lunes, 16 de enero de 2012

POR UNA CULTURA ALTERNATIVA DE OPOSICIÓN


De la fulanización despersonalizadora
Luis Barragán


Escuela de inspiración cristiana, el personalismo comunitario sigue tocando a nuestras puertas. Distingue entre individuo y persona, siendo uno, la consagración de la soledad y el egoísmo, dato biológico y estadístico de importancia secundaria, negada una dimensión social a favor de sus intereses de supervivencia material; y la otra, que es ascenso de la individualidad, fundada en la relación con el otro y los otros, sobreabundante y deficiente, universo libre e independiente en comunión, inteligente, vocacional, solidaria, realizadora de los valores de una espiritualidad irrebatible: ésta, se explica mediante el compromiso responsable que es actividad autocreadora y comunicativa; y aquélla, como una gesta de la sobrevivencia que, a veces, luce aterradora.

El ejercicio predominante de la política venezolana, está fundada en el protagonismo de la individualidad que llega a los extremos de legitimar el culto a la personalidad presidencial, en un caso, o de promover otro culto de reemplazo exhibiendo aún las banderas democráticas. Términos como “persona”, “personalización” y “personalidad”, resultan harto equívocos al promocionar constantemente la mentalidad mesiánica y el oportunismo de cualquier ralea que le es inherente, negando el ascenso ciudadano de la participación integradora propia de la persona humana.

Una cultura alternativa de la oposición debe apuntar precisamente a ese ascenso, abandonada la vanidad estéril y – por siempre – efímera de aquellos que se creen el ombligo del liderazgo, enfatizados frecuentemente sus caprichos como si el resto de la humanidad fuese apenas testigo de la gratuita y suprema inspiración que los caracteriza. Está excesivamente fulanizada la actuación de una dirigencia que poco o nada hace por la reconstrucción y supeditación de y a las instituciones, pues, a guisa de ilustración, la curul edilicia o parlamentaria constituye un elemento de propiedad capaz de generar acciones o incurrir en omisiones con independencia del electorado y de los propios compañeros de partido o bancada, banalizada irremediablemente.

Los venezolanos opuestos al actual régimen, desean una trinchera de lucha de profunda y creadora colegiatura, susceptibles de una movilización responsable y consciente para defender el propio sufragio. La transición democrática la anhelan como una experiencia compartida y comprometida, bajo una dirección siempre circunstancial que no despersonalice al pueblo. Vale decir, que se convierta en reconocimiento y garantía de complementación, respeto, solidaridad real, libertad, fraternidad, afán creador e de incontestable testimonio ético.

En la “Revolución personalista y comunitaria”, Emmanuel Mounier apuntaba a los tres ejercicios esenciales en la formación de la persona que cobran una superior importancia en la coyuntura actual, así los maldigan los oficiantes del exceso pragmático: la meditación para la búsqueda de la vocación, el compromiso que es reconocimiento de su encarnación, y el despojamiento entendido como ”iniciación a la donación de sí y a la vida en otro”. Vale decir, motivada la reflexión, todos y cada uno debemos ocupar un sitial de lucha de acuerdo a nuestras aptitudes y posibilidades; comprometernos con una causa de imposible monopolio, pulverizada las vanidades de escena; y sabernos en una tarea de servicio social, compartido un mismo destino.

Trece años de un mismo gobierno, no se superan con el único desplazamiento de Chávez Frías de Miraflores. Ha sido profundo el daño quizá por aquello que Jean-Marie Domenach constataba al glosar al pensador de Grenoble: “La oscilación del individualismo burgués al gregarismo socialista, no es la revolución”. Por consiguiente, el esfuerzo que nos exigimos ha de ser inmenso, como la superación de las condiciones que hicieron posible la amarga experiencia.

Urgimos de realismo para hacer viable los sueños de otro orden social que nos remite a ese optimismo trágico que consiste en el debido reconocimiento de las dificultades requeridas de confianza, de una gigantesca confianza en nuestras posibilidades, porque el curso de la historia no es lineal y automático. Y, como lo asentara Mounier, en el ”Manifiesto al servicio del personalismo”: “Una acción no es válida y eficaz más que, si en principio, ha pasado por el rasero de la verdad que le da su sentido y de la situación histórica que le confiere su jerarquización al mismo tiempo que sus condiciones de realización”.

La victoria del 7 de Octubre está garantizada mientras que venzamos ese fulanismo del deterioro y la despersonalización. Significará la inauguración y construcción de una sociedad fundada en la dignidad de la persona humana, antídoto frentea toda tentación totalitaria.

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/10638-de-la-fulanizacion-despersonalizadora

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