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jueves, 7 de noviembre de 2019

lunes, 21 de octubre de 2019

NOTICIERO RETROSPECTIVO

- Roselena Ramírez. "A juicio del sociólogo Roberto Briceño León: Riqueza petrolera causa de la pobreza". El Globo, Caracas, 0/07/1998.
- Amable Sánchez Vivas y el Proyecto de Ley de Defensa del Idioma. La Efera, Caracas, 15/10/65.
- Giusepp Gianetto. "El problema educativo en su justa dimensión". El Nacional, 12/11/98.
- Iván Claudio entrevista a Ernesto Mayz Vallenilla: "La universidad está amenazada de muerte". El Universal, Caracas, 01/08/68.
- Lino Iribarren Celis. "Atisbos de la hora: El asalto a Cumaná en 1819". El Universal, 23/02/72.

Reproducción: Ilustración de Yépez, La Esfera (Caracs, 23/01/1958).

domingo, 15 de octubre de 2017

DEL JEFEMILITARISMO EDITORIAL

La amabilidad del sarcasmo
Luis Barragán

Pocos dudan de la extraordinaria pluma que fue Aníbal Nazoa, cuyo buen sentido de humor, varias veces sutil y, otras, lapidario, nos hizo tempranamente asiduos a sus libros y crónicas semanales. Vivenciándola, amaba intensamente la ciudad que buen espacio ocupaba en su tintero y, mortificado, desplegaba también un sectarismo político que llevó la impronta de una vieja militancia ideológica, cebándose – en uno de sus períodos culminantes – en la dupla adeco-copeyana, fuente de toda maldad.

Diferencias aparte, respecto a la interpretación que daba del momento político, nos satisfizo el espléndido juego de la ironía que, en definitiva, lo era del lenguaje. Por ello,   el mejor aporte de toda reedición está en salvaguardar algo más que la simple jerga cotidiana que supo rescatar para abordar los hechos o situaciones que lo ocuparon.

Olvidado el aniversario en medio de los duros y consabidos acontecimientos que todavía nos estremecen, circula una importante compilación: “Puerta de Caracas. Edición homenaje a los 450 años de Caracas” (Alcaldía de Caracas/ Fondo Editorial Fundarte/ Gobierno del Distrito Capital, 2º edición corregida y disminuida, Caracas, 2017).  Confesamente rebajada, versamos sobre una reedición de mediana calidad que, por un parte, no se compadece con el patrocinio de tres muy bien presupuestadas entidades públicas, y, por la otra, contrasta con la magnífica entrega digital de Mirelis  Morales Tovar -  “Caracas-en-450” - promovida por una entidad bancaria.

Inevitable, tomamos una pequeña muestra de los artículos originales de Nazoa y constatamos aciertos y errores de la nueva edición.  Por ejemplo,  respecto a las gratas expresiones que reflejan toda una época, el libro en cuestión refiere “jefecilismo” (97), mientras que el artículo originalmente publicado dice “jefecivilismo” (“La jaula de King Kong”: El Nacional, Caracas, 10/03/1978), perdiendo el dato de lo que significó esta autoridad pública décadas atrás;  dice “tarabeteando” (119), en lugar de “tabarateando” (Ibidem: 18/06/1981), traicionando un verbo que aludía a las incursiones venezolanas en el extranjero, aunque es fiel el vocablo “catajarria” (117), a su original (Ibid.: 18/06/1981).

Presumíamos que tales errores de alto octanaje que afecta el pulcro neologismo de Nazoa, se debía a los que recurrentemente propinan los programas informáticos, aunque las dudas recaen sobre la corrección misma. Simplemente, no la hubo, porque son los mismos yerros de la primera edición de 2007, siendo comprobable gracias a la sección de libros de Google y su magnífico dispositivo de búsqueda interna (https://books.google.co.ve/books/about/Puerta_de_Caracas.html?id=UhofAQAAIAAJ&redir_esc=y).

