sábado, 19 de marzo de 2016

TOMADO DE "LA AFICIÓN HISTÓRICA" (FB)



Brevísima nota editorial.-  El 24 de enero de 1848, se produjo el tristemente célebre asalto del Congreso, con un saldo de numerosos muertos y heridos.  Luego, se sabrá de la larga década del monagato que hizo lo que le vino en gana con el parlamento. Hoy, cada vez que sesiona la Asamblea Nacional, grupúsculos oficialistas la rodean (es mejor decir, intentan hacerlo por el mermado piquete de personas cuya ventaja consiste en utilizar sendos equipos de sonido y la colaboración de las autoridades públicas).  ¿No basta la amarga lección histórica? ¿Qué se pretende? ¿Cómo evitarlo? (LB)

“El 24 de enero de 1848 el ministro de Relaciones Interiores y Justicia, Martín Sanabria (SIC), se trasladó a la sede del Poder Legislativo a rendir el informe anual del Poder Ejecutivo. Estando dentro del recinto se corre el rumor en la calle de que ha sido asesinado, cosa que enardece a las turbas liberales que estaban apostadas afuera. Intentan entrar y son repelidas  con plomo por la guardia, dándose las primeras escaramuzas, y desatándose la violencia más incontrolada. Los heridos y los muertos van en ascenso, los enfrentamientos entre conservadores y liberales son a cuchillo, a puños, con piedras y hasta con lanzas y bayonetas. Santos Michelena intenta salir por una puerta y es herido con una bayoneta. Fue tan grave el daño que murió dos meses después a consecuencia de la herida. Los parlamentarios Francisco Argote, José Antonio Salas y Juan García son asesinados por las turbas. La misma suerte corre el sargento Pedro Pablo Azpúrua, y un sasre que se había animado a participar en la trifulca”
Rafael Arráiz Lucca
(“Venezuela: 1830 a nuestros días”, Editorial Alfa, Caracas, 2013: 47)

Reproducción: José Tadeo Monagas. Fuente: Francisco González Guinán, "Historia contemporánea de Venezuela", Tip. El Cojo, Caracas, 1910, vol. IV. 

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