viernes, 25 de diciembre de 2015

FALTA EN LA VENEZUELA DE HOY



Érase de un filósofo

Guido Sosola

A mediados de los años ’40 del XX, aparecen por vez primera en la prensa venezolana algunos textos de Ernesto Mayz Vallenilla. La filosofía era y siempre fue, su preocupación esencial.

Por más de medio siglo,  la opinión pública se interesó por los filósofos de oficio que polemizaban, como ahora no se sabe al desespecializarse las fuentes por todos estos años, excepto los muy escasos que también los integra la propaganda oficialista. Antes, frecuentaban muy regularmente los impresos Juan David García Bacca, Eduardo Vásquez, Federico Riu,  Juan Nuño y Mayz Vallenilla, a los que se prestaba atención al abordar todo lo divino y lo humano.

Además, sus obras eran accesibles por la iniciativa de las casas editoriales de las universidades que, añadida Monte Ávila Editores, bajaban de precio en sendos remates de libros.  La filosofía contemporánea llegaba de un modo u otro a la preocupación del venezolano que hizo esfuerzos por comprenderla hasta que, entre nosotros, la llamada postmodernidad sirvió para cancelar cualquier inquietud que trascendiera las meras circunstancias inmediatas.

Finalizando el presente mes, falleció Mayz Vallenilla a los 90 años de edad, quien constituyó toda una referencia del intelectual que, además,  ocupó como primer rector la Universidad Simón Bolívar, tildada de elitesca más por sus niveles de exigencia que por la distancia del casco central caraqueño y el predominio de las clases medias. Sus clases magistrales, publicadas en gran formato al iniciarse cada año lectivo, muchas veces se guardaban, así como sus libros sobre la razón técnica y el poder que era lo más “ligero” para darle soporte a posturas, valga acotar, políticas.

Obra crucial, Mayz Vallenilla  dibujó la universidad del futuro y todavía queda pendiente la discusión sobre un aporte que se hizo más de la experiencia adquirida que de la especulación reflexiva. Siendo así, la academia lo tuvo como el activista necesario que hoy extrañamos. Sin embargo, no tuvo la fortuna deseada en el campo directamente político.

Digamos, por lo pronto, gravitó en la esfera de simpatías con COPEI, pero – tardíamente – hizo de su humanismo cristiano una apuesta por un socialismo que no tuvo vínculo orgánico con la izquierda socialcristiana que, a finales de la década de los setenta, estaba diluída (si no, completamente derrotada). Hubo una mayor cercanía e inteligencia con Caldera, a quien – por cierto – Steve Ellner califica de progresista, respecto a su primer mandato. Pudo ser y con creces, un extraordinario ministro de Educación del gobierno de Luis Herrera Campíns, a quien se le ocurrió crear un ministerio sin cartera de Inteligencia, pero éste – consabido – prefirió a sus amigos personales. Y, error garrafal, convirtiéndose en otro de los conocidos notables de nuestros tormentos, simpatizó con Chávez Frías, sin que ello le reste mérito alguno como uno de los grandes intelectuales que Venezuela puede y podrá exponer, pues, su obra habla por sí misma. Érase de un filósofo que falta en la Venezuela de hoy para el debate, así de fácil.

Fuente:
http://opinionynoticias.com/opinioncultural/24829-erase-de-un-filosofo
http://www.elsoldemargarita.com.ve/posts/post/id:161356 

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