domingo, 22 de octubre de 2017

FRENTE AL EMPEÑO DE DEMOLICIÓN

Partidos y universidad
Luis Barragán

Cada día que pasa, se hace más obvio el problema esencial respecto a los consabidos comicios regionales del 15-O: no hubo unidad opositora para concurrirlos o no. En lugar del esfuerzo previo de discusión y concertación de los partidos, varios decidieron unilateralmente concursarlos, olvidando  las tareas que condujeron a la consulta popular del 16-J y su evidente mandato. Empero, los problemas adquieren una mayor y consecutiva gravedad, empecinada la tal constituyente en el reconocimiento que ni siquiera logró al consumar el asombroso fraude del 30-J que dice no apenarlos.

El régimen está pendiente de otros zarpazos a la voluntad ciudadana y,  aún sin esperar las condiciones que lo faciliten, el ámbito universitario espera por un   definitivo asalto. No ha bastado con la asfixia presupuestaria, la paralización judicial de sus elecciones, el perverso estímulo a la deserción estudiantil y docente, la indiferencia ante el hampa común que lo asedia, el nombramiento forzoso de autoridades, la persecución y represión generalizada o selectiva,  ya que la autonomía universitaria es incompatible con el actual poder establecido.
Por muy rentable que les fuese en décadas remotas a sus prohombres, literal y políticamente, ahora la autonomía universitaria constituye la más firme amenaza a la dictadura, como no lo fue para cualesquiera dictaduras que históricamente exhibimos. Por ello, el mejor esfuerzo es el de la desnaturalización definitiva de la universidad, de sus saberes y experiencias organizadas, como el de las misiones ética, académica y sociopolítica que ha de cumplir.

La UCV ha sido una emblemática referencia del empeño oficial de demolición, imposibilitada la renovación de sus autoridades rectorales y decanales, infestada por la delincuencia también de carácter político, impactada sus obras artísticas por actos de un indecible vandalismo, descendiendo la matrícula estudiantil y el personal docente. Por más que la Unesco la haya declarado como patrimonio cultural de la humanidad,  la Ciudad Universitaria está a la intemperie,  privilegiando esta larga dictadura el gasto a favor del mantenimiento y ampliación de las instalaciones, incluso, recreativas de la Fuerza Armada, como – por cierto – tuvimos ocasión de denunciar en una sesión plenaria de la AN, en 2014 (https://www.youtube.com/watch?v=faHOSuI0NPc&t=393s). 

En cualquier momento, abierta o subrepticiamente, por la vía de una burda imposición administrativa u otra que pueda enmascararla, esta y otras universidades públicas y privadas sabrán del reemplazo completo o parcial de sus autoridades de acuerdo al pulso de las circunstancias, como lo ha ensayado el régimen con la USB que, al desconocer la consulta interna que se hizo, ya tiene por vice-rector a una persona extraña a la institución con el claro mandato de ascender para una resuelta intervención y modificación de las características que les son propias a la casa de estudios. Tiene razón una persona amiga al referirse a las universidades privadas, pues, colaborasen o no con el reciente fraude constituyente, facilitando el listado de la población estudiantil y profesoral, por ejemplo, están destinadas a  una entera subordinación burocrática, acaso, con la excepción de la Unimet, cuyos niveles de excelencia son reconocidos, porque – al fin y al cabo – en ella principalmente cursan los privilegiados del poder que, ni siquiera por un mínimo pudor ideológico o político, se aventuran en otras instituciones de educación superior.

Los partidos de la oposición no deben ser indiferentes a esta realidad, dejando a solas a los gremios estudiantiles y profesorales, negándose a contribuir a una tarea común por salvar la autonomía y la universidad misma de las garras de la dictadura. Antaño, los partidos contaban con instancias más especializadas en un campo que igualmente suscitaba polémicas, por la consabida distinción entre la sociedad política y las sociedades intermedias; hogaño, no existe la necesaria institucionalidad interna, excepto el reclamo de la militancia del  dirigente que haya triunfado en alguna consulta estudiantil.

Valga acotar, al ilustrar nuestra inquietud, según la vieja jerga, nuestra actual dirigencia estudiantil tiene una importante experiencia acumulada de masas y, ahora replegada, luego de más de cien días de protestas de calle, debe intensificar sus esfuerzos al interior de las universidades, actualizando su representación y legitimidad con la diaria prédica de los valores y principios democráticos que conciten y expresen un respaldo inequívoco. No entendemos a un dirigente juvenil de los tiempos que corren, ajeno a las vicisitudes universitarias, el otro epicentro del drama que nos aqueja, como nunca antes lo había sido.

Los partidos políticos deben coadyuvar a una faena de claras consecuencias históricas, pues, la unidad que se reclama y, frecuentemente, traicionan, no apunta exclusivamente a la selección e impulso de las candidaturas que hacen el circuito estatal, enfocados en Miraflores y sus equivalentes regionales y locales. No exageramos al afirmar que los venezolanos nos jugamos  la vida y, más allá de cualquier solio ejecutivo, parlamentario o edilicio, está el país mismo y la multiplicidad de sus ámbitos,  que el totalitarismo  indudablemente desea copar y devorar.

No prever el zarpazo final a la autonomía universitaria, como divorciarse de las situaciones concretas que padecemos en materia petrolera, de salubridad, alimentación, vialidad o cualesquiera otras, significaría la reducción misma de los partidos a los asuntos meramente electorales con los que también logra distraerlos el régimen, simplificando sus preocupaciones y angustias. Así, Vente Venezuela y su fracción parlamentaria en la AN, propondrá la reactivación de la comisión de trabajo respectiva para que reasuma el problema que ya asoma sus fauces, iniciando un camino francamente ineludible.

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