No tenemos ánimo alguno de descalificar la iniciativa oficial, una de las pocas que puede ostentar, pero es necesario recalcar la inmensa responsabilidad de un Estado que, en el siglo anterior, hizo sus mejores esfuerzos por ediciones muy cuidadosas de obras que importaron y todavía importan a las sucesivas generaciones de venezolanos. Más aún, una  materia delicada, cuando se trata del habla susceptible de posteriores distorsiones que tienden a desdibujarnos social e históricamente.

Por lo demás, un régimen que, en más de una década, acumuló importantes recursos para publicar hasta veinte millones de libros, beneficiado por mil millonarios créditos adicionales para adquirir imprentas, tinta y papel, nada más en un lustro,  exhibe muy pocos títulos que prontamente ingresan al “basurero ideológico”, por citar una feliz sentencia del entonces diputado Homero Ruíz al ventilar el asunto dos o tres años atrás en la Asamblea Nacional. Quizá esa maquinaria de impresión está en ruinas, quizá se encuentra agotada tras los gigantescos tirajes de propaganda monopartidista, pero lo cierto es que ni una comisión parlamentaria puede chequearlo y ya no está Aníbal Nazoa para comentarlo, como seguramente lo hubiese hecho con la amabilidad del sarcasmo.

(*) Textos referidos de Aníbal Nazoa: https://lbarragan.blogspot.com/2017/10/nazoadas.html
Fotografía: Puerta de Caracas, La  Pastora, 1930. Tomada de: http://mariafsigillo.blogspot.com/2012/08/las-puertas-de-caracas.html
15/10/2017:
https://www.lapatilla.com/site/2017/10/15/la-amabilidad-del-sarcasmo-por-luis-barragan https://noticiasvenezuela.info/2017/10/la-amabilidad-del-sarcasmo-por-luis-barragan

domingo, 11 de octubre de 2015

SUFIJACIÓN

EL PAÍS, Madrid, 11 de octubre de 2015
LA PUNTA DE LA LENGUA »
Podemitas o podemistas
El sufijo ‘-ista’ refleja que alguien está a favor de una idea o una persona, mientras que ‘-ita’ nos sugiere una relación religiosa
Álex Grijelmo 

Los miembros de Podemos reciben el nombre de “podemitas”, pese a que nadie ha acudido a ese mismo recurso derivativo del idioma para decir “ciudadanitas” o “upeyditas”. Y resulta curioso que se deseche la opción más productiva en español en estos casos: el sufijo -ista (en vez de -ita), que nos daría “podemistas”.
En efecto, el elemento -ista forma adjetivos que se refieren a los partidarios de alguien o de algo (“peronistas”, “anarquistas”, “peneuvistas”, “ugetistas”), si bien no todas las organizaciones han dado lugar a esa sufijación (no decimos ni “pepeístas” ni “ccooístas”). También construye términos que marcan a quienes muestran un aspecto cualitativo relacionado con la raíz (“vanguardista”, “machista”). Y produce sustantivos que nombran una profesión o práctica (“dentista”, “senderista”) y a los que forman parte de lo señalado en la base (“asambleísta”, “congresista”).
En cambio, -ita no ha dado mucho juego en español. Apenas unos raros gentilicios (“moscovita”, “vietnamita”, “sodomita”, “selenita”, “monclovita”...) –algo que -ista no tiene a su alcance–; contadas derivaciones de antropónimos (“semita”, de Sem; “amonita”, de Amón…), ciertos galicismos (“alauita” o “sefardita” en vez de alauí o sefardí, por ejemplo), y algunos vocablos de la química y la mineralogía (“trilita”, “magnetita”…; y también “amonita”, pero en este caso procedente de “amonio”). Poco o casi nada si se compara con la potencia reproductora de -ista.
Nótese por tanto que -ista refleja que alguien está a favor de una persona o una idea, mientras que los usos comparables de -ita nos sugerirán más bien una relación religiosa entre la idea o la persona y sus seguidores. No decimos “marxita”, ni “centrita”, por ejemplo, pero sí “cenobita” o “carmelita”.
Los fenómenos lingüísticos que se repiten suelen producir una gran fuerza analógica que afecta a los términos similares
El sufijo -ita se usó también para formar palabras que designaron algunas corrientes que en su día no le gustaban a la Iglesia, como “maronita” o “jesuita” (sin olvidar el influjo de “sodomita” en su significado sexual). En el caso de la Compañía de Jesús, el término nació ya con un tinte despectivo, en el siglo XVI, para descalificar a quienes se apropiaban del nombre del hijo de Dios.
Los fenómenos lingüísticos que se repiten suelen producir una gran fuerza analógica que afecta a los términos similares que vengan después. Esa relación se puede atisbar hoy al vincular “jesuita” con otras derivas igualmente poco gratas para el catolicismo: “ismaelita”, “husita”, “israelita” (no confundir con “israelí”).
A partir de todo eso, “podemita” (que también suele aparecer en contextos críticos y despectivos) no connota a Podemos como un grupo de ideas, sino de creencias; y quizás prospera ese adjetivo porque, gracias a la relación subliminal que nos provocan las palabras parecidas, se nos presenta así sutilmente a este partido como una nueva desviación de la fe verdadera.

