domingo, 21 de junio de 2020

HOY, LOS GRANDES OLVIDADOS

Del médico venezolano
Luis Barragán

Creyentes y no creyentes, estamos felices por la reciente decisión vaticana respecto a José Gregorio Hernández.   De reconocida solidaridad con los más pobres, la muerte repentina del galeno conmovió profundamente a la Venezuela de entonces y, a la postre, se convirtió en uno de los elementos esenciales de nuestra identidad nacional. Por cierto, no conocemos todavía de algún estudio sobre el aporte de Américo Montero, actor radial y televisivo que  representó y emblematizó al ahora beato, en décadas pasadas, visándolo eficazmente para el imaginario social, como no les dio tiempo de hacer  (y renovar)  a Flavio Caballero o a Mariano Alvarez.
Casualmente, en medio de la consabida cuarentena, hallamos en nuestros archivos una nota alusiva a la desaparición física de Miguel Pérez Carreño, en la que otro médico, Pastor Oropeza, le rindió un justo tributo a su colega (El Nacional, Caracas, 23/06/1966).  Importantes centros hospitalarios del país, llevan el nombre de uno y otro galeno.
Además del Dr. Hernández, el venezolano por siempre estuvo familiarizado con el nombre de los grandes médicos que, desde la civilidad, contribuyeron inmensamente a la construcción de la República. Vargas, Razetti, Luciani, Pérez de León, Ímber de Coronil, Convit, Dominici, Méndez Gimón,  Lobo, Moros, o – recientemente fallecido – Francisco Kerdel Vegas,  son algunos de los apellidos que se hicieron referentes por el desempeño académico y el ejercicio profesional que tradujeron también en un testimonio invaluable de servicio público. 

Hoy, entre la absoluta precariedad de las condiciones acá reinantes y la diáspora, son pocos los que trascienden a la opinión pública, excepto sean vejados y detenidos por el más modesto comentario o video de denuncia y protesta. Parece mentira que, prácticamente nadie, conozca el nombre del ministro usurpador de Salud, en medio de la pandemia del Covid19, destruidos los viejos hospitales públicos y en franco naufragio las clínicas que fueron escuela y sello  de orgullo entre nosotros.
El profesional de la salud que ahora recorre las calles y callejuelas en bicicleta para atender en todo lo posible al prójimo, es fiel heredero de aquellos maestros que hicieron del aula una cátedra e solidaridad. Es el portador de un distinto porvenir para la medicina en Venezuela, sin dudas.

23/06/2020:
https://www.caraotadigital.net/opinion-1/del-medico-venezolano

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