domingo, 17 de marzo de 2019

OLOR DE LOS DÍAS QUE FALTAN

Del chavismo opositor
Luis Barragán


De  polarizar, el llamado chavismo persistirá como un extraordinario escollo en la futura oposición. Quizá por ello, preventivamente, hay quienes le descubren una tendencia democrática, la que tendrá a bien facilitar la transición, frente a otra autocrática, la que pretenderá violentarla, apostando ambas por el regreso definitivo al poder a mediano plazo.
Hallada la tendencia disidente, aún tardía en las filas del actual oficialismo, todo indica que en nada modificará el saldo trágico de largos veinte años, incluida alguna vieja, oportuna y quizá relativamente importante condena moral  de quienes ahora buscarán actualizar sus credenciales políticas. En todo caso, la apuesta será por el efectivo reclamo de una herencia que se aspira a  inventariar. No obstante, en una aproximación inicial, surgen tres problemas que impedirán hablar en propiedad de chavismo, excepto se convierta en reo de la justicia.
Por una parte, existe una identidad forzada, pues, convengamos, Chávez Frías le dio nombre a una variedad extendida de la izquierda irredenta que unió  el presupuesto público, tras largas décadas habituada al archipiélago de sus diferencias, sustanciales o no. De sincerar la situación, apenas cinco minutos después de abandonar Miraflores, la cuestión estará en el reconocimiento de uno o varios marxismos en la Venezuela en  la que literalmente rifaron su destino con el barinés tan enfermizamente tributado, reivindicando la escuela ante una adjetivación otrora impensable.
Por otra, Chávez Frías está más cerca de encarnar un fenómeno como el de Perón, gravitando por décadas versionado por la izquierda como por la derecha,  antes que expresar un sólido  movimiento doctrinario e  ideológico, presto a la evolución.  El sólo y  prolongado ejercicio del poder, avivadas todas las ilusiones que lo hicieron posible, acaso lo repondrá como un referente de nostalgia en el cuadro de partidos, movimientos y actores políticos venezolanos, urgidos de modernizar.
Finalmente, se dice de un intacto, extraordinario e imbatible capital electoral del chavismo, como si – inmune – hubiese sobrevivido a la catástrofe humanitaria que alcanzó por completo a la nación; o le hubiesen conferido alguna homogeneidad  social, pues, forjado por el clientelismo y la prebenda, deliberadamente desclasado, aún lo emplea como una vulgar fuerza de choque y formidable escudo humano temiéndole – si fuere el caso – al proletariado que destruyó y condenó a la marginalidad. La proximidad de unos  comicios libres y transparentes, posiblemente autorice a un reagrupamiento del chavismo de magnífico soporte financiero, su inconfundible sello, procurando un espacio de supervivencia que,  obviamente, no se compadecerá con los que holgadamente ocupó al asociarse en el pasado al masivo y sostenido fraude plebiscitario.

Fotografía: Héctor Guerrero.

18/03/2019:

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