente, podría colocar al país en la palestra mundial por abordar uno de los problemas hasta ahora sin solución que ha traído el crecimiento de la red, como es su uso adecuado en cuanto a contenidos emitidos.
Pero más allá de lo que representa la intención de regular Internet, que de acuerdo a Chitty La Roche y sus colaboradores, no pretende limitar la libertad de expresión ni el derecho a la información, sino que intenta responder algunas interrogantes de índole jurídica; hay un hecho clave y es que la infopolítica está creciendo en Venezuela.
Las dos Cámaras del Congreso de la República tienen sus páginas Web, los partidos Copei y Acción Democrática también, y el propio Chitty La Roche mantiene una página que puede ser leída en español, inglés, portugués y francés. Instituciones tales como Queremos elegir y otras representaciones de la sociedad civil organizada son ubicables a través de la World Wide Web.
Otros organismos públicos están conectados en la Intranet de la Plataforma de Información de Oficial (Platino), que permite el acceso a los datos de las oficinas del Estado ubicadas de Parque Central. A su vez, existe una conexión con el Palacio de Miraflores.
En octubre, se realizaron tres conferencias electrónicas en el Foro Venezuela, organizadas por Compuserve. Por allí pasaron CAP, Claudio Fermín y Chitty La Roche, con audiencias récord que han permitido que usuarios de dentro y fuera del país discutan aspectos de la vida nacional e internacional.
El partido estratégico
Las más simples definiciones señalan que la comunicación es un proceso bidireccional que implica un diálogo sustentado en el intercambio de información, y que la política es un arte o una ciencia cuyo propósito fundamental es establecer un orden de convivencia social.
Ambos conceptos están relacionados entre sí y son inherentes al ser humano. A través de la historia, los estudiosos han aportado elementos en la búsqueda de perfeccionar el alcance de estos términos, se puede pensar que pasará mucho tiempo para que un proceso naciente como es la infopolítica sea aprehendido en su cabalidad.
En tanto surgen las definiciones, en el país ya hay quienes se han dedicado a explorar esta opción de hacer política y la ven como una vía para acercar al ciudadano y a los dirigentes, en la tarea de eliminar cada vez más las barreras que interfieren el adecuado flujo comunicacional entre los protagonistas del quehacer político.
Para los venezolanos Luis Barragán y Rafael Mourad, asesores de Copei en cuanto a las nuevas tecnologías se refiere, la infopolítica no consiste en una contabilidad de páginas Web, ni en la participación de los diferentes actores en los foros o el uso del correo electrónico.
Sostienen que es el empleo de distintas herramientas comunicacionales destinadas, entre otras cosas, a hacer realidad el partido estratégico, el cual, a diferencia del partido de cuadros, que moviliza opiniones para ejercer el poder (caso inglés) o el de masa, que se dirige a grandes contingentes, se ubica en medio de estos polos y tiene como finalidad insertarse ante los ciudadanos, primero que sobre los militantes, a través de temas y asuntos puntuales ``enriqueciendo la movilización de opinión mediante ideas que a la larga tendrán mayor preponderancia que la movilización de masas''.
``La infopolítica obedece con mayor propiedad a las implicaciones de la nueva dimensión de los espacios públicos y colectivos, que probablemente masificados para el venidero siglo, le darán forma al partido estratégico'', dice Barragán.
El especialista escribe, trabaja y produce sobre el tema. Tanto él como Mourad adelantaron en el partido socialcristiano su inserción en la infopolítica.
En la sede de la fracción parlamentaria de Copei, ubicada en el piso 2 del edificio administrativo del Congreso, funciona desde hace un año la sala de Cibermedios.
Por allí han pasado periodistas, congresistas, universitarios y hasta militares que buscan escapar de la sentencia de los organismos internacionales que ya categorizaron al ``analfabeta digital'' y que están considerando incluir como uno de los indicadores de pobreza, la proporción de habitantes de un país que tiene acceso a Internet.
Y es que aunque la red es de por sí hiperdemocrática, por aquello de que no le pertenece a nadie y es de todos, las posibilidades de igualdad se reducen a quienes poseen el equipo necesario para ``accesarla'' y, además, especialmente en Venezuela, pueden pagar los costos del servicio.
Pese a esta realidad, Mourad defiende que se trabaje en el área. Compara la situación actual con aquella cuando sólo algunos privilegiados podían comprar un auto o tener teléfono. Considera que en los próximos años, si por fin se supera el monopolio en las telecomunicaciones, y se orienta la función social de las empresas servidoras, la masificación será un hecho, que ``incluso podría permitir el voto electrónico''. .
Mientras esos tiempos llegan, Barragán y Mourad siguen desarrollando la orientación de la infopolítica. En la sala de Cibermedios se han dedicado a la formación del recurso humano, la investigación sobre temas de importancia legislativa y el desarrollo de aplicaciones. Precisamente uno de los más recientes aportes de este grupo a la ``ciberbibliografía'' es un software multimedia que contiene todas las constituciones de América.
El riesgo del infopopulismo
Así como la infopolítica espera por su bautizo oficial, otro término, es el infopopulismo. ``Aparte de los nuevos inconvenientes que generan los cambios, se corre el riesgo de que al no valorar en su justa medida la infopolítica se caiga en los falsos consensos. Detrás de los correos o del permanente ``linkeo'' puede perfilarse una actitud que no responda al país real. O alimentar toda una doctrina del hacker que encuentre asidero en los sectores sociales, unas veces opuestos a aceptar las nuevas reglas y otros ganados a un posible infopopulismo sustentado en esa atención personalizada de los problemas y el subsiguiente intercambio de prebendas'', dice Barragán quien tampoco descarta la posibilidad de que se compren votos en la red. ``No lo sabemos, pero lo cierto es que el ciudadano común podrá vincularse directamente a un``administrador de intereses'', restándole importancia a los mediadores institucionales ya conocidos''.
Remata recordando que según datos facilitados por el abogado Raúl Lozano, la empresa Datapro Research Corp ha determinado que los problemas habituales que se presentan en los sistemas se deben a errores en los que incurren los empleados (50%), empleados descuidados (15%), empleados deshonestos (15%), intrusos (10%) y a la integridad física de las instalaciones (10%).
``Aunque es menor el factor delictivo intencional, nada parece desautorizar el desencadenamiento perverso de un proceso de desestabilización, acogida la doctrina hacker previa combinación de algunas ideas o estereotipos deleznables. Basta con indagar un poco para descubrir en los foros de Internet, privados o no, algunos movimientos neonazis muy activos y con profunda vocación propagandística, dispuestos a identificar al enemigo y entorpecerlo en términos virtuales y también reales''.
Visto lo anterior, otro de los riesgos que se pueden visualizar, sobre todo en nuestro país, es que la actividad política tan mal vista por los venezolanos por el desapego a la realidad nacional, se suma en un virtualismo total y se pierda en la sobrecarga informativa que atiborra la red.
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