lunes, 9 de enero de 2012

BANDIDAJE DE LUZ


EL NACIONAL - Lunes 02 de Enero de 2012 Opinión/6
Libros: Tomás González
NELSON RIVERA

Desde hace algunos meses, varios miles de lectores en Colombia se han volcado a leer Abraham entre bandidos y La luz difícil (ambas publicadas por Alfaguara), las dos novelas más recientes de Tomás González (1950), escritor nacido en Medellín. No es un debutante: en su ficha se acumulan otras cuatro novelas, una colección de relatos y otra de poemas. Unas pocas páginas, en una y en otra, lo sugieren de inmediato: el trazo de González es el del escritor maduro: pocos recursos le son suficientes para ubicar al lector delante del drama respectivo.

Publicada el 2010, Abraham entre bandidos nos interna en una historia de 1954, cuando la mortandad en Colombia surgía del círculo infernal de las venganzas entre liberales y conservadores.

Abraham regresa a su finca y la encuentra tomada por una agrupación de bandoleros: Abraham y su amigo Saúl (dos nombres de reminiscencias bíblicas) parten a la selva apuntados por las armas de los violentos.

A partir de ese momento, la narración se bifurca en dos corrientes: una, que sigue los avatares de los dos capturados en la selva; otra, que conduce al lector hasta las familias que aguardan por el destino de los dos hombres. Y es aquí donde Abraham entre bandidos toma un camino propio entre la literatura que registra las andaduras de la muerte: el intercambio evidente y secreto a un mismo tiempo, entre violencia y vida cotidiana, entre lo excepcional y lo rutinario, entre lo que conmociona y lo que sosiega con el paso corriente de los días. Sin que ello suponga una posición derrotista, Abraham entre bandidos coloca su mirada en esos lugares donde la violencia no logra impedir que víctimas y victimarios encuentren un vínculo, una zona insospechada donde se confunden unos y otros.

La luz difícil puede parecer, en un primer momento, muy distinta de Abraham entre bandidos: se trata de una desgarradora historia acotada al ámbito de una familia.

Un mal día se produce un accidente de tránsito que deja parapléjico a un joven de nombre Jacobo (otro nombre bíblico). Pasa el tiempo y Jacobo lucha por recuperar algunas de las condiciones perdidas, hasta que concluye que ello no será posible. Y entonces decide que ha llegado el momento de morir.

También aquí, el rumor casi inaudible de los días se abraza con la desgracia, enorme y desproporcionada, que ha caído sobre los hombros de la familia de Jacobo. Dice el narrador: "En la vida se mezclan los hechos grandes con los pequeños, y con el mucho paso del tiempo las perspectivas se pierden. Qué es lo pequeño, qué es lo grande, nadie sabe.

Nadie sabe si hay cosas menos importantes que otras. Nadie sabe si las cosas tienen algún orden o son arbitrarias".

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