domingo, 8 de febrero de 2015

TRES PARTIDOS

Tres aniversarios partidistas
Ox Armand


El pasado mes de enero, tres importantes partidos estuvieron de aniversario. Uno un poco más bullicioso que el otro, puede decirse (en líneas generales) que pasaron desapercibidos por un país no sólo hundido en las más inmediatas y antes inimaginables necesidades, sino que desconfía de las instituciones partidistas. Y esto, sensatamente porque dejaron de ser instituciones que, mal que bien, funcionaban, además de los espuelazos propagandísticos de un gobierno que los estigmatizó, consagrando al PSUV. Pero es necesario recordarlos, ya que al compararlos cabeza a cabeza, sociológicamente eran partidos como ya no lo puede ser el hoy partido de gobierno, cuya existencia depende enteramente del Estado. Además, por cierto,  recientemente fallecido, Mauricio Duverger es el autor más conocido de una clasificación que alguien puede (apenas) balbucear ahora: partidos de cuadros y de masas. Las nuevas generaciones no creerán que, en nuestro país, os había sobradamente de los dos tiempos, llegando COPEI a protagonizar grandes movilizaciones, a concitar la emoción de las muchedumbres, después de haber sido un sobrio y eficaz partido de cuadros como lo fueron el Movimiento Al Socialismo (MAS) y Bandera Roja (BR), (por si fuese poco, armado).

El momento culminante de COPEI no fue con su segunda y, sin dudas, muy popular victoria electoral con el ascenso de Luis Herrera Campíns a la presidencia de la República hacia 1978, sino con la primera y con resultados estrechos y quién sabe hasta qué punto dudosos por 1968. Nunca fueron más propicias las condiciones para una experiencia que se hizo continental: la democracia cristiana, y todas las tendencias internas de un COPEI tan distinto e insospechado por estos tiempos, celebró su paso miraflorino con un Rafael Caldera en la plenitud de sus facultades.  Conciliando los difíciles matices ideológicos que entusiasmaron a su juventud, armando un competente elenco de técnicos, suscitando el entusiasmo de las masas, con un programa cuidadosamente elaborado, gozaba de un impulso místico que, al desmentir su carácter conservador, a pesar del talante de los prohombres del partido, Steve Ellner reconoció como prgresista en un libro que le publicara el chavismo. Esa mística duró por algo más de una década, pulverizada por el fenómeno adequizante del bipartidismo. Aquélla fue otra época para los partidos, mientras ésta será la de una disolución propia de las organizaciones “recoge-lo-todo”, como  caracterizan los politólogos el crecimiento desproporcionado e indiscriminado que se orienta al clientelismo populista. Y es que, por aquélla, todavía en vías de consolidación de la democracia representativa, hubo un sentido y una responsabilidad de carácter histórico que aplacó y metabolizó las apetencias personales, desterrando algo que formalmente condenaron todos: el canibalismo. Por ejemplo, cuando se le preguntó a Arturo Uslar Pietri su opinión sobre el 24 aniversario de COPEI, él lo celebró por hablar bien de las instituciones que perduran, convirtiéndose posiblemente en el autor de este tipo de reconocimientos (Semanario COPEI, Caracas, nr. 5 del 21/01/1970), a pesar de las confrontaciones que marcaron su distancia ante COPEI, antes acusado de aprovecharse de los cursillos de cristiandad para hacer proselitismo (La República, Caracas, 23/09/1963). Hidalguía, es la palabra más adecuada para los viejos conflictos.

