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sábado, 22 de septiembre de 2018

OPOSICIÓN

De los roles esequibanos
Luis Barragán


A raíz de una reciente entrevista publicada por un semanario venezolano (http://lbarragan.blogspot.com/2018/08/persistencia.html),  recibimos  un par de comentarios alusivos a la materia.  El uno, ventilado a propósito de una entrevista radial, y el otro, en una asamblea de ciudadanos, coincidían en la necesidad de asumir el problema del Esequibo más allá del dato escolar, como – aseguran – lo hicimos con el periodista Enrique Meléndez.

Proferidos en lugares y circunstancias diferentes, celebramos los comentarios al revelar un criterio más ciudadano del asunto, consciente de las circunstancias y roles que nos corresponden.  La campaña pedagógica, por siempre necesaria, no es suficiente ante la tramitación, el procesamiento y la definitiva asunción de una materia que remite – ineludible – al ámbito de la política y al definitivo cuestionamiento de la dictadura.

En efecto, ya escolarmente desinformada la población en torno al histórico reclamo, resulta indispensable agotar nuestros mejores esfuerzos por una didáctica y una divulgación extensa.  La realización y multiplicación de foros y de otras iniciativas afines, es de una urgencia impostergable, pues, hemos retrocedido demasiado respecto a un siglo XX en el que, de un modo u otro, la preocupación estuvo presente y, ahora, apenas una encuesta de las que sabemos, tímidamente asoma el Esequibo como algo lejano, ajeno y hasta incomprensible en la significativa muestra tomada. Sin embargo, lo más importante, consiste  en el tratamiento dado por los sectores políticos alternativos.

Vente Venezuela y la Fracción  Parlamentaria del 16 de Julio, consta en los más disímiles medios de comunicación, plantearon lo que denominamos una política del Amplio Compromiso Esequibano. E, incluso, incurriendo en una inelegancia, nuestras intervenciones en la Asamblea Nacional están caracterizadas no sólo por un diagnóstico progresivo y sistémico del problema, sino por hablar de opciones que tiendan a solventarlo.

No basta con expresar que tenemos un diferendo y dar unos brochazos históricos y jurídicos al planteamiento, por lo que, luego convertido en lugar común, reclamamos desde 2013, una política de Estado que comporta condiciones, exigencias y alternativas indispensables de trabajar. Por ello, los proyectos de leyes en torno a la Fachada Atlántica, la de Estadidad o la de reforma a la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación, entre otras  propuestas a las que sumamos la apertura de una investigación en la comisión correspondiente de funcionarios involucrados en la entrega territorial, o el continuo y celoso seguimiento de las actuaciones de La Haya, vista la iniciativa guyanesa: una cosa es difundir el origen y la evolución histórica de la controversia y, otra, procurar soluciones, pensarlas e implementarlas, desde los sectores políticos, académicos y, en general, ciudadanos. Acotemos, los comentarios en cuestión revelan que hay consciencia sobre lo que entendemos por los roles esequibanos.

24/09/2018:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/33522-barragan-l

domingo, 18 de septiembre de 2016

¿QUÉ CLASE DE REGRESO A CLASES?

Los siglos escolares
Luis Barragán


Las vacaciones escolares fueron heroicas para los padres y representantes que debieron redoblar sus esfuerzos por hallar comida y medicamentos, cargando con la muchachada en las largas, arriesgadas e infinitas colas. Y es que, para ella, no hubo otra opción que la de recrearse en horas de la madrugada, quizá ayudando a avistar la cercanía de un malandro. Sin embargo, lo peor se aproxima.

De haberlo, no alcanza el dinero para un digno regreso a clases. El equipamiento básico de todo niño que, además, obviamente está en etapa de crecimiento, es difícil y casi imposible: zapatos y uniformes nuevos, útiles infaltables para su desempeño, por no hablar de la visita por siempre postergada al pediatra, oftalmólogo u odontólogo.

Mantener semanalmente a la prole en el aula, pasa por los gastos de transporte y otros que las vicisitudes del pupitre obligan, aunque existen dos rubros absolutamente insustituibles. Ya no se habla de una adecuada alimentación, sino de la mínima que un poco nutra y fortalezca a los infantes, previniendo las enfermedades; y ya no se habla de la regular vacunación que tan lógica, como masivamente, ocurría en décadas pasadas, sino del hallazgo de antigripales u otros remedios para afrontar los virus de cada día.

