sábado, 21 de diciembre de 2013

OPCIÓN

EL NACIONAL - Domingo 15 de Diciembre de 2013     Papel Literario/2
Cruce de espadas
Nicolás Maquiavelo
LEO STRAUSS

"Maquiavelo es el único pensador político cuyo nombre se ha utilizado comúnmente para designar un tipo de política, el cual existe y seguirá existiendo independientemente de su influencia, una política que se guía de forma exclusiva por consideraciones de conveniencia, que usa todos los medios, limpios o sucios, hierro o veneno, para lograr sus fines ­y esos fines son el engrandecimiento del propio país o la propia patria­, pero también usa la patria al servicio de la exaltación personal del político o del estadista o del propio partido. Pero, si este fenómeno es tan viejo como la sociedad política misma, ¿por qué se lo designa como un derivado del nombre de Maquiavelo, quien vivió y escribió hace no demasiado tiempo, unos quinientos años atrás? Maquiavelo fue el primero en defenderlo públicamente en libros que tenían su nombre en la portada. Maquiavelo lo convirtió en públicamente defendible. Esto significa que su logro, detestable o admirable, no puede entenderse en función de la política misma, ni de la historia de la política ­digamos, en términos del Renacimiento italiano­, sino únicamente desde el punto de vista del pensamiento político, de la filosofía política, de la historia de la filosofía política.
Maquiavelo parece haber roto con todos los filósofos políticos precedentes. Hay pruebas de peso en apoyo de esta opinión. Sin embargo, su obra más extensa procura en forma ostensible producir el renacimiento de la antigua República romana; lejos de ser in innovador radical, Maquiavelo es un restaurador de algo viejo y olvidado (...).
Maquiavelo no se interesa por el modo de vivir de los hombres con el mero fin de describirlo; más bien, sobre la base del conocimiento de cómo viven, su intención es enseñar a los príncipes cómo deberían gobernar e incluso cómo deberían vivir. En consecuencia, reescribe, por así decirlo, la Ética de Aristóteles.
Hasta cierto punto, admite que la enseñanza tradicional es verdadera: los hombres están obligados a vivir virtuosamente, en el sentido aristotélico.
Pero niega que la vida virtuosa sea una vida feliz o conducente a la felicidad. `Si la liberalidad se usa a la manera en que estás obligada a usarla, te hiere; pues si la usas virtuosamente y como deberíamos usarla’, el príncipe se arruinará y se verá obligado a gobernar a sus súbditos de manera opresiva para conseguir el dinero necesario.
La mezquindad, lo contrario a la liberalidad, es `uno de los vicios que permiten a un príncipe gobernar’. Un príncipe debería ser liberal, no obstante, con la propiedad de otros, porque eso incrementa su fama. Consideraciones similares se aplican a la compasión y su opuesto, la crueldad. Esto lleva a Maquiavelo a la cuestión acerca de si para un príncipe es mejor ser amado o ser temido. Es difícil ser amado y temido a la vez. Por consiguiente, puesto que es menester elegir, se debe optar por ser temido, y no amado, porque para ser amado se depende de otros, mientras que para ser temido se depende de uno mismo.
Pero uno debe evitar llegar a ser odiado; el príncipe evitará que se le odie si se abstiene de los bienes y las mujeres de sus súbditos; sobre todo de sus bienes, que los hombres aman a tal punto que les afecta menos el asesinato de su padre que la pérdida de su patrimonio.
En la guerra, la fama de crueldad no hace daño alguno".
(*) Nota: este es un fragmento de su ensayo Nicolás Maquiavelo.
Ilustración: Chema Madoz.

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