El MAS ha sido el partido convincentemente marxista en Venezuela, si se entiende que, al desprenderse del leninismo, empujó una reflexión creadora después que se desprendiera del dogmático Partido Comunista, como tampoco la ha habido en Venezuela respecto a la izquierda. Con todos sus bemoles, degenerando muy posteriormente al fracasar en la búsqueda directa del poder, ejerciéndolo por detal, su dirigencia más destacada no incurría en los disparates de la incultura que gobierna al país en el siglo XXI, porque eran sujetos de acción y de pensamiento.  Es ahora que cualquier mamarracho se escuda en Chávez y, como si fuese un bolchevique en trance de tomar el Palacio de Invierno, dispara una sarta de necedades. No. El MAS fue exponente de una clarísima inteligencia que llegó a buena parte del país y puede decirse que gobernó al controlar en importante medida los organismos estudiantiles y gremiales que les fueron posibles.  Pero el tránsito por el poder, simplemente, jode. Así sea breve. Imagínense monopolizarlo por más de tres lustros. Se esfumó en el mero pragmatismo toda aquella mística. Precisamente, la que hizo competitivo al partido que una vez fue tardía y precursoramente gramsciano, pues, las enseñanzas de  Antonio Gramsci llegaron muy tarde a Venezuela, aunque de la mano de un militante (transitorio) como Joaquín Marta Sosa, se metió en los poros de las juventudes masistas. Lo paradójico es que Jorge Giordani, militante modesto de la izquierda setentista en adelante, trató infructuosamente de hacer gramsciano al régimen chavista. Autor de una tesis doctoral sobre el MAS, por cierto, prepotente en las alturas del poder, caricaturizó a Gramsci. Y, por supuesto, nunca entendió a esos dirigentes de ideas y de hechos, como Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Freddy Muñoz, Bayardo Sardi, por sólo mencionar a algunos que se hicieron competitivos con AD y COPEI al poblar las grandes avenidas de Caracas, en mitines que tuvo como bandeja servida José Vicente Rangel. Ya con la elección de Enrique Ochoa Antich, de una ingenuidad galáctica, sucumbió la organización despedazándose con Chávez y por eso Víctor Hugo D’Paola ha dejado un testimonio extraordinario en sus recientes memorias. Es el capítulo que le faltó allibro de Ellner sobre el MAS que, por cierto, Monte Ávila Editores le publicó sin preguntarle de devociones ideológicas. Otra paradoja: la más destacada dirigencia de aquél MAS, fue a parar a Primero Justicia. La otra, Felipe Mujica y compañía, está atrincherada en la caricatura.

Bandera Roja fue un desprendimiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Una organización militarizada que trató de sobrevivir a toda la remota etapa de la pacificación. Gabriel Puerta Ponte, el líder visible, todavía insiste. Se ha depurado. Gobierno y TSJ por delante, ha resistido los ataques divisionistas que, si no fuese por la crueldad de la novela de Mario Vargas Llosa, sería el caso de Alejandro Mayta. Es escasa, muy escasa, la bibliografía de BR. Solamente, lo explica la prensa con dirigentes que formó y promovió y fueron después a parar a los partidos burgueses. Tiene una contradicción insalvable. Tilda de neoliberal al chavismo. Va más allá de Chávez y, obviamente, su mala copia, Maduro. Quizás por ello, no encuentra un cómodo cupo en la oposición, abandonando  la Mesa de la Unidad. Acompañando a María Corina Machado a ratos. Aportando sus cuadros sacrificados, como la prisión de Sairam Rivas contra la cual se concertaron esos partidos burgueses en la UCV.

Tres partidos de aniversario reciente, en enero, que no merecen un reportaje medianamente aceptable en la gran prensa. Ninguno parece merecerlo. Seguimos en la ilusión de un postchavismo ultracontrapartidista. La vaina es una osadía de construir una transición sin ellos. ¿Y a cuenta de qué?

Reproducciones:
Argelia Laya. Deslinde, Caracas, 1969.
Arturo Uslar Pietri. La República, Caracas, 23/09/1963 y  Semanario COPEI, Caracas, nr. 5 del 21/01/1970.
Gabriel Puerta Aponte. El Diario de Caracas, 18/09/1988.
MAS: Carlos Hernández. Economía Hoy, Caracas, 12/11/1990.

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/21703-tres-aniversarios-partidistas

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