lunes, 2 de noviembre de 2015

COMUNIÓN TAMBIÉN DE LOS ANÓNIMOS

“CAMINANDO CON CRISTO”
Vivir en santidad (Mt. 5, 1-12)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

La Iglesia conmemora hoy la solemnidad de todos los santos. Es decir, recuerda en la fe y en la oración a todos aquellos cristianos que a lo largo de su vida vivieron según la doctrina del evangelio y luego de su muerte fueron reconocidos como santos por una serie de méritos, milagros y testimonios que atestiguan su santidad de vida.
Se recuerda también hoy a tantos santos anónimos, cristianos católicos que en medio de su hogar, de su labor profesional, de su vocación de vida, supieron vivir de acuerdo a lo que Nuestro Señor, Jesucristo nos pide en su palabra, específicamente la vivencia del amor, hecho realidad en nuestra manera de pensar, sentir y actuar.
Recordamos a tantos ancianos, niños, mujeres, hombres, jóvenes, sacerdotes, religiosas, laicos comprometidos, esposos, esposas que vivieron una vida llena de virtudes y supieron amar a Dios y al prójimo como prioridad en sus vidas.
Los cristianos católicos creemos en la comunión de los santos; es decir, en ese lazo de unión espiritual que hay entre los cristianos que por la gracia de Dios ya han alcanzado el cielo y nosotros que todavía somos peregrinos en este mundo. Así lo confesamos todos los domingos en el credo de nuestra fe. Por eso, hoy recordamos a todos esos hermanos que están en el cielo y que su vida y obra son testimonio humano; son estímulo en el caminar cotidiano del creyente en Cristo que quiere ser santo. En este día podremos responder a dos preguntas: ¿qué es la santidad? ¿Qué significa ser santo? La santidad en primer lugar es el atributo esencial de Dios.
Resume la idea de su misterio, de su gloria, poder, amor y fidelidad. La santidad del hombre consiste en poseer la gracia de Dios (su amistad profunda) que lo transforma en su interior, Ser santo, entonces, es vivir el camino de la santidad; es aquel que vive los valores absolutos: Dios y el hermano en el amor.
IDA Y RETORNO: Tenemos dos nuevos sacerdotes. Gloria a Dios.

Ilustración: László Moholy-Nagy

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