miércoles, 9 de noviembre de 2011
NOVELISTA
EL NACIONAL - LUNES 07 DE NOVIEMBRE DE 2011 ESCENAS/1
Chocrón, el magnífico
Piedra angular del teatro venezolano, el dramaturgo, economista, docente y gerente cultural falleció ayer a los 81 años de edad
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ
La luminosa mañana del domingo se ensombreció de repente. Un correo de esos que ya no transportan los carteros, sino que viajan por redes invisibles, trajo la infausta noticia: Isaac Chocrón falleció ayer en la madrugada. Aunque se sabía que un cáncer le había puesto un final a la obra de su vida, jamás se quiso que ese momento llegara. Pero llegó.
Inexorable.
Y como Chocrón siempre hablaba de la familia escogida, esa con la que compartió sus angustias intelectuales y robusteció sus afectos Cruz Salmerón Acosta, José Ignacio Cabrujas, Román Chalbaud, Elisa Lerner, Vicente Nebreda, Elías Pérez Borjas, Miyó Vestrini, Rodolfo Izaguirre, Belén Lobo, John Lange, Miriam Dembo, Sara, la fiel Sara..., quienes aman el teatro sienten que perdieron a alguien cercano, quizás, a un tío neurótico o a uno justamente sarcástico, un amigo de ética irreductible.
En tiempos en los que se dudaba de la existencia de una dramaturgia auténticamente venezolana, Chocrón, junto con José Ignacio Cabrujas y Román Chalbaud, asumió el compromiso de renovar, desde El Nuevo Grupo, el teatro nacional con obras que tenían en la conciencia de los espectadores el mismo impacto de las cargas de profundidad: estremecían, sí, pero también hacían reflexionar.
Por eso, a partir de la década de los años setenta fueron llamados la Santísima Trinidad del Teatro Venezolano, mote que, según la intención de quien lo usara, servía bien para reconocer los aportes del trío de autores o para poner en entredicho una hegemonía que ninguno de ellos se endilgó.
Economista, ensayista, docente y, sobre todo, hombre de teatro, Isaac Chocrón nació en Maracay, estado Aragua, el 25 de septiembre de 1930. Siempre se consideró una persona como cualquier otra. "Ni mi papá ni mi abuelo eran Arturo Uslar, ni Pablo Picasso, ni nada. Nosotros éramos una clase media judía pudiente. En mi casa tú no entrabas y oías a Mozart ni estaba mi papá leyendo a San Juan de la Cruz, ni nada de eso. Ahí la genética como que no funcionó", aseguró en una entrevista que le hicieron Stefania Mosca, Diana Benshimol y Artemis Nader para la revista cultural Kalathos.
La ira y los afectos. Aparte del dolor que causa su pérdida, del vacío que sigue a su ausencia definitiva, la huella de Isaac Chocrón está y seguirá estando en lo que dejó escrito, en sus piezas, sus ensayos y novelas. "El tema fundamental de mi teatro dijo citando a los estudiosos de su obra es mi teoría de que uno nace dentro de una familia que es la heredada, pero en la medida en que uno empieza a tener amigos surge lo que yo llamo la familia elegida. (...) Si no escribo, no tengo razón de ser. Si dejo de escribir, dejo de vivir", declaró a El Nacional .Fundador de la Compañía Nacional de Teatro y director de El Nuevo Grupo, el Teatro Teresa Carreño y la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela, Chocrón, el autor que admiraba a Tennessee Williams, Harold Pinter, Edward Albee y Sam Shepard, a los que dedicó algunos de sus ensayos analíticos, ganó en 1979 el Premio Nacional de Teatro. Su obra desnuda aquellas relaciones humanas en las que los involucrados terminan devorándose a dentelladas, tal como lo señaló Rubén Monasterios en su libro Un enfoque crítico del teatro venezolano (Monte Ávila Editores, 1989).
Piezas como Animales feroces (1963), Asia y el Lejano Oriente (1966), Tric-Trac (1967), O.K. (1969), La revolución (1971), La máxima felicidad (1975), Simón (1983), Solimán el magnífico (1991), Tap Dance y Los navegaos (2006) testimonian su legado y confirman su potencial de textos clásicos capaces de desmontar la falsa moral y la vileza humana, de desacralizar la historia y, por qué no, de agradecer a su familia elegida. "Espero no equivocarme, pero creo que el teatro nunca desaparecerá", decía. Y no se equivocó.
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