domingo, 11 de marzo de 2018

ACEPTARLO, SIN MÁS

Evangelio Dominical: Como la serpiente levantada
José Martínez de Toda, S.J.

IV domingo de Cuaresma-B. Comentario dialogado sobre el Evangelio que se proclama el cuarto Domingo de Cuaresma, ciclo B, correspondiente al domingo 11 marzo 2018.  La lectura es tomada del Evangelio según San Juan 3, 14-21

“Tanto amó Dios al mundo” 

El evangelio habla aquí de Nicodemo. ¿Quién es Nicodemo?

Nicodemo es un tipo curioso. Está impresionado por Jesús, pero no se atreve a decirlo públicamente.

Inclusive no quiere que lo vean con Él, y por eso lo visita de noche, para que nadie lo vea.

Pertenecía a la clase adinerada de la capital y era consejero de los fariseos del Sanedrín.

Es una de las pocas personas del Sanedrín, que estableció una relación amistosa con Jesús. Llegó a defender a Jesús en el Sanedrín (Juan 7,30-32), y después trajo áloe con mirra para embalsamar su cuerpo en la sepultura (Juan 19, 39-40).

Así que en este sentido para nosotros es un personaje simpático.

Jesús le dice que es necesario dejar el hombre viejo, su corrupción y sus malas mañas, y nacer de nuevo, transformarse en un “hombre nuevo”. Y para ello “renacer por el agua y el Espíritu”.

 Pero yo pregunto lo mismo que Nicodemo: “¿Cómo puede el hombre nacer de nuevo siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer?”

Jesús responde: “Se puede hacer”.

El mismo poeta chileno Pablo Neruda lo dice en el título de su libro “Nacidos para nacer”.

Y Jesús le recuerda a Nicodemo lo que pasaba en el desierto con los israelitas mordidos por las serpientes.

Ellos confesaban sus pecados y clamaban por misericordia.

 ¿Y cómo los ayudó Dios?

Dios le dijo a Moisés que hiciera una serpiente de bronce y que la pusiera sobre un poste. Quien mirara a la serpiente de bronce, se salvaba de las picaduras y del veneno de las serpientes, y así se les daba nueva vida, es decir, como si volvieran a nacer.

Lo mismo ocurre con Jesús. Jesús le dice a Nicodemo:

“Así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna”.

Se parece a la historia de “La mariposa de colores”:


¿Qué significa esto para nosotros?

Es el cambio que tengo que dar como cristiano, cuando descubro que soy amado por Dios, que Jesús muere por mí, y que Dios me ofrece gratis la salvación. Entonces esa página en blanco y negro que es mi vida monótona y sin color, se transforma en una página llena de color y maravilla, cuando es tocada por el calor del amor de Dios.

La salvación viene cuando se mira al Crucifijo con amor, y uno cae en la cuenta de cuánto amor hay en el Crucifijo.

¿Cuál es la frase más bonita de la Biblia?

Para mí es ésta que hoy le dice Jesús a Nicodemo:

“Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su único Hijo, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna”.

El amor del Padre consiste en darnos a su Hijo único; y el amor del Hijo está en dar su vida por nosotros.

Esta frase recoge el núcleo esencial de la fe cristiana. Este amor de Dios es el origen y el fundamento de nuestra esperanza.

«Dios ama al mundo» y a mi país. Lo ama tal como es. Inacabado e incierto. Lleno de conflictos y contradicciones. Capaz de lo mejor y de lo peor. Este mundo no recorre su camino sólo, perdido y desamparado. Dios lo envuelve con su amor por los cuatro costados.

¿Qué consecuencias trae esto?

1.Primero, Jesús es, antes que nada, el «regalo» que Dios ha hecho al mundo: la cercanía de Dios a todo ser humano.

2.Segundo. Dios nos regala a Jesús, «no para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él». Dios envía a su Hijo, lleno de amor por nosotros, no para condenar al mundo, sino para salvarlo.

Aquí se ve la actitud positiva de Jesús. Y lo salva, dejándose morir en una cruz.

No es bueno denunciar y condenar todo continuamente. Si lo hacemos así, no le estamos transmitiendo el mensaje de Jesús sino otra cosa: tal vez, nuestro resentimiento y enojo.

3.Tercero. La Iglesia está para recordar el amor de Dios. “La Iglesia «es enviada por Cristo a manifestar y comunicar el amor de Dios a todos los hombres»” (Vaticano II).


¿Y cómo conquisto el amor de Dios? ¿Cómo me lo gano para que me ayude, sobre todo en momentos de necesidad?

El amor de Dios no se conquista como el amor de una mujer: con piropos, con flirteos, con citas, regalos y promesas de eterna fidelidad. El amor de Dios se acepta sin más. El amor de Dios, como todos los amores, tiene su prueba de fuego, y ésta es la cruz de su Hijo.

A veces escucho testimonios de personas que me confiesan: “Yo empecé a sentar la cabeza y a tomarme la vida en serio, cuando conocí a la que hoy es mi esposa”. Es verdad. Hay amores que nos cambian el rumbo de la vida, que nos hacen más maduros y nos ayudan a ver las cosas con ojos nuevos.


Fuente:
Cfr.
Isabel Vidal de Tenreiro: http://www.notitarde.com/basta-creer/
Ilustración: Henry Ossawa Tanner.

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