Mostrando entradas con la etiqueta San Mateo 24: 37-44. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta San Mateo 24: 37-44. Mostrar todas las entradas

sábado, 30 de noviembre de 2019

REVESTIRSE

Reflexión al Evangelio Dominical: Estar en vela
José Martínez de Toda, S.J.

El Domingo 1 diciembre es el 1° Domingo del Tiempo Litúrgico de Adviento, en que se proclama el Evangelio de San Mateo 24, 37-44.  El P. José Martínez de Toda nos comparte su comentario dialogado sobre este texto del Evangelio.

"Estén siempre preparados, porque a la hora que menos piensan, viene el Hijo del Hombre"

¿Cómo fue la gran inundación?

"Los vecinos de Noé comían, bebían, se casaban...", sin pensar para nada en que su fin se acercaba. Le llevaría a Noé mucho tiempo construir y aprovisionar el arca. Le verían trabajar, y le habrían preguntado sobre ello. Ciertamente, él les diría que se arrepintieran de sus pecados, para que ellos, también, fueran salvados. Sin embargo, no le hicieron caso, y pensaban que Noé era un fanático religioso.

Y cuando las aguas empezaron a subir, los vecinos se sorprendieron y comenzaron a preocuparse. Al ver que el agua se acercaba a sus casas, se pusieron más ansiosos. Al ver que el agua continuaba subiendo, empezaron a tener miedo. Al ver que el agua se llevaba todo, se pusieron histéricos. Cuando se espabilaron lo suficiente para hacer algo, era demasiado tarde. La hora de preparación ya había pasado. El diluvio arrasó con todo.

¿Qué otra comparación pone Jesús?

Describe a la gente llevando una vida 'normal' en el campo, en el molino... No hay ninguna indicación de que hoy será diferente al de ayer o al día anterior. La vida sigue. Pero de pronto uno muere y el vecino sobrevive. La venida de la muerte será rápida y sorpresiva.

Esas dos situaciones, descritas por Jesús, eran muy parecidas a las de hoy. Hay quienes avisan de esa posibilidad (de emergencia), pero pocos los toman en serio. Jesús concluye: "Así será también con la venida del Hijo del hombre". Se encontrarán sin preparar.

Jesús en este evangelio habla de su futura venida. ¿Pero no vino ya en Belén?

Jesús viene a nosotros en muchas formas:

Viene en Navidad, viene cada día cuando escuchamos su Palabra en el Evangelio, cuando lo recibimos en la comunión, cuando viene en la persona de un amigo que te ayuda, de un necesitado que me necesita...

Pero hay otras venidas imprevistas en momentos de tensión, de persecución, de enfermedad, a la hora de la muerte, al final del mundo...

Hay algo en lo que no queremos ni pensar: cómo moriremos.

La muerte nos puede venir de repente o poco a poco.

Puede ser un accidente de carro, de bus, un terremoto. No estás seguro en ningún sitio, ni en las Torres Gemelas. Sin embargo, hasta la gente que tiene trabajos peligrosos (bomberos, policías, soldados) encuentra difícil imaginarse su propia muerte.

También puede ser que muramos poco a poco de alguna enfermedad o de viejos; en este caso, tendremos la oportunidad de prepararnos espiritualmente mejor.

A la hora que menos lo pienses, vendrá el Hijo del Hombre, te encontrarás con Él.

Cada domingo, en el Credo, lo recordamos: "Y de nuevo vendrá con gloria a juzgar"...

Y hoy, en Adviento, hacemos un paréntesis para reflexionar también en esta venida del Señor en su parusía (o presencia) del último día.

¿Todo será negativo al fin del mundo?

Abundan en la Biblia imágenes positivas que expresan que todo lo bueno del mundo conocido quedará y será transformado en "el cielo nuevo y la tierra nueva donde habitará la justicia" (2 Pedro 13). Son innumerables los textos proféticos que describen el futuro con símbolos de alegría y de fiesta. (Isaías 60, 1-22; 62 1-12; Amós 9, 11-15; Miqueas 4, 1-5; Sofonías 3, 14-20; Apocalipsis 21, 1-8; 22, 1-21).

