De Carillo Batalla
Luis Barragán
Casualmente, reexaminábamos una compilación de conferencias que, sobre el Esequibo, publicara en 2008 la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, bajo la correcta coordinación de Tomás Enrique Carrillo Batalla, cuando supimos de la noticia. Una presentación sencilla y sentida, preside la publicación.
Muy recientemente fallecido, quien ocupara altas responsabilidades de Estado y fuese un consumado académico de por vida, con importantes aportes al país, presto al debate, nos mueve a la reflexión sobre la inteligencia que cumple con el trámite natural, interrogándonos sobre el relevo. Por fortuna lo hay, a pesar de las más difíciles circunstancias que todavía atentan contra su desarrollo, aunque deseamos llamar la atención sobre el interés de la opinión pública que, a veces, está centrada en muy pocos nombres y, otras, olímpicamente los desconocen.
Carrillo Batalla, por cierto, donador de sus libros a la Biblioteca Nacional, pertenece a una generación de juristas, economistas e historiadores con los que, de un modo u otro, nos familiarizamos a través de la prensa diaria. Solía ocurrir, los medios apelaban a las voces especializadas, incluso, muy después de destacarse en alguna cartera ministerial, por ejemplo, para complementar las otras opiniones que los responsables políticos emitían, completando una orientación importante que ahora extrañamos.
Sentimos que, con las excepciones de rigor, la prensa digital todavía no logra equipararse a la impresa de antes, cuya inicial bondad fue la de dar a leer, así de sencillo. Y, para la coincidencia y la discrepancia, Carrillo Batalla, aún en la más modesta consulta evacuada por el sagaz periodista, daba para leer y meditar, como muchos otros que, valga acotar, pudo catalogar en un extenso discurso académico (http://ance.msinfo.info/ bases/biblo/texto/BA/ BA.01.05.pdf).
La muerte del académico de la perenne corbata de lacito, como acostumbraba también Gustavo Machado, caracterizados ambos por la prenda, preocupa ya no sólo sobre ese relevo en buena parte anónimo, sino el que se va buscando mejores destinos fuera del país. No son criminales los ya centenares de profesores universitarios que emigran, pues debemos apuntar a los que provocan desde el poder establecido las condiciones más propician para decapitar la inteligencia venezolana.
Luis Barragán
Casualmente, reexaminábamos una compilación de conferencias que, sobre el Esequibo, publicara en 2008 la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, bajo la correcta coordinación de Tomás Enrique Carrillo Batalla, cuando supimos de la noticia. Una presentación sencilla y sentida, preside la publicación.
Muy recientemente fallecido, quien ocupara altas responsabilidades de Estado y fuese un consumado académico de por vida, con importantes aportes al país, presto al debate, nos mueve a la reflexión sobre la inteligencia que cumple con el trámite natural, interrogándonos sobre el relevo. Por fortuna lo hay, a pesar de las más difíciles circunstancias que todavía atentan contra su desarrollo, aunque deseamos llamar la atención sobre el interés de la opinión pública que, a veces, está centrada en muy pocos nombres y, otras, olímpicamente los desconocen.
Carrillo Batalla, por cierto, donador de sus libros a la Biblioteca Nacional, pertenece a una generación de juristas, economistas e historiadores con los que, de un modo u otro, nos familiarizamos a través de la prensa diaria. Solía ocurrir, los medios apelaban a las voces especializadas, incluso, muy después de destacarse en alguna cartera ministerial, por ejemplo, para complementar las otras opiniones que los responsables políticos emitían, completando una orientación importante que ahora extrañamos.
Sentimos que, con las excepciones de rigor, la prensa digital todavía no logra equipararse a la impresa de antes, cuya inicial bondad fue la de dar a leer, así de sencillo. Y, para la coincidencia y la discrepancia, Carrillo Batalla, aún en la más modesta consulta evacuada por el sagaz periodista, daba para leer y meditar, como muchos otros que, valga acotar, pudo catalogar en un extenso discurso académico (http://ance.msinfo.info/
La muerte del académico de la perenne corbata de lacito, como acostumbraba también Gustavo Machado, caracterizados ambos por la prenda, preocupa ya no sólo sobre ese relevo en buena parte anónimo, sino el que se va buscando mejores destinos fuera del país. No son criminales los ya centenares de profesores universitarios que emigran, pues debemos apuntar a los que provocan desde el poder establecido las condiciones más propician para decapitar la inteligencia venezolana.
Notas del Facebook: "Luis Barragán J. Ppr las redes, nos informa Marcos Juvencio Fuenmayor Contreras del fallecimiento de TECB. Paz a sus restos. (,,,) José Alberto Olivar El
personaje fue autor del Plan Carrillo Batalla anunciado durante su
breve gestión como ministro de Hacienda noviembre 1960- marzo 1961.
Gracias a esta iniciativa la economía venezolana finalmente se
estabilizó, después de la crisis heredada de la dictadura. (...) José Alberto Olivar Fue
tan escrupuloso en su actuación pública que antes de aceptar asumir la
cartera ministerial, vendió las acciones que poseía en una importante
entidad financiera de la época. A su juicio "no era moralmente aceptable
continuar detentando esos valores en
ejercicio del Despacho de Hacienda, organismo fiscalizador de la Banca
Nacional...". (Carrillo Batalla, T.E. 1964. Crisis y administración
fiscal. Caracas: UCV, p. 23)" (https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10206244807293683&set=a.10204260922617806.1073741847.1070325318&type=3&theater¬if_t=photo_comment)
No hay comentarios:
Publicar un comentario