El problema no es el del exceso de golosinas, sino del forzado consumo de empanadas que, huérfanas de todo control sanitario, se ofrecen en las calles marcando la desesperada supervivencia de otros, en una cadena estructurada por el régimen. Ni siquiera una cantina escolar es rentable, como poco a poco deja de serlo una fotocopiadora, por más cualquier despacho público obligue a  la constante y fácil reivindicación de la identidad por esta vía, a pesar del asombroso califato biométrico en el  que nos hemos convertido.

Para el gobierno será fácil resolver que, al iniciarse el año lectivo, no podrán exigirse uniformes, útiles y textos escolares, cortes adecuados de cabellera y, cuidado, si la propia presencia del niño en el salón: por algo, le alivia – exactamente eso – la deserción escolar. Sabe que cada lunes comenzará un siglo en el que tampoco garantiza la seguridad personal y ni siquiera la eficaz interconectividad para suplir los libros de consulta, culminando el viernes para padres y representantes que ya no encuentran qué hacer para criar a los niños, como Dios manda.

Fotografía: http://www.tucadivi.com/2014/08/09/maduro-quiere-convertir-a-los-ninos-en-soldados-del-regimen-corrupto/.
19/09/2016:
http://www.radiowebinformativa.com/opinion/rwi-opinion-los-siglos-escolares-luisbarraganj/

martes, 24 de febrero de 2015

LA TIZA DE BYTES

EL PAÍS, Madrid, 23 de febrero de 2015
TRIBUNA
La tecnología y la transformación de la escuela
El objetivo es un modelo pedagógico en el que los alumnos aprendan más y mejor
Francesc Pedró 
   
El sector de la tecnología educativa no ha parado de crecer en los últimos años, las patentes se han disparado y las expectativas económicas son muy halagüeñas, como lo demuestra el hecho de que muchos fondos de inversión están apostando por las startups de este sector. De hecho, las cifras de negocio no cesan de crecer e incluso en lugares donde se han recortado los presupuestos públicos en educación, como en Estados Unidos o en Reino Unido, el gasto público en tecnología educativa ha seguido creciendo. Esto se podría tomar como un claro indicio de una progresiva transformación de la educación gracias a la combinación de costes más bajos de los equipamientos, la multiplicidad de contenidos digitales y la incesante creación de aplicaciones que, junto a una población ya versada en su uso, se comportan como los ingredientes para una tormenta perfecta. Algunas iniciativas recientes como los MOOC (acrónimo de Massive Online Open Courses, la nueva generación de cursos abiertos y a distancia ofrecidos por grandes universidades) testimonian que la tecnología disponible, en el sentido más amplio del término, permite hacer las cosas de otra forma: enseñar y aprender de modo mucho más eficiente a la par que consonante con las expectativas y demandas de la sociedad y la economía del conocimiento.
En el caso específico de la escuela, tanto en Europa como en buena parte de América Latina existen innovaciones educativas que solo han sido posibles gracias a los últimos desarrollos de las industrias tecnológicas, pero, por regla general, se trata de casos particulares. Sin embargo, la inevitable pregunta de en qué países los sistemas escolares han conseguido maximizar las oportunidades que ofrece la tecnología, es decir, a dónde habría que ir para apreciar en toda su riqueza y complejidad una innovación educativa sistémica gracias a la tecnología, no tiene una respuesta fácil. Una ojeada a los resultados del último estudio PISA muestra que los primeros lugares están ocupados indistintamente por países con un uso comparativamente bajo de la tecnología en la escuela (Finlandia, Corea del Sur o Japón) junto con otros donde las cifras acreditan un uso muy elevado (Singapur, Países Bajos o Estonia). La conclusión que cabe extraer de esta ambivalencia es, sencillamente, que la calidad de los resultados en educación no tiene que ver tanto con la presencia o ausencia de tecnología como con la pedagogía adoptada y las condiciones en que se aplica en el aula. En este sentido, las competencias profesionales de los profesores, y las facilidades e incentivos para su desarrollo continuo, son la clave. Así, cuando esas competencias son óptimas, el recurso a la tecnología permite mejorar la calidad de los procesos de aprendizaje y, al mismo tiempo, expandir el horizonte de lo que se puede aprender; algo muy evidente, por ejemplo, en el caso de las ciencias experimentales y sociales. Cuando estas condiciones no se dan, la irrupción de más tecnología en las escuelas se traduce, generalmente, en nuevos problemas.
Las competencias profesionales de los profesores, y las facilidades e incentivos para su desarrollo continuo, son la clave
Cuando se desciende al nivel del centro escolar o del aula los claroscuros de la contribución de la tecnología a la transformación de la educación se difuminan. Existe una verdadera transformación de la escuela, pero se está dando, para empezar, entre bambalinas. Es silenciosa, casi imperceptible, pero real. En efecto, los datos acreditan que en los países europeos una abrumadora mayoría de profesores son usuarios habituales de la tecnología en su vida privada, pero lo más sorprendente es que también son ahora mayoría quienes emplean soluciones tecnológicas para la preparación de sus clases. Los usos administrativos escolares se prodigan igualmente, incluyendo el creciente uso de plataformas que facilitan la comunicación con alumnos y familias fuera del horario escolar. Los alumnos, por su parte, no necesitan que nadie les explique cómo aprovechar la tecnología para dar salida a las tareas escolares, aunque no lo hagan siempre de la manera deseable faltos, como acostumbran a estar, de apoyo educativo en este ámbito. En el trabajo docente en el aula la tecnología ha hecho fortuna como herramienta de presentación, pero todavía no para la personalización del aprendizaje y aún menos para la tan deseable transformación de los procesos. Sin embargo, poco a poco, el círculo se va estrechando, lenta y calladamente.

