Medicina en revolución
Nicomedes Febes
* como este encaratado tiempo político sigue su curso aguas
contaminadas abajo, hablemos de cosas más importantes. Por ejemplo,
antier me encontré con un excelente alumno de la Facultad de Medicina
que hoy es un destacado profesor de la facultad, se trata de Roberto
Ochoa, quien es brillante internista en el Hospital Universitario y en
el Hospital de Clínicas Caracas. Roberto me contaba de las vicisitudes
que están sufriendo en el Universitario y eso me recordó mis propias
vivencias en el complejo mundo académico y laboral de un hospital. Parto
del supuesto de las bondades de mi enseñanza como alumno de mis
respetados maestros para quien “un hospital es un cuartel”, para
indicar la importancia de los valores de la disciplina y la jerarquía
dentro de una institución hospitalaria y todas las facetas de ese mundo.
Nuestros hospitales eran mejores cuando esa disciplina y jerarquía eran
sacro santas. Luego vinieron los profesores y médicos socialistas,
unos del mundo subversivo y otros del mundo demagógico democrático que
empezaron a hacer populismo con los empleados y obreros. Hubo un tiempo
cuando algunos profesores se rasgaban las vestiduras para pedir el
derecho a voto paritario de los empleados universitarios para la
elección de las autoridades académicas a partir de la idea que eran
miembros de la comunidad universitaria. Todo era para tratar de imponer,
mediante los votos, a rectores de izquierda a través de ese fraude
intelectual. Por supuesto, me enfrenté a esa infamia porque era como
argumentar que dentro de una familia, la empleada doméstica podía opinar
y decidir sobre la manera de llevar la vida familiar y educar a los
hijos. Como por algún extraño destino me ha tocado siempre vivir vidas
paralelas, por otro lado presencié negociaciones con sindicatos
obreros de la salud. Necesité mucho estómago para soportar como la
dirigencia sindical negociaba, por no decir que chantajeaba, mediante
privilegios personales la aceptación de normas indispensables para el
buen funcionamiento del hospital y eso fue irritante, como por ejemplo:
“te permito que metas a las queridas de tres dirigentes como enfermeras
del hospital antes de que se formen como tales y pagar por la
educación de ellas, mientras están en comisión con goce de sueldo”. Esa
negociación permitía que se abrieran servicios necesarios para el
hospital y no hubiese huelgas más adelante o sabotaje a los equipos para
la atención médica o desaparición de los mismos. Así puedo echar muchos
cuentos que me alejaron de la dirección obligada del mundo
asistencial, incluso vivir eventos como el suicidio de mi asistente de
confianza, un hombre decente que cayó así por haber aceptado
irregularidades administrativas por el amor de una mujer al servicio del
sindicato. Mientras aquí el sistema político permita a los sindicatos
dirigir el reclutamiento y selección del personal, nuestros hospitales
nunca mejorarán. Tampoco los médicos podemos ser una casta intocable ni
puede aceptarse las solidaridades automáticas a ningún nivel, ni
aceptarse los privilegios que gozan estamentos por encima de la plena
competencia por los cargos a concurso, cosa que persiste en el mundo
académico y que es propia del mundo medioeval. Lo de ahora es más grave,
porque la sevicia del régimen contra el conocimiento ha puesto cabeza
abajo la dirección del mundo sanitario asistencial y gente como José
España, el anterior director del Hospital Universitario, un viejo amigo
chavista de izquierda y de quien he denostado en estas columnas, tuvo
que renunciar a la dirección del hospital por no poder enfrentar el
poder sindical de allí. Por eso el Universitario está como está. Les
garantizo: no es lo mismo ver los toros desde la barrera que estar en la
arena, frente a los pitones del toro. Se los digo yo, que he toreado en
algunas de las siete plazas. Pero en ninguna parte de este país hay
tanta reserva moral como en el mundo de los médicos.
Fuente: https://www.facebook.com/nicfebres/posts/10208199662050010
No hay comentarios:
Publicar un comentario