En un estilo que tanto nos gustaba (del que sentimos nostalgia, lo admitimos), el lengualarga de Domingo Alberto Rangel se refirió al flamante coronel José Vicente Gómez, enun capítulo intitulado “Un clan dividido” (XVI de “Gómez, el amo del poder”, Vadell Hermanos, Caracas, 1975). Refiere que el oficial de treinta años, sustituye en 1916 a Félix Galavís en la Inspectoría General del Ejército, “la de más peligrosa importancia para Don Juan Vicente”, ausente el intrigante cuñado – Colmenares Pacheco - y a sabiendas de la importancia de la Inspectoría, Estado Mayor y órgano de planificación a largo plazo, respondiendo a un problema sucesoral que “se enreda en los pliegues de la psicología”, la del campesino previsor y rutinario.
José Vicente, hijo mayor del tirano, nació en 1888 y creció bajo la figura
destacada de quien fue vicepresidente de la República. “Delfín potencial que rasga el horizonte”, anticipa el mayorazgo: “Los delfinazgos
campesinos constituyen a veces una larga actuación previa donde los hábitos
acumulados enseñan las artes del oficio futuro. Padre previsor y delfín
preparado constituyen los dos polos de la sucesión campesina”. Empero, la
Inspectoría divide al clan Gómez. Los
más jóvenes se agrupan tras José Vicente (Alí, Gonzalo y sus hermanas de la
prole de Dionisia Bello). Los viejos tras Juancho y Eustoquio Gómez,
gobernadores de Caracas y del Táchira, cuyas guarniciones eluden al Inspector.
La de Maracay, directamente concierne al dictador. Relaciones muy tensas que
actualiza la crisis urinaria de finales de 1921. La sonda del doctor Adolfo
Bueno deja la fiebre ocasionada por una próstata que cede. Juancho conferencia
en Maracay con Benicio Giménez, Isaías Nieto, José María Merchán y David López
Henríquez oficiales adictos,y José Vicente con los suyos, como Julio Anselmo
Santander, Amadeo Anselmi e Isaías Vivas, de la guarnición maracayera. Lugar
éste que – para uno – agrupa los batallones Girardot y Bravos del Táchira y –
para el otro – los batallones Piar y regimiento de infantería Miranda. El
coronel Eleazar López Contreras es solicitado por ambos sin éxito. Sobrevive el
dictador y, de acuerdo a la Constitución fabricada por Victorino Márquez
Bustillos, para el período 1922.1929 de los ilusos constitucionalstas, Juancho
es el primer vicepresidente de la República, seguido por José Vicente en la
segunda vicepresidencia.
El retrato que hace Rangel de Eustoquio
Gómez, incluye su decisión de detener por “perreras” en el estado que gobierna,
a uno de los hijos del dictador resignado. Temible. Pero el que hace de
Juancho, con una “personalidad que cobra dimensiones ambientales”, es más
dúctil y ya habituado – desde 1914 – a las lisonjas y agasajos de los Boulton,
Blohm, LLamozas o Tovar, definitivamente homsexual. Mientras que José Vicente
se casa con Josefina Revenga, quien “además lleva en su personalidad las
ambiciones de cuna y las complejidades de una pasión por la política”. El
segundo vicepresidente vive en “El Llano” de Los Teques con su madre, Dionisia, “viuda en vida del marido” que –
ahora – está con Dolores Amelia Núñez Cáceres. Dionsia tiene un duro conflicto
con Juancho, porque hizo que a la hija Margarita Torres – de su matrimonio en
el Táchira – la despreciara Santos Matute Gómez, arrepentido de casarse como al
parecer proyectaba, porque era una perdida.
Margarita se suicidó.
Dionisia trama el ascenso de su
hijo José Vicente, personalmente. Va y conversa en Miraflores. Isaías
Barrientos tiene un gran despecho, pues, Juancho se ha prendado por un
zagaletón que fue su pasión. Juancho va
la noche del 29 de junio de 1923 al teatro Olimpia exhibiéndose con Vito
Modesto Franklin, “árbitro de la moda”. Regresa a Miraflores y Encarnación
Mujica le da el acostumbrado soporífero para dormir. Con Dionisia cerca,
Barrientos le propina 27 puñaladas. Una
doméstica descubre el crimen. Con Tarazona llegan todos. La guardia de Palacio,
con Barrientos, Mujica y Andara – los ejecutores – pasan a La Rotunda. El
propio gobernador Julio Hidalgo, reemplazante de Juancho, tortura a Barrientos.
Es liquidado antes que el dictador acepte conversar con él, pues, sabe que
Ovidio Pérez Agreda hizo una investigado la homosexualidad de Juancho en una
Auditoría del Ejército. Pérez Agreda que ama al dictador como si fuese su
padre, destruye el expediente. Parece despejado el camino para José Vicente.
Antes había caído Eustoquio, hacia 1925, yéndose a Curazao, sustituido en el Táchira por Juan Alberto
Ramírez, a raíz de la intriga inicial de Josefina, con una guarnición afín a
José Vicente. De un momento a otro puede
morir el dictador. Pasan acontecimientos como el de los estudiantes del ‘28 y
la sublevación militar principiada por Rafael Alvarado Franco.
Reunión el edificio del Telégrafo
que está entre las esquinas de Principal y Santa Capilla. Se encuentran
Eutosquio (regresó a Venezuela en 1927), Rafael María Velasco y Colmenares
Pacheco, el cuñadísimo. Hay un
expediente que inculpa a José Vicente de la muerte de Juancho. Lo envían a
Maracay con el arzobispo Rincón González. El dictador lo lee y – después – cita
a su despacho al otrora delfín, en compañía de Tarazona.
El dictador suprime la
Inspectoría y el Congreso elimina la vicepresidencia, tal como lo ordenó, y el
2 de mayo se va José Vicente a Europa, donde morirá. Nuevos nombramientos
militares. La policía caraqueña estará en manos de Clodomiro Sánchez, de los
andinos del ’99, y la prefectura en las de Elías Sayago. Ahora los viejos
ascienden en el régimen. Eustoquio va a la gobernación de Lara, José María
García a la de Caracas, Rafael María Velasco al ministerio de Hacienda: “Los
viejos han vencido, Pero (SIC) a Gómez no lo herederá ningún miembro del clan.
Con él muere el linaje”.
LB
LB
Reproducciones:
- Reseña. El Universal, Caracas, 27/06/1921.
- José Vicente Gómez. Billiken, Caracas, nr. 37 del 24/07/1925.
- Reseña. El Universal, Caracas, 27/06/1921.
- José Vicente Gómez. Billiken, Caracas, nr. 37 del 24/07/1925.
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