Hay que aprovechar esta ventana de oportunidad. Dar un impulso a esta transformación pedagógica significa, una vez más, empezar por acercarse más a los profesionales de la educación y analizar, con ellos, sus necesidades y partir de ellas para sugerir soluciones pedagógicas que, en muchos casos aunque no siempre, incorporarán componentes tecnológicos. Esto explica por qué las iniciativas tecnológicas que triunfan en educación son, fundamentalmente, las que ofrecen servicios relevantes y eficientes a los profesores o a los alumnos que les resuelven problemas o necesidades reales. En definitiva, el objetivo no es tener más tecnología sino algo mucho más importante: que los alumnos aprendan más y mejor.
(*) Francesc Pedró es jefe de la división de Políticas Sectoriales, TIC y Educación de la Unesco.

sábado, 1 de diciembre de 2012

CAZA DE CITAS



“No era aquella la primera vez que la niña (Cynthia Reganhart) tenía ocasión de sospechar que su madre la espiaba. Cuando empezó a estudiar en su nueva escuela de Nueva York, estuvo segura de que su maestra, la señora Koplin, era en realidad su madre disfrazada” 

Philip Roth
("Deudas y dolores", Mondadori, Barcelona, 2007:600)

Fotografía: Fotografía: Élite, Caracas,  nr. 1042 del 22/09/45.

NOTICIERO RETROSPECTIVO

- Natalia Rosi de Tariffi. "Sobre los orígenes del latín". El Nacional, Caracas, 22/12/65.
- Carlos Guerón. "Entre comillas: La América Latina, hoy". Resumen, Caracas, nr. 40 del 11/08/74.
- Rafael Rísquez Iribarren. "La enfermedad de chagas: Un triunfo sanitario sometido al silencio". Resumen, nr. 177 del 27/03/77.
- Manuel Caballero. "La ancha base y la puerta estrecha". Qué Pasa, Caracas, 16/01/65.
- D.F. Maza Zavala. "Temas al día: Dumping". El Nacional, 01/02/50.

Fotografía:Edmundo "Gordo" Pérez.  Concentraciones escolares con motivo del "Día Panamericano de la Salud". El Nacional, 04/12/1944.

jueves, 6 de septiembre de 2012

RETRATO HABLADO (2)

La búsqueda del rostro veraz de Bolívar es de vieja data, incluyendo el inventario de pintores y situaciones que hicieron posible la conocida y consagrada versión que es, promediándola, versión de versiones. Hacia los ochenta, Alfredo Boulton dijo revelar la cara definitiva, suscitando diferentes textos de interés (incluyendo uno de Ratto-Ciarlo que hemos traspapelado).

