Luis Barragán
Cada semana, grupetes oficialistas, evidentemente tarifados, intentan infructuosamente ocupar todo el perímetro del Palacio Legislativo o Capitolio Federal, en Caracas. No lucen suficientes o el dinero se queda a medio camino, pero logran colocarse en sitios claves para atropellar a los parlamentarios de la oposición en tránsito, o a quienes suponen tales, hasta por la vestimenta o cualesquiera otros indicios que el ciego sectarismo autorice.
Un camión de estridentes, repetidas y absurdas consignas, pretendiendo como territorio propio el área de acceso hacia el este de la histórica edificación, orienta el tumulto, dejando para una fatal adivinanza la existencia de armas de fuego. A los ataques generalizados ya se suman otros individuales, además, en el interior del país, apuntando a los diputados, concejales o – sencillamente – dirigentes populares que disientan del régimen.
Las autoridades públicas exponen una cómplice pasividad y existen testimonios de la contribución que hacen para la agresión física, la que va más allá de la verbal que inicia con una mentada de madre, carente de inspiración, aliento e imaginación. De distintos matices, del ataque sistemático sabemos y muy bien, por desgracia, los que también ocupamos las curules como minoría en el hemiciclo, sabiéndonos mayoría en el país, durante el quinquenio legislativo pasado.
El oficialismo desea lavar en sangre la osadía del pueblo venezolano que lo rechazó inequívocamente en los últimos comicios y, en lugar de atajar la locura capaz de meternos en una espiral de violencia que puede dar a traste con el propio gobierno, la estimulan, aplauden y festejan con las ganas de un temerario apostador y el morbo de la radical pobreza moral e ideológica que ostentan. La reciente golpiza del diputado Carlos Paparoni, apenas ejemplifica una situación vergonzosa.
Le corresponde a la Guardia Nacional la custodia del inmueble y la seguridad de quienes – representándolos – sintetizan la voluntad de millones de compatriotas, pero – he acá el problema – dependen de un Comandante en Jefe, el de la Fuerza Armada, en última instancia responsable de lo que pueda ocurrir. Poco o nada hacen ante la muchedumbre agresiva, aunque – no lo olvidamos – amurallaron el palacio y los entornos mediatos e inmediatos, cuando una sola persona trató de acceder a su natural lugar de trabajo: María Corina Machado.
07/03/2016
Fotografía: http://noticiasvenezuela.org/2016/03/01/atencion-noticia-urgente-chavistas-violentos-amenazan-con-entrar-por-la-fuerza-y-tumbar-la-asamblea-nacional/
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