Volver a Chacaíto
Nicomedes Febres
* Ayer en la mañana fui a la librería La Pulpería del Libro en Chacaíto
ubicada frente a la Alianza Francesa porque quería curucutear en busca
de unos viejos libros de Francisco de Sales Pérez y de Manuel Pinto que
deseo leer por recomendación de José Rafael Lovera, pero estaba cerrada
por cambio en el horario de trabajo. Estacione mi carro en el sótano
del ruinoso Centro Comercial Chacaíto y comencé a caminar por la zona,
por los sótanos del sitio, por su planta baja y volví a recordar la
magnificencia del lugar en tiempos pasados cuando el Centro era el sitio
más elegante de la ciudad. Allí estaba Tecnomed me dije, donde compré
muchos de los equipos médicos para dotar a mi consultorio, comprando
pinza por pinza cada mes porque la plata no daba para más. Quedaba al
lado de Le Drug Store donde trabajaba en la tienda Mary Quant una de las
mujeres más bellas que he visto y que después fue mi pareja; recodé
la librería Lectura, cuando era venta de equipos y papeles de arte en el
sótano y venta de libros en la planta baja que luego intercambiaron.
Allí hacia tertulia con mi querido Antonio Serrano el librero, un
viejito que fue líder e inspirador del anarquismo venezolano con quien a
veces almorzaba cocido madrileño los domingos en su apartamento de la
avenida Fuerzas Armadas. Antonio, quien combatió en la guerra civil
española era tan anarquista que sus hijas se llamaban Alegría y
Esperanza. Por cierto, la esposa hacía unos buñuelos memorables. En
Lectura también hacia tertulia con mi entrañable Walter Rodríguez y
donde aspiraban a bautizar sus libros todos los escritores jóvenes de
entonces, porque entre los habituales allí estaban Mario Vargas Llosa o
García Márquez y no lo llamo Gabo porque nunca me embriagué con él pese a
nuestra fraternidad común con Soledad Mendoza; o Adriano o Caupo, con
quienes si caté las musas, a pesar que yo estaba en cosas distintas a
la literatura. En el Centro Comercial Chacaíto me cortaba el pelo con
Adriano, el barbero italiano de moda que inició el corte de pelo con
navaja en la ciudad y tenía otra barbería en el recién inaugurado
Caracas Hilton y quien se sentía una vedette producto del rápido éxito,
por lo que cambié de peluquero, pero que me hacía sin mayores
miramientos el mismo corte para evitar las peladas laterales que eran
propias de los reclutas militares de entonces, y que ahora está de nuevo
de moda. Recodé también a Ángel Roca, amigo de la familia, y dueño de
una distinguida joyería de la Caracas de entonces ubicada en todo el
frente del centro comercial, y si uno descendía por la escalera en
caracol anexa llegaba a Estudio Actual, la galería de Clara Diament de
Sujo o la librería Rocinante de mis entrañables Néstor Coll Blassini y
Carlos Raúl Villasmil con quienes compartía proyectos editoriales
porque yo era su reportero de los tugurios duros de los pasajes de la
parroquia San Juan, pero ellos dejaron a un lado la librería para
acompañar al Dr. Calvani en la cancillería. También de Marinelli, la
tienda de ropa masculina de mi estimado Paolo Marinelli. Otro día
hablaré del Chacaíto nocturno y se entenderá más esta crónica de hoy.
Solo puedo decirles que no existen fotos del sitio en la época, más allá
de unas relativas al Drug Store y hasta en las viejas oficinas del
sitio carecen de ellas. Hoy, viendo la inmensa cantidad de respuestas a
las notas que puse anoche de mis olvidos del pasado, tantas que me han
puesto a meditar. Hoy volveré a Chacaito a las 10 de la mañana para
defender mis recuerdos, para defender el futuro de los míos, para darle
aliento a la Venezuela de hoy que es un desastre y para luchar por la
libertad y la democracia. No entro a comentar lo de la fiscal porque no
sé lo que motivó ese sorprendente comentario, que supongo debe estar
respaldado desde la oscuridad por más gente, o es una farola porque sola
no se iba a echar esa parada, ni es porque de repente se volvió
virtuosa. Los acontecimientos siguen en pleno desarrollo, por lo que uno
debe estar en su sitio en la batalla. La foto del día es la única
postal que he conseguido de la época. Si tienen fotos de allí
mándenmelas por inbox. La otra foto es del Le Club de hoy, foto tomada
por mi ayer, aunque suene asombroso, porque soy pésimo fotógrafo por la
impaciencia, pero las de todos los locales quedaron muy bien. Mérito de
la cámara. De Le Club fui miembro por muchos años y allí iban puras
mujeres preciosas. Nos vemos de nuevo hoy en Chacaito por el pasado, por
el presente y más aún por el futuro. Suerte, vista y al toro.
Fuente:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10211772733454562&set=pcb.10211772736214631&type=3&theater
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