Alfaro Ucero y la (In) especialidad partidista
Luis Barragán
Fallecido recientemente, en esta ocasión no deseamos emitir juicio alguno de valor en torno a Luis Alfaro Ucero. Únicamente, lamentamos no saber si dejó pendiente sus memorias o la publicación misma de los archivos en un futuro no muy lejano para la satisfacción de los investigadores.
Parlamentario desde muy joven, su principal dedicación fue el partido y, más específicamente, la secretaría de Organización en la que hizo definitiva carrera hasta alcanzar la cima. Puede decirse, ni siquiera la jefatura o secretaría general de Acción Democrática fue tan vital para el líder monaguense, como el área de organización y la maquinaria electoral resultante.
Hizo escuela en el universo partidista venezolano, en un ámbito tan realista, frío y definitivo. Se dirá de los incontables recursos materiales de los que se sirvió, por ejemplo, aunque existen sobradas lecciones históricas donde la abundancia automáticamente no arroja el éxito esperado.
Esa escuela se hizo a través de los años, supo de importantes cuadros y relevos. Una vocación y una experiencia acumuladas que, parte de la dramática crisis política aún padecida, hoy lucen perdidas, festejada la inespecialidad del trabajo interior y exterior de los partidos que, amén de los organizadores, destacaban por sus ideólogos, gremialistas, expertos petroleros, administradores o parlamentarios.
Los partidos no se improvisan, ni el talento político se adquiere en el supermercado. Alfaro Ucero nos lo recuerda, simpaticemos o no con él.
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