Luis Barragán
El gobierno intenta engañarnos a través de una cuña de muy elaborada factura, mediante la cual ofrece la versión demoníaca de un pasado de hambruna que ha sucumbido ante un presente de hartazgo. Del close-up del misérrimo hueso de la supervivencia pasa al de una olla de abundancias que, finalmente, cuece el mensaje de gran satisfacción de la ama de casa que ha redimido; y, además, con absoluto desparpajo, la ministro para la Mujer, juró recientemente que el pueblo está feliz.
La maquinaria propagandística y publicitaria oficial insiste en burlarse de los venezolanos que sufren los estragos de la crisis, pretendiendo afianzar una interpretación idílica de lo que no cesa de ocurrir, propicia para el juicio de psicólogos y psiquiatras. No puede prosperar tamaña ficción de una felicidad que sólo los privilegiados del poder encuentran, por suerte de algo más que un conjuro político e ideológico.
Convertido el asunto en un problema moral de fondo, semana y tanta atrás se hizo noticia la supuesta incursión de negocios de una ex – parlamentaria de mediana relevancia, sobre todo cuando vivía Chávez Frías, otrora responsable – si mal no recordamos – de los asuntos financieros del partido y también vocera de sus propuestas macroeconómicas La inauguración de un spa, movilizó inmediatamente a los venezolanos residentes en Miami para protestarla porque Negasaki (sic) Arriechi, así identificada por el ocio creador de unos amigos, trata ventajosamente de fugarse del paradisiaco socialismo del siglo XXI con el fin de habitar los suburbios de la cruda realidad del vetusto capitalismo de sus tormentos, por ironía, a tres horas en automóvil de Orlando, referente nostálgico de nuestra clase media.
Se nos antoja un personaje de Jesús del Campo, pues, contrario a lo que pueda insinuar el título de la novela del filólogo, “Los diarios clandestinos de Blancanieves” (Edhesa, Barcelona, 2008), trata de una veraz fábula – valga el oxímoron - política del principado. Generalizada una peligrosa huelga de libreros, apareciendo en escena la Opep y el Chicago Bulls, por ejemplo, asegura la protagonista que “hemos “hemos exportado más noticias de las que hemos importado y constituido frecuentemente un punto de referencia que vuelve cuestionables muchas costumbres ajenas”.
La señora Arriechi ilustra esa tan particular transición hacia la desilusión que puede calificarse de gozosa, aunque - probablemente confiada en el anonimato que ha favorecido a otros compañeros de causa de mayores enredos – no puede evitar el enojado y legítimo señalamiento de sus compatriotas. Por lo menos, Disney hizo de la ingenuidad de la princesa su mejor escudo, descubriéndola del Campo con una clara consciencia política de la crisis de un país de ficción que nunca solventará una declaración, por ministerial que fuese.
Ilustración: Rayma.
28/03/2016
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