Parlamento y Fuerza Armada
Luis Barragán
Materia delicada, si bien es cierto que Nicolás Maduro ejerce como Comandante en Jefe de la Fuerza Armada (grado vitalicio, infiere Manuel Rachadell en su último libro), no menos lo es que la militar constituye una política pública y, por tal, sujeta al control parlamentario, consabido el principio constitucional de corresponsabilidad del Estado y la sociedad civil en el ámbito de la seguridad y defensa de la Nación.
En el actual período, cuya conclusión – por cierto – es inevitable, no trascendió debate alguno – porque no lo hubo – en la Comisión Permanente de Defensa de la Asamblea Nacional, a menos que se tenga por tal las ocasionales e interesadas notas de prensa. Reservada la materia por la habilitación presidencial, muy pocas sesiones plenarias se ocuparon de la legislación, incluida la aprobación y – a la semana siguiente – el inmediato levantamiento de la sanción que suscitó el Proyecto de Ley de Disciplina Militar; frecuentemente, las solicitudes de crédito adicional - favorables al ministerio del ramo – estimularon un poco más la discusión; y hubo silencio gubernamental ante problemas concretos, como el esequibano, salvo aquellos momentos en los que le fue imposible evadirse, privilegiada toda inspiración panegírica para tratar a la corporación castrense en sendos proyectos de acuerdo.
Más allá de las acostumbradas consignas, quedamos pendientes de una interpretación marxista de la institución armada que es lo menos que se les podía pedir a tan apasionados panegiristas, sobre todo cuando – en varias oportunidades – intervinimos en demanda de una definición y consideración de la naturaleza adquirida en el marco del socialismo rentístico, multiplicándose las firmas mercantiles beneficiarias de tales créditos. Sentimos displicencia y quizá ignorancia de los voceros gubernamentales, añadidos quienes son militares retirados, como el propio piloto que bombardeó décadas atrás a un grupo guerrillero y ahora es adalid de la revolución.
Inútil espera, porque ni siquiera Mario Esteban Carranza y su clásico “Fuerzas Armadas y Estado de Excepción en América Latina” (Siglo XXI Editores, México, 1978), apegado a las tesis de Nicos Poulantzas, royó el seño de nuestros pretendidos interlocutores. Los contentó y aplaudieron, el carácter partidista que la entidad armada adquirió por todos estos años y, bastando con revisar los viejos Diarios de Debates, contrastaron dramáticamente con las posturas hasta conceptuales de los parlamentarios – afines ideológicamente – que reivindican como sus predecesores (si les llega la noticia, claro está).
Al iniciarse el novísimo período legislativo, la Comisión Permanente de Defensa ha de retomar sus obvias tareas, contribuyendo a una política pública militar estrictamente apegada a la vigente Constitución de la República. No está exceptuada de tan importante consideración y oficio, así no le corresponda autorizar los ascensos, pues, habida cuenta de nuestras fortalezas y vulnerabilidades, entre otros de los factores a considerar, por lo pronto lucen aconsejables tres orientaciones básicas.
Digamos, por una parte, la reprofesionalización de una Fuerza Armada que está al servicio de la Nación, descontaminándola de toda parcialidad y sectarismo político; y, por otra, explicándola por los actuales escenarios que en nada abonan a los que hicieron – ya muy antes - la Guerra Fría, sufragados por las anacrónicas tesis anti-imperialistas y que, incluso, bien observó el almirante brasileño Mario César Flores en su “Bases para una política militar” (Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1996), refiriéndose a la solidaridad regional que “será más fácilmente concretada cuando menos influida esté por la interferencia de instrumentos de orden estratégico del tiempo de la guerra fría, que pierden su razón de ser al finalizar el enfrentamiento este-oeste”. Según nuestra modesta e inexperta opinión, el fenómeno de la guerra hoy está preñado de nuevas realidades, vicisitudes y significaciones.
Finalmente, importa recobrar la subordinación de los mandos decisivos de la Fuerza Armada al poder civil en el contexto de unas adecuadas relaciones de las que trata un especialista como Luis Alberto Buttó, en su extraordinario breviario “Civiles y militares. Manual indispensable” (Negro Sobre Blanco, Caracas, 2015). La venidera Comisión Permanente de Defensa requiere de una mayoría de la oposición democrática con la necesaria prudencia, pero también con la convicción y decisión que la haga defender a cabalidad la Constitución, acaso dándole continuidad a la consulta – así parece – evacuada por el ministro de la Defensa y el Comando Mayor en la sede de Fuerte Tiuna (http://www.eluniversal.com/nacional-y-politica/151221/el-constitucionalista-herman-escarra-propone-a-la-fan-un-pacto-de-esta), con Hermann Escarrá, toda una curiosidad de los días post-electorales.
(*) A falta de Diario de Debates, pueden verse algunos videos:
https://www.youtube.com/watch?v=2Ws3Kn7h1do
https://www.youtube.com/watch?v=XQccTBfwrR8
https://www.youtube.com/watch?v=tuqcwbnfUxE
https://www.youtube.com/watch?v=XGFXi3R7UI8
https://www.youtube.com/watch?v=faHOSuI0NPc
https://www.youtube.com/watch?v=EAOmwO1Jq3k
https://www.youtube.com/watch?v=T0b6pX4MWS0
https://www.youtube.com/watch?v=rO3cUcfCsg4
https://www.youtube.com/watch?v=3xej5bvYTqY
https://www.youtube.com/watch?v=M8c6K73KVJw
https://www.youtube.com/watch?v=D5vr4Bps8Os
Fuentes:
http://www.lapatilla.com/site/2015/12/27/luis-barragan-parlamento-y-fuerza-armada/
http://www.guia.com.ve/noti/134046/parlamento-y-fuerza-armada-luis-barragan
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