lunes, 16 de enero de 2012
¿CUÁN INDEMNES?
Del costo invisible de la crisis
Luis Barragán
Injustamente olvidado, el extraordinario psicólogo José Luis Vethencourt advirtió las consecuencias de la crisis que asomó sus fauces en la década de los ochenta. Por ejemplo, señalaba al también injustamente olvidado, el meritorio periodista Luis Buitrago Segura, el efecto devastador en los hogares venezolanos de acuerdo a cada estrato social, la pérdida de cohesión interna de la familia, el asalto a los supermercados para la única provisión de alimentos, el hurto de partes específicas de los vehículos, apuntando al paternalismo de Estado y la psicología rentista (El Nacional/Caracas, 21/08/86).
Probablemente, a muchos les pareció un texto más, archivable, entre las no pocas advertencias realizadas por entonces, incluyendo a la entidad política juvenil a la que pertenecimos, pero a la vuelta poco tiempo estalló la dinamita social acumulada. Lo peor es que, veinte y más años después, sigue acumulándose tras los bastidores del país que se auto-engaña, con un gobierno cínicamente maquillador de la realidad hecha de un ultrajante rentismo, cuyos (anti) valores llegan a lo indecible.
La reconstrucción ética de la república que se nos va de las manos, es una tarea impostergable. Y mal podemos hacer el llamado, desde las distintas instancias de la oposición, esmerándonos en el doble discurso de las oportunidades: no se trata de derrotar simple y electoralmente a Hugo Chávez, sino el de plantear una distinta y radical opción de sociedad convincentemente democrática, orientada pacíficamente a un modelo post-rentista de desarrollo, al que temen – es justo reconocerlo – también amplios sectores dirigentes que han hecho de su “viveza” o “avispamiento”, una credencial de abusos .
Hay un costo todavía invisible de la prolongadísima crisis que se refleja en los más diversos ámbitos, en la intimidad de las familias, gremios, partidos, vecinos, etc. Particularmente, la dramática incongruencia de estatus, convierte a la sobreviviente clase media en una apostadora tal como ocurrió hacia 1998; y los partidos que reclaman democracia hacia afuera, no la celebran hacia adentro: no es posible andar impunemente por la vida, como se creyó en tiempos lejanos con los remiendos incontables al atuendo que, un buen día, nos dejó desnudos.
Sabemos que un llamado semejante, no goza de buena fama. Ya cercanos a un período tan parecido al de 1936 o 1958, debemos meditar y rectificar en la oposición, pues, ya le es muy tarde al gobierno que nos estafó políticamente.
Fuente: http://www.medios24.com/p48313.html
Etiquetas:
Costo de la crisis,
José Luis Vethencourt,
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