El fin del mundo fue también comparado en la Biblia a un parto. Para que un nuevo ser nazca son necesarios tiempo, amor, paciencia, esperanza, y en el momento decisivo, en las horas finales, se necesita esfuerzo y paciencia para los dolores tremendos.

Según S. Pablo, en este parto ya ha asomado el niño, ya ha nacido la cabeza del hombre nuevo, que es Jesús. La humanidad, que es el cuerpo, nacerá tras él (Efesios 1, 22; 1 Corintios 12, 12 y 27). Ése es nuestro deber: ayudar a ese nacimiento.

¿Qué debemos hacer? ¿Cómo podemos estar listos?

Una clara respuesta de Jesús se encuentra más adelante en este evangelio, en el Juicio Final. Allí, cuando Jesús dice que actividades como dar de comer a los pobres, dar de beber a los sedientos, dar la bienvenida a un desconocido, vestir a los desnudos, y visitar a los prisioneros serán, como si las hubiéramos hecho por Cristo mismo (Mt 25:31-46).

Entonces, más nos vale estar listos. Y así podemos dejar el resto en manos de Cristo.

La persona que vive en constante compañía con Jesús no será amenazada por su repentina aparición de Jesús. En cambio, la venida de Jesús será una ocasión para alegrarse, muy parecida a lo que sentimos cuando vemos a un ser querido después de mucho tiempo sin verle – o como la alegría que siente una persona perdida al ver que alguien viene a rescatarle.

¿Cómo debemos esperar al Señor?

Es lo que se llama 'empatía'.

S. Pablo nos aconseja: "Revístanse del Señor Jesús", es decir, pongámonos en su lugar: ¿Qué haría Jesús en esta ocasión? Así mejoraremos nuestro estilo de vida de una forma determinada y concreta. Y no puedo acertar si no tengo una relación de confianza y de amor con Él.

Revestirse del Señor Jesús es soñar con el profeta Isaías en una vida en la cima de la montaña donde el Reino de Dios es luz, paz y justicia.

Revestirse del traje de Jesús es tener el deseo y el sueño de vivir para la justicia y el amor y que ese sueño nos posea y nos impulse a luchar contra toda injusticia y todo odio.

El vestido de Jesús viene en una sola talla para todos. Y no tiene precio, es un regalo de Dios. Pero hay que llevarlo con dignidad. Hay que llevarlo en la lucha por la justicia.

Hay que vigilar para no perderlo. Hay que amarlo hasta dar la vida por él.

Fuente:
https://radioevangelizacion.org/noticia/reflexion-al-evangelio-dominical-estar-vela
Ilustración: Alexander Ivanov.

domingo, 27 de noviembre de 2016

EMPATÍA

Evangelio Dominical: Estar en vela
José Martínez de Toda, S.J.

Comentario dialogado al Evangelio que se proclama en el Primer Domingo de Adviento, Ciclo A, correspondiente al domingo 27 de noviembre 2016.  La lectura es tomada del Evangelio según San Mateo 24, 37-44.

"Estén siempre preparados, porque a la hora que menos piensan, viene el Hijo del Hombre"


¿Cómo fue la gran inundación?
"Los vecinos de Noé comían, bebían, se casaban...", sin pensar para nada en que su fin se acercaba. Le llevaría a Noé mucho tiempo construir y aprovisionar el arca. Le verían trabajar, y le habrían preguntado sobre ello. Ciertamente, él les diría que se arrepintieran de sus pecados, para que ellos, también, fueran salvados. Sin embargo, no le hicieron caso, y pensaban que Noé era un fanático religioso.

