Ya nos hemos habituado a los accidentes de la conectividad en Venezuela. Por cierto, muy mal hábito. A la inexistencia o debilidad de la señal, se ha sumado el deterioro de los equipos: falla uno y, el otro, también. Esto explica el retraso y, además, raras veces por estos años que no los hagamos, la dificultad para redactar y enviar los acostumbrados - buena y riesgosa costumbre - artículos de opinión. En fin, peor de lo mismo.
(LB)
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