miércoles, 8 de julio de 2015

NOTICIERO RETROSPECTIVO



- Alí Lameda. "La evolución del idioma y la música". El Nacional, Caracas, 11/09/1954.
- Rhazés Hernández López. "El maestro Sojo: hombre y artista creador". El Nacional, 08/10/67.
- Eduardo Lira Espejo. "Música de primera en 1957 y público poco entusiasta". Élite, Caracas, nr. 1686 del 18/01/58.
- Iván Loscher. "El rock de los ochenta". El Nacional, 31/08/81.

Reproducción: Carlos Otero: "Primer amor: su muñeca de trapo". Portada de Élite, Caracas, nr. 245 del 24/05/ 1930.

domingo, 12 de octubre de 2014

LENGUARACES

EL PAÍS, Madrid, 12 de octubre de 2014
LA PUNTA DE LA LENGUA
El anglicismo depredador
La riqueza del lenguaje que utilizamos depende de lo que decimos y también de lo que dejamos de decir
Alex Grijelmo  
 
Los anglicismos, galicismos y demás extranjerismos no causan alergias, ni hacen que baje el producto interior bruto, ni aumentan la contaminación ambiental. No matan a nadie.
No constituyen en sí mismos un mal para el idioma. Ahí está “fútbol”, por ejemplo, que viene de football y se instaló con naturalidad mediante su adaptación como voz llana en España y aguda en América. Se aportó en su día la alternativa “balompié”, y quedó acuñada en nombres como Real Betis Balompié, Albacete Balompié, Écija Balompié, Riotinto Balompié… o Balompédica Linense; pero la palabra “fútbol” acabó ocupando ese espacio y dejó “balompié” como recurso estilístico y tal vez como evocación de otras épocas.
“Fútbol”, eso sí, llegó a donde no había nada. Además, abonó su peaje; se supo adaptar a la ortografía y a la morfología de nuestro idioma, y progresó por él: “futbolístico”, “futbolero”, “futbolista”… Y venció ante una alternativa formada, sí, con los recursos propios del idioma pero que llegó más tarde.
Sin embargo, nos invaden ahora anglicismos que tenían palabras equivalentes en español: cada una con su matiz adecuado a su contexto. Ocupan, pues, casillas de significado donde ya había residentes. Y así acaban con algunas ideas y con los vocablos que las representaban. Se adaptarán quizás al español en grafía y fonética, pero habrán dejado antes algunas víctimas.
Llamamos a alguien “friki” (del inglés freak) y olvidamos “chiflado”, “extravagante”, “raro”, “estrafalario” o “excéntrico”. Necesitamos un password y dejamos a un lado “contraseña”, o “clave”. Se nos coló una nueva acepción de “ignorar” (por influencia de to ignore) que desplaza a “desdeñar”, “despreciar”, "desoír", “soslayar”, “marginar”, “desentenderse”, “hacer caso omiso”, “dar la espalda”, “omitir”, “menospreciar” o “ningunear”. Olvidamos los cromosomas de “evento” (algo “eventual”, inseguro; que acaece de improviso) y mediante la ya consagrada clonación de event se nos alejan “acto”, “actuación”, “conferencia”, “inauguración”, “presentación”, “festival”, “seminario”, “coloquio”, “debate”, “simposio”, “convención” y otras palabras más precisas del español que se refieren a un “acontecimiento” programado. Ya todo es un evento, aunque esté organizadísimo.
Elogiamos el know-how de una empresa y no recordamos “conocimiento”, “práctica”, “habilidad”, “destreza”, “saber hacer”. Se estableció “chequear” (de to check) y arrinconamos “verificar”, “comprobar”, “revisar”, “corroborar”, “examinar”, “controlar”, “cotejar”, “probar”… y tantos otros más adecuados en cada situación.
Se extiende ahora la palabra fake para descalificar un trabajo que falta a la verdad; y eso deja en el tintero expresiones como “manipulación”, “engaño”, “falsificación”, “embuste”, “farsa” o “patraña”. En los espacios sobre talentos musicales nos presentan a un coach, voz que se propaga en detrimento de “preparador”, “adiestrador”, “profesor”, “supervisor”, “entrenador”, “tutor”, “instructor”, “asesor”, “formador”...
Y en los últimos tiempos se expande entre los entendidos en la Red el anglicismo españolizado “banear”, que se relaciona con banns (amonestaciones) y to ban (prohibir). Su raíz no anda lejos del sustantivo “bandido” y del verbo “bandir”. El bandido era buscado a través de un “bando” (de ahí la palabra, con la que también se vinculan “contrabando” y “contrabandista”); y “bandir” equivale en su etimología a “proscribir”. Así pues, una persona “baneada” en Internet (porque insulta, calumnia, miente, altera el diálogo o usa palabras soeces) es alguien a quien se proscribe.
No pasa nada si pronuncian “banear” quienes se entienden con ese vocablo. Sí tendrán un problema si a causa de ello olvidan otras palabras más certeras para la ocasión: “vetar”, “expulsar”, “excluir”, “apartar”, “desterrar”, “sancionar”...
La riqueza de nuestro lenguaje depende de lo que decimos pero también de lo que dejamos de decir... y por tanto perdemos. El problema no es que lleguen anglicismos, sino que se rodeen de cadáveres.

