NOTITARDE, Valencia, 01 de diciembre de 2013
"Caminando con Cristo"
Vigilancia y preparación (Mt.24,37-44)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
Los cristianos católicos comenzamos en este domingo el tiempo de
adviento y un nuevo año litúrgico. Este primer domingo de adviento está
enmarcado en el tema de la vigilancia. De hecho, la palabra adviento
significa espera, tiempo de vigilancia. ¿A quién esperamos? ¿Por qué
vigilar? El evangelio de hoy y de estos domingos que nos prepararán a la
Navidad nos recuerdan que esperamos a Cristo que ya vino una primera
vez al mundo, naciendo en un pesebre; así mismo, al final de los tiempos
aguardamos su segunda venida. Por eso, estar vigilantes como el dueño
de casa que no sabe a qué hora viene el ladrón; así el cristiano debe
estar atento con la fe, la esperanza, el amor, las buenas obras;
revestidos con las armas de la luz, como dice San Pablo en su Carta a
los Romanos. (Rm. 13,11-14).
El adviento, pues, nos orienta en estos
días a recordar y celebrar la primera venida histórica de Cristo que
nació en Belén, pero también este tiempo nos remite a la última venida
del Señor, sabiendo, además, que en el presente Dios continuamente viene
a la vida de cada creyente en los hechos cotidianos de la historia de
su vida personal o comunitaria; viene en cada Eucaristía que celebramos y
recibos con fe; viene cuando dos o más cristianos están reunidos en su
nombre; por tanto, toda la vida cristiana está signada por el adviento
en el sentido de ese continuo venir de Nuestro Señor, Jesucristo a
nuestras vidas y que llegará a plenitud cuando Él se manifieste
totalmente a la humanidad y lleve a plenitud todas las cosas,
colocándolas a los pies de Dios Padre.
La venida última de
Jesucristo, que se anuncia como hoy en las parábolas de la vigilancia,
tiene su certeza y su incertidumbre. Certeza porque Él mismo nos ha
prometido su retorno e incertidumbre porque nadie sabe ni el día ni la
hora en que esto suceda y por esto hay que estar preparados, vigilantes
ante la venida de nuestro Dios y Salvador.
El tiempo de adviento nos
invita a una espera confiada, porque quien ama y tiene fe, vive
haciendo buenas obras, sabe vivir encuentros frecuentes con Dios a
través de la oración, no tiene que vivir en miedo o angustia; es decir,
el adviento no es un tiempo para la angustia o la ansiedad, como le
sucedía a los primeros cristianos, sino un tiempo que nos recuerda que
aunque no sabemos cuándo regresará de nuevo El Señor; sin embargo,
sabemos el camino que Él mismo nos señaló y que nos ayuda a estar
preparados para cuando vuelva al final de los tiempos. Quien vive en
Cristo, de acuerdo a su palabra, no debe vivir con angustia, sino en la
serena esperanza y la certeza de su retorno.
Preparémonos a vivir el
adviento, a vivirlo con fe a través de la liturgia, especialmente de la
misa dominical que es actualización de la presencia del Señor en medio
de nosotros. Estemos atentos a los signos que durante este tiempo nos
propone la liturgia y que nos ayudan a captar el significado del tiempo
de adviento: la corona de adviento que se coloca desde hoy en nuestras
iglesias y casas, que consta de cuatro velones que se van encendiendo en
estos cuatro domingos que preceden a la Navidad y que nos señalan el
recuerdo del Nacimiento de Jesús y al mismo tiempo significa que Cristo
es Señor del tiempo y de la historia y que el caminar del ser humano
hacia el tiempo final no es una experiencia de soledad, de abandono,
sino al contrario de compañía por parte de Dios que continuamente viene a
nuestras vidas. El color morado utilizado en la vestimenta sacerdotal
significa la esperanza y el recuerdo que El Señor vendrá al final de los
tiempos. Los personajes que iremos viendo en la lectura de la palabra
de Dios dentro de la misa y que se convierten en modelo para nosotros de
lo que debe ser el esperar en Dios por parte del cristiano son: Isaías,
San Juan Bautista, La Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre
nuestra, que se convierten en figuras claves de este tiempo de adviento.
El adviento, por tanto, no es sólo celebración litúrgica, sino la
actitud constante que debe tener el cristiano en la vida; es decir, que
su mente, sus sentimientos y actuaciones deben estar determinadas por la
certeza del retorno del Señor al final de los tiempos, que vendrá para
juzgar a vivos y muertos en el amor.
IDA Y RETORNO: El próximo
domingo es un deber y derecho ciudadano y al mismo tiempo cristiano el
salir a votar, según nuestra conciencia y aquella opción que creamos
aporte al desarrollo del país, de la democracia y el bienestar de todos
los venezolanos. No es momento para la indiferencia y la abstención;
sino salir a dar un respaldo a la democracia que se ejerce y se defiende
a través del voto. Les toca a los rectores del CNE, ante su conciencia,
frente a la patria y en el momento histórico que estamos viviendo,
respetar la opción popular, de la mayoría y garantizar que sea un
proceso transparente. Dios y la historia juzgaran su actuación y todos
esperamos que sea un día que transcurra en paz, en convivencia fraterna y
en gran parte depende de la responsabilidad del árbitro electoral.
Pjoel_15895@hotmail.com
Fotografía: Marcus Møller Bitsch
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