De modo que, internándose en la Venezuela profunda, Chávez Frías ha  punzado una emoción fundamentalísima. Ocurre que la reacción favorable, después de tantos años de escolaridad, ha de esperar. Eso creemos, modestamente, aunque la publicidad oficial está cargadísima de pólvora.

Resumimos que, al iniciarse las clases, la muchachada se verá expuesta y forzada al reconocimiento del "distinto" Bolívar. ¿No es después del 7-0 que se regulariza el inicio del año lectivo?

LB

Fuente: Momento, Caracas, nr. 29 del 01/12/57.

martes, 24 de julio de 2012

AGENCIA DE FESTEJOS

Golpe de Estado en la Sociedad Bolivariana
Luis Barragán


Festejamos al Bolívar de nuestra intensa e incólume escolaridad, sobreviviente el concebido y explotado por Guzmán Blanco y López Contreras a todas las vicisitudes del pensamiento y de la  práctica política venezolanas, hasta llegar exhausto a las manos del más insigne de sus caletreros. En clave telenovelística, es el héroe incomprendido y rechazado de todos los manuales, compendios, guías y disertaciones del aula que, junto a un celebérrimo álbum de barajitas de los sesenta, lo retrataron como la víctima privilegiada de toda nuestra maldad e ingratitud, proyectada y viviente a lo largo de una historia que él mismo, obviamente, desconoció.

El sentido y sentimiento de identidad, desde un primer instante, se hizo de su nombre como el demiurgo de todas las cosas habidas y por haber, incluyendo nuestra existencia sobre la misma faz de la tierra.  Atascados en el período natural e inicial de formación, prolongamos de tal manera el culto que nos equipó de este maniqueísmo radical para juzgar el pasado  y sus actores, legitimándolo con el presente, como si todo fuese obra de las incontenibles perfidias personales o del bajo cabotaje de los instintos.

Lo peor es que, impregnado del romanticismo que hace trizas Jacinto Pérez Arcay, criminalmente descontextualizado, el discurso del poder establecido ha anegado todas las calles de nuestra consciencia colectiva, para convertir a Bolívar en un generoso dispositivo preventivo: nadie debe atreverse a impugnar a Chávez Frías, porque lo haría con el propio Bolívar, y viceversa. Vale decir, opera un descomunal chantaje que suele caricaturizar el debate actual sobre las realidades que nos agobian, por obra de una inescrupulosa maquinaria propagandística y publicitaria, quedando intacta la retórica decimonónica que lo ha sepultado como a Martí en Cuba.

Calculada jugada, espectaculariza al caraqueño y, después de hurgar en sus restos mortales, nos brinda el tubazo de un rostro que antes pudo entretener a la academia, al igual que un mausoleo aceleradamente construido, indiferente a los entornos, presto a la no menos jugosa  y desconocida transformación revolucionaria de la ciudad. Sin dudas, es parte del librero de la campaña electoral que, curiosamente, fuerza a la búsqueda de la mayor semejanza posible del candidato opositor, añadida la sangre, con el hijo de María de la Concepción.

Digamos que, por lo menos, Luis Villalba Villalba promovía sus actividades, conjugaba su devoción, enfatizaba el culto, sin hacerle daño a nadie. Y es que, en última instancia, relegada y absorbida, careciendo de un objeto que le fuese exclusivamente reconocido, a la postre, el golpe de Estado lo ha dado Chávez Frías a la Sociedad Bolivariana de Venezuela, convirtiéndose en su mandamás como nunca lo soñaron propios y extraños.

Prefiero celebrar al Bolívar de nuestra profunda admiración de infancia, descubierto a mediados de los ochenta a través de Gehard Masur, por ejemplo, y las razones que lo llevaron a abandonar a Puerto Cabello en las agonías de la primera república; al que trabajó Miguel Acosta Saignes, Aníbal Romero, y maduró desde su juventud José Rodríguez Iturbe;   al más reciente, surcando las páginas de Giovanni Mesa sobre Miranda;  o al que subraya Frédéric Encel como un gran táctico militar. Lejos de demeritarlo, lo explican a través de las realidades de su tiempo, como deseamos hacerlo con el nuestro, sin presumirlo precursor de internet, de la biotecnología, del PSUV, COPEI, AD u otras entidades que se nos antojen.

