lunes, 9 de enero de 2012

POZO DE TINTA Y PAPEL


Recibos
Luis Barragán


Entre las fundamentales, existe una diferencia entre las empresas de servicio del sector privado y las del Estado. En unas, el recibo llega a tiempo; y, en otras, no llega jamás.

Bastará una comparación con la CANTV y la Electricidad, antes y después. Necesario reconocerlo, en manos privadas, forzadas o propensas a la libre competencia, el papel llegaba con una puntualidad que no asombraba a la dirección de habitación u oficina; ahora, acaso, el correo puede reportarnos dos o tres ejemplares al año, imponiendo el Estado la costumbre o resignación.

Se dirá de otras modalidades de aviso y pago, pero también que las entidades públicas no superan en destreza electrónica a las privadas. Y, así como son las escuelas privadas las que sirven de sede privilegiada en los eventos electorales, dibujando una carga adicional muchas veces injusta, cuando los colegios públicos lo hacían solventemente con anterioridad, el peso del cobro telefónico o electricidad descansa en la (relativa) eficiencia de la banca comercial.

Convengamos, el recibo constituye un medio de prueba. Por esos extravíos digitales de los servicios públicos, el ciudadano es siempre el que tiene que honrar su compromiso, demostrando cuán diligente ha sido con la cancelación, aunque – ocurre – deba inexplicablemente repetir el pago de algunos años atrás, así continúe disfrutando del servicio y exhiba las tarjas más recientes.

Personalmente, a sabiendas que nadie ha decretado la eliminación del correo ordinario, contamos con un apartado postal desde hace algún tiempo. No obstante, tratándose del mismo Estado, no ha sido posible linkear a IPOSTEL con la CANTV y la Electricidad para que el recibo llegue al casillero, siéndole más fácil hacerlo a Otrova Gomás cuando conectó una torta borracha con una hallaca trastocando la valijas en un peligrosísimo artefacto explosivo, como lo testimonió en su ya antiguo libro de relatos: “El terrorista”.

Tratamos de no dar una versión idílica de la gestión privada de los servicios, pero – hasta ahora – comprobamos que la administración estatal no cumple siquiera medianamente con la propia responsabilidad de cobrar, excepto se trate de las multas de exceso que configuran una suerte de impuesto no declarado de la renta. Y es que el problema no está en la notificación, incluso, por la vía del móvil celular, sino en la necesidad de convencer al administrador del cumplimiento de nuestras responsabilidades.

Posiblemente, el derecho probatorio es el que se ha quedado atrás con las novísimas tecnologías, pues, el papel y la tinta conservan su vigencia. Sobre todo, al versar sobre un Estado capaz de sostener un satélite artificial, cuya utilidad aún no ha sido suficientemente explicada, pero decididamente inepto para verificar la inmediata identidad del contribuyente, pues, por mucha capta-huella que tenga, siempre debemos aportarle un juego de fotocopias de nuestros papeles personales.

Curso básico de comparación, la CANTV y la Electricidad de ayer es mejor que la de hoy. Por lo menos, por más contrato de adhesión que hubiere y por pequeña que fuese, había siempre la posibilidad de acudir a los tribunales.

Al fin y al cabo, entre la normalidad y la anormalidad ya no caben distinciones. Impalpables, nos habituamos a la ineficiencia, como un día a la eficiencia: sin condena ni premiación.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2012/01/recibos/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=829278

No hay comentarios:

Publicar un comentario