Hay circunstancias noticiosas que rozan, definitivamente, la anécdota. Ésta inspira un affaire de ocasión, susceptible de generar un escándalo político que, en buena lid, no es superior a la de otros que pugnan por emerger, reprimidos en ambas aceras.
La sesión de la Unión Parlamentaria, fue el escenario palpable de la teatralidad política que, en el libro "Entre el ardid y la epopeya", extensamente comentado en este blog, se ha construido. De un lado, el oficialismo que se desea parte del organismo internacional, va con sus pasos constituyentes para rebotar, sin temor al ridículo.
La dictadura busca a todo trance, victimizarse. Empero, la estampa es demasiado lamentable: enfundados en buenos abrigos, los de siempre, quienes antes y ahora acaparaban la representación asamblearia en la UIM, ahora pugnan por hacer uso de ella. ¿Cuánto costará ese viaje en cambote que, además, tratándose de los personajes, quizá importando un blego la tal constituyente, reciben el apoyo militante de embajadas y consulados, cuyos titulares bregan por un ascenso, un gesto de protección burocrática, algún favor? Entonces, ese viaje en cambote, declarado públicamente, nos impone de los tales-constituyentes que son más iguales que los otros, avispados al asomarse y lograr la diligencia internal y, formidable pretexto por delante, los hace capaces de viajar, pasear y disfrutar del viejo continente de caminos alfombrados tan trillados, mientras el país está en la bancarrota.
Del otro, aún siendo parlamentarios, apenas nos enteramos de esa sesión para la cual hay que tener con qué viajar, hospedarse y librar tan arriesgadas batallas. La Fracción 16 de Julio, ni siquiera, fue consultada. No se diga que el asunto es de principales, porque la terna incluye a suplentes. Entonces, tratamos de la perfección teatral del régimen.
En uno de los fondos, está el modo de hacer política en la oposición. Hay una instancia que, por precaria que fuese, lo revela.
Post-data (27/03/18): Horas más tarde, Twitter está bañado por la gráfica de un integrante de la tal-constituyente en la plenaria de la instancia internacional. ¿Participó activamente, se colándose con habilidad en la sala, o, en medio de algún receso, se aventuró y departió con los vecinos, ocupando la butaca que los opositores venezolanosabandonaron?
A estas alturas de la vida, las escenas dan vergüenza. El episodio, además, ocurre a miles de kilómetros del epicentro del hambre, la censura y la represión que es Venezuela. A nadie puede extrañar la conducta de los gubernamentales que incurren en una maniobra infantil sólo de vocación, de fatua vocación propagandística. El retroceso es monumental del modo de hacer política. ¿Cómo es posible llegar a esto? Un "esto" que lo hacen con divisas irrecuperables para el país.
Post-data (29/03/18): Días más tarde, de nuevo las redes saben del evento parlamentario. La plenaria de la Unión Interparlamentaria alude al caso venezolano. Presumimos, siendo tan nutrido el número de sus integrantes yel temario de discusiones, tampoco es que el organismo se estremece por un caso ya conocido. Lo cierto es que la diligencia de la delegación oficialmente admitida y acreditada de venezolanos, logró el éxito de un pronunciamiento importante, por retórico que fuese, aunque habría que preguntarse sobre las posibilidades reales de ejercer una diplomacia que fuese más allá de la aprobación del documento, por los costos económicos que implica la movilización allende los mares y la competencia desleal del personal de la embajada más cercana. O, a lo mejor, nunca se planteó tan serísimo objetivo, en una u otra acera.
En fin, creemos que este caso tan efímero y ya irrelevante al compararlo con otros, como el llamado reiterado aun diálogo suplicante, cuadra muy bien con la noción de teatralidad polítcca aportada por Antenor Viáfara Márquez (http://lbarragan.blogspot.com/2018/03/entre-el-ardid-y-la-epopeya-2.html): el juego en la superficie, los papeles (auto) asignados, teniendo por escenario las redes. Tendrá equivalentes con miles de casos suscitados con los viejos medios, como la radio y la televisión, pero nunca con la ventaja auspiciosa y veloz de las redes sociales. Por ello, frases tan cínicas, como las recientes de Maduro (aquellas que hablan de su indignación por las personas perseguidas por sus ideas que ya no recordamos cuáles), encuentran un cómodo cupo para el colesterol político, ante nuestra generalizada y resignada indiferencia.
(LB)
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