En fin, celebramos al Bolívar que jamás proyectó que los ascensos militares fuesen de única incumbencia del comandante en jefe de la institución armada, como tampoco querría que sus intimidades fuesen objeto de un culto que casi convierte a Manuelita, ocultando a Pepita, en un capítulo adicional de Master y Johnson. Ha sido tan grande la mezcla, como estrambótica la mirada,  manipulado hasta el hartazgo, que el régimen reduce al absurdo todo lo que concierne al inevitable político que fue, por oficio y vocación, aunque permitiéndonos también contar con los Germán Carrera Damas, Yolanda Salas o Luis Castro Leiva de los tormentos presidenciales de la hora.


Ilustración:  LB

martes, 23 de noviembre de 2010

de la profunda escolaridad


Burk y la (anti) política
Luis Barragán


Extraordinario pedagogo venezolano, Ignacio Burk (1905-1984) destacó no sólo por sus más conocidos manuales de psicología y filosofía, sino por los sugestivos, oportunos y perspicaces artículos de opinión. De una extensa bibliografía, profesó el racionalismo crítico distinguiendo entre el saber científico, metodológicamente obtenido e impersonal, el cual versa sobre variables y no causas, y el saber vulgar, caótico y superficial, adquirido fortuitamente con mezcla de verdad y falsedad (A: “Filosofía. Una introducción actualizada”, Editorial Buchivacoa, Capatárida, 1998).

Valga la digresión, el citado texto, colaborado por Pedro Luis Díaz García y Luis Felipe Quintanilla Ponce, originalmente fue editado a mediados de 1973 (A: 451, 481), destinado a la educación secundaria. Por cierto, prologando otra obra, José Hernán Albornoz aseveraba: “De Burk nos consta que es un científico y un filósofo, o más bien, un sabio” (B: “Muro de dudas”, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, Caracas, 1985: I, 9).

OBSERVANCIA Y CONVICCION

Burk acogió la consabida diferenciación weberiana entre la ética de la responsabilidad y la de la convicción, acentuando tres virtudes del “político de raza” como la pasión, responsabilidad y “ojo de buen cubero” (B: II, 150). Sin embargo, en su texto escolar, también hizo fuertes señalamientos que muy después caracterizarán a la llamada antipolítica, entre nosotros.

Tratando de Kant y la asunción de un idealismo trascendental, término que no siempre refiere a una instancia o facultad relacionada con el conocer, expresa: “… evitemos la mala costumbre de los tribunos y líderes políticos que emplean el término a troche y moche, sólo porque suena bien y llena la boca” (A. 284). Acotación repentina en una sección tan rigurosa de la obra, que pareciera costumbre exclusiva de los dirigentes políticos, aunque – de un lado – el lenguaje de hoy experimenta una grosera y empobrecedora simplificación nunca antes sospechada, y – del otro – hay otros actores de mayor presencia y contundencia circense en los medios de comunicación social.

Fundamentalmente tratamos del medio televisivo y sus consabidas características, que luego reconocerá Burk como fuente de emociones confesables e inconfesables, provocando respuestas comportamentales propias del animal humano (B: I, 376). Empero, no conocerá las nefastas consecuencias del consumado empleo estatal de las plantas radiotelevisivas.

La manipulación moralista también la imputará a los dirigentes políticos e instituciones de gobernar (SIC) del mundo, contra quienes protesta empleando “los recursos angustiantes de la conciencia moral” (A:399). Empero, ampliando el abanico, muy después deja constancia de una convicción muy actual: “La ética ideológica de la más baja ley se llama utilitarismo. En la Venezuela, fingidamente capitalista, los valores morales están ampliamente subordinados a la utilidad de gremios, clases, empresas e intereses creados” (B: II, 136).

Volviendo al tratamiento de Kant, manifiesta al estudiantado que son “los políticos (los) que demuestran y contra-demuestran con argumentos formalmente lógicos las tesis más inverosímiles” (A: 380). Asumimos que la extendida y activa cultura de la falacia no es – precisamente – el terreno en el que únicamente abona la dirigencia política, habida cuenta de las consabidas, intensas e influyentes campañas propagandísticas y publicitarias de cualquier signo, añadidas las gubernamentales.

