Símbolo
de la ruindad
Luis Barragán
Representativo
de la ciudad que fuimos, el aviso luminoso de la Savoy en Bello Monte,
interpelándonos, está deshilachándose. Entre tantas vicisitudes y prisas, metropolitanizados
el apagón y el alumbrón macabros de la dictadura, no lo habíamos advertido
hasta que hace poco transitamos raudos la autopista.
Detrás,
hay una historia de más de medio siglo, incluyendo la económica del país
entero. Bastaba que llegase el siglo XXI para traicionar las ilusiones que nos
hicimos en el anterior, hundidos en una catástrofe humanitaria de la que ya
sospechábamos al mediar la presente década.
Excepto
un derribamiento de los acostumbrados por los círculos oficiales, repentino y
aleccionador de acuerdo al canon, la pieza irá cediendo a la intemperie,
desprendiéndose al abrazarla y abrasarla el viento y el sol. Obviamente,
desmontarla, previendo alguna fatalidad, tiene sus costos.
Todavía
la recordamos en la remota infancia, a través del telescopio en la cima del
Teleférico de El Ávila. Jamás olvidamos el instante, agigantada la marca por el
lente acortador de las distancias.
Sobra
la simbología de nuestras ruindades, tema de los futuros cronistas de la
ciudad. Con tristeza, acá también se va la infancia con una Caracas que ya no
es.
Fotografía: LB (Caracas, 07/03/2019).
19/03/2019:
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