Y cuando las aguas empezaron a subir, los vecinos se sorprendieron y comenzaron a preocuparse. Al ver que el agua se acercaba a sus casas, se pusieron más ansiosos. Al ver que el agua continuaba subiendo, empezaron a tener miedo. Al ver que el agua se llevaba todo, se pusieron histéricos. Cuando se espabilaron lo suficiente para hacer algo, era demasiado tarde. La hora de preparación ya había pasado. El diluvio arrasó con todo.

¿Qué otra comparación pone Jesús?

Describe a la gente llevando una vida 'normal' en el campo, en el molino... No hay ninguna indicación de que hoy será diferente al de ayer o al día anterior. La vida sigue. Pero de pronto uno muere y el vecino sobrevive. La venida de la muerte será rápida y sorpresiva.

Esas dos situaciones, descritas por Jesús, eran muy parecidas a las de hoy. Hay quienes avisan de esa posibilidad (de emergencia), pero pocos los toman en serio. Jesús concluye: "Así será también con la venida del Hijo del hombre". Se encontrarán sin preparar.

Jesús en este evangelio habla de su futura venida. ¿Pero no vino ya en Belén?
Jesús viene a nosotros en muchas formas:
Viene en Navidad, viene cada día cuando escuchamos su Palabra en el Evangelio, cuando lo recibimos en la comunión, cuando viene en la persona de un amigo que te ayuda, de un necesitado que me necesita...
Pero hay otras venidas imprevistas en momentos de tensión, de persecución, de enfermedad, a la hora de la muerte, al final del mundo...

Hay algo en lo que no queremos ni pensar: cómo moriremos.
La muerte nos puede venir de repente o poco a poco.
Puede ser un accidente de carro, de bus, un terremoto. No estás seguro en ningún sitio, ni en las Torres Gemelas. Sin embargo, hasta la gente que tiene trabajos peligrosos (bomberos, policías, soldados) encuentra difícil imaginarse su propia muerte.

También puede ser que muramos poco a poco de alguna enfermedad o de viejos; en este caso, tendremos la oportunidad de prepararnos espiritualmente mejor.

A la hora que menos lo pienses, vendrá el Hijo del Hombre, te encontrarás con Él.
Cada domingo, en el Credo, lo recordamos: "Y de nuevo vendrá con gloria a juzgar"...
Y hoy, en Adviento, hacemos un paréntesis para reflexionar también en esta venida del Señor en su parusía (o presencia) del último día.

¿Todo será negativo al fin del mundo?

Abundan en la Biblia imágenes positivas que expresan que todo lo bueno del mundo conocido quedará y será transformado en "el cielo nuevo y la tierra nueva donde habitará la justicia" (2 Pedro 13). Son innumerables los textos proféticos que describen el futuro con símbolos de alegría y de fiesta. (Isaías 60, 1-22; 62 1-12; Amós 9, 11-15; Miqueas 4, 1-5; Sofonías 3, 14-20; Apocalipsis 21, 1-8; 22, 1-21).

El fin del mundo fue también comparado en la Biblia a un parto. Para que un nuevo ser nazca son necesarios tiempo, amor, paciencia, esperanza, y en el momento decisivo, en las horas finales, se necesita esfuerzo y paciencia para los dolores tremendos.

Según S. Pablo, en este parto ya ha asomado el niño, ya ha nacido la cabeza del hombre nuevo, que es Jesús. La humanidad, que es el cuerpo, nacerá tras él (Efesios 1, 22; 1 Corintios 12, 12 y 27). Ése es nuestro deber: ayudar a ese nacimiento.

¿Qué debemos hacer? ¿Cómo podemos estar listos?

Una clara respuesta de Jesús se encuentra más adelante en este evangelio, en el Juicio Final. Allí, cuando Jesús dice que actividades como dar de comer a los pobres, dar de beber a los sedientos, dar la bienvenida a un desconocido, vestir a los desnudos, y visitar a los prisioneros serán, como si las hubiéramos hecho por Cristo mismo (Mt 25:31-46).