Ventilando la filosofía contemporánea, el autor en cuestión constata que nos encontramos “en un mundo gobernado por políticos y economistas” (A: 418). Y añade a los generales, inculpándolos a todos porque “ no sólo toleran la violencia sino que la imponen y legalizan” (A:492).

Entiende el autor de marras que gobernar es insertarse en el pensamiento antropocéntrico de la modernidad, pues hay razones terrenalmente humanas y humanitarias que llevan al poder político a fundarse en la factibilidad y funcionalidad de las cosas y el rango lo conceden las técnicas de alta productividad, profundizando en un Estado de poderoso pragmatismo impersonal y anónimo, más allá del mero poder de las personas sobre las personas (B: I, 159 s.). Empero, postmodernidad aparte, tal aspiración supone el destierro definitivo de aquellas prácticas políticas que demasiado daño generaron (y generan).

Trabajando la sección relacionada con el problema moral, consigna: “A estas alturas históricas, los mesías históricos están desprestigiados; todos han fallido (SIC). Pero sin que por ello se acabara el mesianismo. Hoy pone la gente sus esperanzas en los mesías políticos. ¿Nos salvarán?” (A: 366). Precisamente, retrotraídos a etapas que creímos superadas, nuevamente somos víctimas del mito salvacionista en Venezuela, reconocida la internalización de esquemas emocionales y operantes, como un sinfín de prejuicios, necesarios de superar habida cuenta que “dada la mentalidad de nuestros tiempos, la futura ética ha de ser necesariamente racional” (A: 23, 28, 392).

UNA PROFUNDA ESCOLARIDAD

De observaciones y convicciones se ha hecho nuestra común escolaridad, sobre todo por los comentarios reiterativos, espontáneos y dispersos del docente en el aula, semejante a los expedidos por Burk en su obra, aunque valga el reclamo que formula: “En este texto se imponen ideas y posturas que tú no has de aceptar sin más. Pero te deben inducir a pensar. Ni el autor de este libro ni tus profesores son proselitistas” (A: 371). No obstante, constatada la prisa y ligereza de sus apostillas al lado de una argumentación más sólida, hagamos dos importantes observaciones.

Por una parte, al parecer, inicialmente redactado en 1968, el texto escolar en cuestión refleja algunas impresiones o vivencias inmediatas de – por lo menos – mediados de 1973: “en estos días”, época en la que “los muchachos tienen hambre y sed de ideales”, siendo notorio el fenómeno de la violencia “patotera”, sexo, drogas y fármacos, hippies, Mao, Allende (A: 220, 296, 418, 431, 450 s., 481). De modo que, naturalmente, recibió el impacto de la campaña presidencial que inauguró la polarización electoral en nuestro país.

Campaña muy particular, la de 1973 estuvo fundada en el espectáculo y en una agobiante y costosa publicidad de los principales contendores. Y fue tan preocupante, indicio de las irritaciones y predisposiciones generalizadas, que se hizo parte del debate interno de uno de los partidos que la protagonizaron con motivo de la posterior renovación de sus autoridades juveniles (por ejemplo, puede verse: Paciano Padrón, “Toma tu boina y sígueme”, mimeo, Caracas, 1975).

Por otra parte, acaso nuestra profunda escolaridad está afianzada por una peculiar tradición oral, la del maestro o profesor que desliza sus inevitables opiniones personales. Empero, valoramos aquellas digresiones que constan en textos relacionados con materias – por lo demás – decidida y definitivamente abstractas, como el de Burk, a pesar de la otra tradición: la ágrafa.

Dudamos de una frecuente e íntegra lectura del texto por los educandos, aunque también sospechamos de buena parte de los educadores, en una materia no sólo vista en el último año lectivo, sino exclusiva de los cursantes del bachillerato en humanidades. Nuestra larga escolaridad está alimentada de tácitas y expresas visiones, perspectivas y expectativas que, no obstante, tienen por inspiración textos de una particular e inadvertida interpretación.

LA ANTIPOLITICA PRECURSORA

Convengamos, el fenómeno en Venezuela tiene por esencia un remoto y sostenido desprecio hacia los partidos, actualizado por la actuación inexorablemente más visible, la de los que tienen por oficio la política.

