domingo, 10 de septiembre de 2017

DE UNA REAPARICIÓN BIBLIOTECARIA

EL UNIVERSAL, Caracas, 10 de septiembre de 2017
El mejor Bryce Echenique
Ricardo Gil Otaiza

De ese gran sombrero de mago que es mi biblioteca, en el mes de agosto extraje con cierta “cautela” un gigantesco tomo (más de 600 páginas), que dormía arrumado entre muchos otros el sueño de los no leídos. Y digo que con cautela, porque en esa especie de ritual de inicio que suelo tener antes de abordar un libro, me di a la tarea previa de hojear el tomo, de leer aquí y allá, de saltar de una a otra página sin orden ni concierto, de olerlo para captar su fragancia, de leer la contraportada y los datos biográficos del autor, para luego sentarme, con decisión y firmeza, y así arrancar desde el comienzo como la cultura libresca manda. A veces el ritual me desalienta a seguir adelante; otras tantas, me impele a recorrer la obra sin atavismos ni prejuicios de un solo jalón. Y esto fue lo que hice desde entonces con el libro Permiso para sentir. Antimemorias 2 (2005), del escritor peruano Alfredo Bryce Echenique.  Del autor conocía unos cuantos tomos: No me esperen en abril, Reo de nocturnidad, La amigdalitis de Tarzán, Guía triste de París, El huerto de mi amada y Entre la soledad y el amor. Dando por descontadas sus obras más emblemáticas: Un mundo para Julius, La vida exagerada de Martín Romaña y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz. Confieso que no hallé en mis anaqueles Permiso para vivir. Antimemorias 1, que vendría a ser la antesala de la obra que me disponía abarcar.

El estilo de Bryce Echenique no es nada fácil, ya que se solaza en lo oblicuo para desde allí narrar a saltos (y largas esperas) sucesos que podrían ser contados de manera horizontal y precisa. Empero, en esto radica su encanto: en la extraordinaria capacidad para atraparnos con sus anécdotas sin echar mano de los recursos más frecuentes con los que cuenta un narrador medio: linealidad tempo-espacial, sucesión lógica de hechos, incisos, apartados, etcétera, para hacerse dueño de la elipsis y así aglutinar a su favor ciertos “vacíos” que hacen que crezca la expectación en el relato. Permiso para sentir en un texto denso, rico en matices, profuso en imágenes, que nos lleva con sutileza por la vida y la obra del celebrado narrador latinoamericano. Nada nos oculta el autor (o casi nada, debo matizar), en esto de hacernos partícipes de una vida signada por la trashumancia, por los amores disfrutados y perdidos, por los trasiegos existenciales de un hombre y de un escritor que no le ha dado ni un momento de tregua a su cuerpo y a su espíritu para beber gota a gota lo que la vida ha podido ofrecerle.

Permiso para sentir nos muestra el mejor Bryce Echenique: al hombre deslastrado de atavismos (aunque haya sido formado en ellos), descarnado al extremo de lo escatológico, que ha sabido llevar su obra literaria por caminos de reconocimiento y perennidad, a pesar de los altibajos de su carrera, de la dureza de su medio natural, de la no aquiescencia de parte de muchos que jamás apostaron ni un centavo por su valía ni por su talento. La obra es si se quiere un gran mentís a todo esto: una bofetada contra una sociedad peruana (y latinoamericana) pacata, inmersa en hondos prejuicios, desconfiada de sus propias raíces y valores. En este libro nuestro autor se permite todo: desde la confesión de sus más oscuros deseos y acciones (a veces abyectos, hay que decirlo), de sus gustos y desafectos, de sus males corporales y anímicos, hasta la sublimidad de gestos y detalles por quienes ha amado (novias, esposas, familiares y amigos), la tristeza por sus grandes pérdidas, y sus más claras pasiones: la literatura, el Perú y la vida en toda su completitud.

No me cansaré en repetirlo: en estas páginas (quizá también en el primer volumen) está el mejor Bryce Echenique.

Fuente:
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/mejor-bryce-echenique_669282
Fotografía: http://www.andina.com.pe/agencia/noticia-escritor-peruano-alfredo-bryce-echenique-nacio-un-19-febrero-400575.aspx

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