Entonces, más nos vale estar listos. Y así podemos dejar el resto en manos de Cristo.

La persona que vive en constante compañía con Jesús no será amenazada por su repentina aparición de Jesús. En cambio, la venida de Jesús será una ocasión para alegrarse, muy parecida a lo que sentimos cuando vemos a un ser querido después de mucho tiempo sin verle – o como la alegría que siente una persona perdida al ver que alguien viene a rescatarle.

¿Cómo debemos esperar al Señor?
Es lo que se llama 'empatía'.

S. Pablo nos aconseja: "Revístanse del Señor Jesús", es decir, pongámonos en su lugar: ¿Qué haría Jesús en esta ocasión? Así mejoraremos nuestro estilo de vida de una forma determinada y concreta. Y no puedo acertar si no tengo una relación de confianza y de amor con Él.

Revestirse del Señor Jesús es soñar con el profeta Isaías en una vida en la cima de la montaña donde el Reino de Dios es luz, paz y justicia.

Revestirse del traje de Jesús es tener el deseo y el sueño de vivir para la justicia y el amor y que ese sueño nos posea y nos impulse a luchar contra toda injusticia y todo odio.

El vestido de Jesús viene en una sola talla para todos. Y no tiene precio, es un regalo de Dios. Pero hay que llevarlo con dignidad. Hay que llevarlo en la lucha por la justicia.

Hay que vigilar para no perderlo. Hay que amarlo hasta dar la vida por él.

Fuente:
http://radioevangelizacion.org/noticia/evangelio-dominical-estar-vela

Cfr.
Mons. Antonio José López Castillo: http://www.elimpulso.com/correos-diarios/enterate/arquidiocesana-alerta-creyente
Todo San Mateo: http://feadulta.com/anterior/ev-0-indice-1_mateo.htm
Isabel Vidal de Tenreiro: http://www.elimpulso.com/opinion/buena-nueva-estamos-preparados-2

Ilustración: Luisa Richter.

CERTEZA E INCERTIDUMBRE

NOTITARDE, Valencia, 27 de noviembre de 2016
 “Caminando con Cristo”
Vigilancia y preparación (Mt.24, 37-44)
Joel de Jesús Núñez Flautes

Los cristianos católicos comenzamos en este domingo el tiempo de adviento y un nuevo año litúrgico. Este primer domingo de adviento está enmarcado en el tema de la vigilancia. De hecho, la palabra adviento significa espera, tiempo de vigilancia. ¿A quién esperamos? ¿Por qué vigilar? El evangelio de hoy y de estos domingos que nos prepararán a la Navidad nos recuerda que esperamos a Cristo que ya vino una primera vez al mundo, naciendo en un pesebre; así mismo, al final de los tiempos aguardamos su segunda venida. Por eso, estar vigilantes como el dueño de casa que no sabe a qué hora viene el ladrón; así el cristiano debe estar atento con la fe, la esperanza, el amor, las buenas obras; revestidos con las armas de la luz (Rm. 13,11-14).

El adviento, pues, nos orienta en estos días a recordar y celebrar la primera venida histórica de Cristo que nació en Belén, pero también este tiempo nos remite a la última venida del Señor, sabiendo, además, que en el presente Dios continuamente viene a la vida de cada creyente en los hechos cotidianos de la historia de su vida personal o comunitaria; viene en cada Eucaristía que celebramos y recibos con fe; viene cuando dos a más cristianos están reunidos en su nombre; por tanto, toda la vida cristiana está signada por el adviento en el sentido de ese continuo venir de Nuestro Señor, Jesucristo a nuestras vidas y que llegará a plenitud cuando Él se manifieste totalmente a la humanidad y lleve a plenitud todas las cosas, colocándolas a los pies de Dios Padre.