Distingamos entre ese desprecio, irritación, inconformidad u observación dispensada a los oficiantes, respecto a la interesada sistematización que se resume en el divorcio de los problemas públicos con los personales, apalancado por el espectáculo. Muy distintas son las observaciones puntuales que avisan del prestigio o no, adquirido o perdido por los políticos, con las que tienen una trascendencia inusitada, al coincidir o hacerse eco de viejos prejuicios.

En un caso, como ocurrió en la década de los sesenta, adquieren una extraordinaria relevancia y significación aquellas figuras artísticas que dejan atrás a los oficiantes de otros ámbitos, como el político, académico y – añadimos - militar. Bastará el comentario del columnista Pacheco Soublette para ilustrar la premisa: “Ha nacido un nuevo ídolo. La juventud de nuestros días siente la necesidad de buscar héroes en quienes descargar sus impulsos y sus frustraciones. No son héroes políticos ni intelectuales los que mayor admiración despiertan en las multitudes de adolescentes. La juventud de todas partes del mundo - por lo menos, la juventud del llaado mundo occidental – escoge los ídolos del deporte y, más frecuentemente, en ese medio frívolo de la farándula. El nuevo ídolo de Caracas y quizás del interior a donde llega la señal de televisión es Néstor Zavarce, casi un imberbe a quien toda Venezuela admiró con cariño en la película venezolana ‘La balandra Isabel llegó esta tarde’ “ (El Nacional/Caracas, 01/08/60).

En otro caso, lo hemos comprobado por nuestra propia vivencia, la llamada antipolítica también surge de los propios partidos, enlazándose con un fenómeno que los lleva al inevitable suicidio cívico (agreguemos: y de todas las instancias societarias). Recordemos la contratación y aparición del ex - senador y pretendiente presidencial, Leonardo Montiel Ortega, en el primer y exitoso capítulo de una telenovela en los setenta, en horario apto para todo público, que sirvió para la interpelación del Centro Gumilla sobre “el barníz pseudocultural de los culebrones (que) justifica la exhibición de adulterios, divorcios, incestos”, en medio de una “competencia desleal” que obliga a “replantearse un nuevo sendero para la televisión venezolana” (SIC/Caracas, 12/77).

Por consiguiente, los comentarios o disgresiones escolares contribuyeron a la edificación de una mentalidad antipolítica, siendo tanto o más decisivos los actos contraproducentes de los mismos políticos de oficio, en el marco de una degenerativa lucha mercantil de los medios audiovisuales. E, importa acentuar, lucha que ha significado el pago de una costosísima factura en la última década, concediéndole una muy presunta legitimidad al Estado para liquidar en lo posible todos los medios privados.

UN PRIMER PASO, REGRESO A LA SENSATEZ POLITICA

Haciéndole una concesión al saber vulgar, Ignacio Burk utiliza la delicada tribuna escolar para la protesta ocasional, aunque sus observaciones inmediatas contradigan la sólida convicción que tuvo sobre la política. Sin lugar a dudas, dejando atrás algunas impresiones circunstanciales sobre la irrelevancia heroica de políticos, académicos o militares, las observaciones escolares coincidieron con la determinante actuación de líderes o partidos que alcanzaron resonancia en los medios de comunicación social, caracterizados por una desleal y degenerativa competencia.

La influencia de una profunda y larga tradición escolar, oral y escrita, se ha hecho sentir en torno a nuestras percepciones e interpretaciones de naturaleza política, siendo necesario revisar y debatir los aportes del Estado en la última década, distorsionándolas y agravándolas. Sobre todo porque la llamada antipolítica, en principio un prejuicio y una reacción antipartidista entre nosotros, paradójicamente nos lleva al autoritarismo abiertos y a la imposición de hegemonías inesperadas.

La discusión responsable de la materia, debe significar el regreso a una mínima sensatez política para la actualización de expectativas y perspectivas. Todos los actores sociales, incluyendo a los partidos, tienen por obligación afrontar con absoluta franqueza una situación que todavía los interpela, como primer paso hacia la transición democrática que está pendiente, pues, de lo contrario, banalizando la crisis y los dramas nacionales, seguirá arrollándonos un régimen fundamentado en los más inimaginables prejuicios y anacronismos que nos caracterizan en la vida pública (y privada).

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2010/11/burk-y-la-anti-politica/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=712576