La venida última de Jesucristo, que se anuncia como hoy en las parábolas de la vigilancia, tiene su certeza y su incertidumbre. Certeza porque Él mismo nos ha prometido su retorno e incertidumbre porque nadie sabe ni el día ni la hora en que esto suceda y por esto hay que estar preparados.

IDA Y RETORNO: Hoy es Domingo Familiar del Seminario.

Fuente:
http://www.notitarde.com/vigilancia-y-preparacion-mt24-37-44/columnistas-del-dia/2016/11/27/1038196
Cfr.
Pedro Olalde y Patxi Loidi: http://feadulta.com/anterior/Evang-01-Adv-07.htm
Ilustración: Greg Olsen.

domingo, 1 de diciembre de 2013

ATENTOS

NOTITARDE, Valencia, 01 de diciembre de 2013
"Caminando con Cristo"
Vigilancia y preparación (Mt.24,37-44)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

Los cristianos católicos comenzamos en este domingo el tiempo de adviento y un nuevo año litúrgico. Este primer domingo de adviento está enmarcado en el tema de la vigilancia. De hecho, la palabra adviento significa espera, tiempo de vigilancia. ¿A quién esperamos? ¿Por qué vigilar? El evangelio de hoy y de estos domingos que nos prepararán a la Navidad nos recuerdan que esperamos a Cristo que ya vino una primera vez al mundo, naciendo en un pesebre; así mismo, al final de los tiempos aguardamos su segunda venida. Por eso, estar vigilantes como el dueño de casa que no sabe a qué hora viene el ladrón; así el cristiano debe estar atento con la fe, la esperanza, el amor, las buenas obras; revestidos con las armas de la luz, como dice San Pablo en su Carta a los Romanos. (Rm. 13,11-14).
El adviento, pues, nos orienta en estos días a recordar y celebrar la primera venida histórica de Cristo que nació en Belén, pero también este tiempo nos remite a la última venida del Señor, sabiendo, además, que en el presente Dios continuamente viene a la vida de cada creyente en los hechos cotidianos de la historia de su vida personal o comunitaria; viene en cada Eucaristía que celebramos y recibos con fe; viene cuando dos o más cristianos están reunidos en su nombre; por tanto, toda la vida cristiana está signada por el adviento en el sentido de ese continuo venir de Nuestro Señor, Jesucristo a nuestras vidas y que llegará a plenitud cuando Él se manifieste totalmente a la humanidad y lleve a plenitud todas las cosas, colocándolas a los pies de Dios Padre.
La venida última de Jesucristo, que se anuncia como hoy en las parábolas de la vigilancia, tiene su certeza y su incertidumbre. Certeza porque Él mismo nos ha prometido su retorno e incertidumbre porque nadie sabe ni el día ni la hora en que esto suceda y por esto hay que estar preparados, vigilantes ante la venida de nuestro Dios y Salvador.
El tiempo de adviento nos invita a una espera confiada, porque quien ama y tiene fe, vive haciendo buenas obras, sabe vivir encuentros frecuentes con Dios a través de la oración, no tiene que vivir en miedo o angustia; es decir, el adviento no es un tiempo para la angustia o la ansiedad, como le sucedía a los primeros cristianos, sino un tiempo que nos recuerda que aunque no sabemos cuándo regresará de nuevo El Señor; sin embargo, sabemos el camino que Él mismo nos señaló y que nos ayuda a estar preparados para cuando vuelva al final de los tiempos. Quien vive en Cristo, de acuerdo a su palabra, no debe vivir con angustia, sino en la serena esperanza y la certeza de su retorno.
Preparémonos a vivir el adviento, a vivirlo con fe a través de la liturgia, especialmente de la misa dominical que es actualización de la presencia del Señor en medio de nosotros. Estemos atentos a los signos que durante este tiempo nos propone la liturgia y que nos ayudan a captar el significado del tiempo de adviento: la corona de adviento que se coloca desde hoy en nuestras iglesias y casas, que consta de cuatro velones que se van encendiendo en estos cuatro domingos que preceden a la Navidad y que nos señalan el recuerdo del Nacimiento de Jesús y al mismo tiempo significa que Cristo es Señor del tiempo y de la historia y que el caminar del ser humano hacia el tiempo final no es una experiencia de soledad, de abandono, sino al contrario de compañía por parte de Dios que continuamente viene a nuestras vidas. El color morado utilizado en la vestimenta sacerdotal significa la esperanza y el recuerdo que El Señor vendrá al final de los tiempos. Los personajes que iremos viendo en la lectura de la palabra de Dios dentro de la misa y que se convierten en modelo para nosotros de lo que debe ser el esperar en Dios por parte del cristiano son: Isaías, San Juan Bautista, La Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, que se convierten en figuras claves de este tiempo de adviento.
El adviento, por tanto, no es sólo celebración litúrgica, sino la actitud constante que debe tener el cristiano en la vida; es decir, que su mente, sus sentimientos y actuaciones deben estar determinadas por la certeza del retorno del Señor al final de los tiempos, que vendrá para juzgar a vivos y muertos en el amor.
IDA Y RETORNO: El próximo domingo es un deber y derecho ciudadano y al mismo tiempo cristiano el salir a votar, según nuestra conciencia y aquella opción que creamos aporte al desarrollo del país, de la democracia y el bienestar de todos los venezolanos. No es momento para la indiferencia y la abstención; sino salir a dar un respaldo a la democracia que se ejerce y se defiende a través del voto. Les toca a los rectores del CNE, ante su conciencia, frente a la patria y en el momento histórico que estamos viviendo, respetar la opción popular, de la mayoría y garantizar que sea un proceso transparente. Dios y la historia juzgaran su actuación y todos esperamos que sea un día que transcurra en paz, en convivencia fraterna y en gran parte depende de la responsabilidad del árbitro electoral.
Pjoel_15895@hotmail.com

Fotografía: Marcus Møller Bitsch
Cfr. http://elimpulso.com/articulo/buena-nueva-estar-preparados#.UptDpCdGZZg

PENDIENTES

1 de diciembre de 2013. 1º domingo de Adviento (A). San Mateo 24, 37-44
Con los ojos abiertos
José Antonio Pagola

Las primeras comunidades cristianas vivieron años muy difíciles. Perdidos en el vasto Imperio de Roma, en medio de conflictos y persecuciones, aquellos cristianos buscaban fuerza y aliento esperando la pronta venida de Jesús y recordando sus palabras: Vigilad. Vivid despiertos. Tened los ojos abiertos. Estad alerta.
¿Significan todavía algo para nosotros las llamadas de Jesús a vivir despiertos? ¿Qué es hoy para los cristianos poner nuestra esperanza en Dios viviendo con los ojos abiertos? ¿Dejaremos que se agote definitivamente en nuestro mundo secular la esperanza en una última justicia de Dios para esa inmensa mayoría de víctimas inocentes que sufren sin culpa alguna?
Precisamente, la manera más fácil de falsear la esperanza cristiana es esperar de Dios nuestra salvación eterna, mientras damos la espalda al sufrimiento que hay ahora mismo en el mundo. Un día tendremos que reconocer nuestra ceguera ante Cristo Juez: ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, extranjero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te asistimos? Este será nuestro dialogo final con él si vivimos con los ojos cerrados.
Hemos de despertar y abrir bien los ojos. Vivir vigilantes para mirar más allá de nuestros pequeños intereses y preocupaciones. La esperanza del cristiano no es una actitud ciega, pues no olvida nunca a los que sufren. La espiritualidad cristiana no consiste solo en una mirada hacia el interior, pues su corazón está atento a quienes viven abandonados a su suerte.
En las comunidades cristianas hemos de cuidar cada vez más que nuestro modo de vivir la esperanza no nos lleve a la indiferencia o el olvido de los pobres. No podemos aislarnos en la religión para no oír el clamor de los que mueren diariamente de hambre. No nos está permitido alimentar nuestra ilusión de inocencia para defender nuestra tranquilidad.
Una esperanza en Dios, que se olvida de los que viven en esta tierra sin poder esperar nada, ¿no puede ser considerada como una versión religiosa de cierto optimismo a toda costa, vivido sin lucidez ni responsabilidad? Una búsqueda de la propia salvación eterna de espaldas a los que sufren, ¿no puede ser acusada de ser un sutil “egoísmo alargado hacia el más allá”?
Probablemente, la poca sensibilidad al sufrimiento inmenso que hay en el mundo es uno de los síntomas más graves del envejecimiento del cristianismo actual. Cuando el Papa Francisco reclama “una Iglesia más pobre y de los pobres”, nos está gritando su mensaje más importante a los cristianos de los países del bienestar."

creereenti.blogspot.com/2013/11/comentario-evangelio-del-domingo-1-de.html
Ilustración: Fabienne Rivory.

martes, 30 de noviembre de 2010

utopía


San Mateo, 24: 37-44

Interactuando con la feligresía, como acostumbra, en su homilía de hoy el Padre Numa Molina (SJ), al referirse a la primera lectura (Is, 2: 1-5), “El Será el árbitro de las naciones y el Juez de los pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados y de las lanzas, podaderas” identificó la utopía y preguntó que es la Utopía y – como dijo un escritor – sirve para caminar. Lo es, por ejemplo, que las pistolas automáticas de nuestros barrios se conviertan – después de fundidas – en herramientas de trabajo o en juguetes para niños. ¿Qué pensamos de los ciberjuegos de guerra que consumen tanto tiempo de los niños, cada vez más macabros?¿Es posible un país de diálogo, incluso, con independencia de las diferentes ideologías existentes? Y el Reino de Dios es posible. Por lo que la lectura es un deseo de conversión, un cambio de consciencia. Debemos cada uno de nosotros poner los medios necesarios para alcanzar la utopía. Es realizable. Estamos llamados a ello. Se necesita tener mucha fe. Hacer la utopía significa realizarla desde la perspectiva cristiana.

Respecto a la segunda lectura (Rom, 13: 11-14), subrayó aquello de despertar del sueño y tomar en cuenta el momento que vivimos. Hay muchos signos, debemos estar atentos de los signos, como los de ahora con las tragedias que provocan las lluvias. Significa ser solidarios, hacernos sólidos con el otro. Y también despertar. ¿Le prestamos la debida atención a los hijos, por ejemplo? De la Lectura del Evangelio resaltó “Valen, pues, y estén preparados, porque no saben que día va a venir el señor” estar despiertos, preparados. Todo invita al cambio, al análisis de la realidad que –citando el Evangelio, apuntó a una palabra clave: prepararse. El cristiano está llamado a caminar. Jesús nos enseña a vivirlo. Versó un psicólogo vienés – Víctor Frankl. - sobre la unicidad del instante: cada momento es único, irrepetible. E, igualmente, recordó cuando en la Parroquia Universitaria fue visitado por una señora que fue a interrogarlo sobre el significado de las escarchas de la Virgen, en momentos difíciles para la población con el deslave, Y le respondió: ahí está, en la entonces tragedia del estado Vargas la respuesta, en los niños huérfanos, en los hermanos necesitados, el mensaje.

Concluyendo la misa – le permitió al Padre Molina recomendar el aprovechamiento de las cuatro semanas de Adviento para que cada semana realicemos un acto de reflexión, por ejemplo que la primera semanas sea un examen de consciencia sobre nosotros mismos, a donde vamos, que queremos, la segunda de reflexión sobre la vida pública de Jesús, luego pasearnos por su pasión hasta llegar a la 4ta semana y celebrar a la Resurrección en Cristo vivo en el Pesebre.

Ilustración, “Belen” (2007) de Frank Savadera (SJ):
http://contemplatioadamorem.blogspot.com/