EL PAÍS, Madrid, 5 de octubre de 2014
LA PUNTA DE LA LENGUA
Palabras en busca de diccionario
Estaribel, viejuno, cotolengo, vallenato, ojiplático, cabreante, pifostio...
Alex Grijelmo  
 
Miles de palabras seguirán existiendo aunque no figuren en el nuevo Diccionario, que ya llega. Pero casi todos hemos caído alguna vez en la calamidad de decir “esa palabra no existe”, cuando el mero hecho de haberla oído certifica lo contrario.
El lexicón académico dejará fuera muchos términos cuyo uso, sin embargo, no suena extraño. Si alguien dice “esto es cabreante” no se nos ocurrirá corregirle: “Cabreante no está en el Diccionario”; aunque no esté (que no está). Se trata de una creación legítima, igual que “ilusionante” o “escuchante” (ambas entran ahora) o “murmurante” (que sigue fuera); formas todas ellas derivadas de “cabrear”, “ilusionar”, “escuchar” y “murmurar” (y que se han llamado “participios presentes”, “participios activos” o “adjetivos verbales”). No estarán algunas en el Diccionario, pero sí en la gramática. Porque la lengua tiene recursos creativos. Si de “anónimo” deriva “anonimato”, ¿cómo no dar validez a “seudonimato” a partir de “seudónimo”?
El idioma nos sirve para comunicarnos, y todas sus herramientas son buenas o malas en función de los interlocutores. Muchos vocablos expresan lo que tanto el emisor como el receptor entienden; y su ausencia del Diccionario no les resta eficacia.
El director del diario As, Alfredo Relaño, se refería en su periódico el 24 de agosto de 2013 al “estaribel” montado en el estadio Bernabéu (y luego desmontado) para la presentación del galés Gareth Bale. Muchos lectores se estarán extrañando ahora al saber por estas líneas que la voz “estaribel” no ha sido bendecida por la Academia como instalación provisional que se destina a un fin perecedero: por ejemplo, los tenderetes de feria, el escenario del grupo verbenero o el tingladillo que se monta en el estadio madridista en días de fichaje. Sin embargo, otros no la habrán oído nunca, porque no ha logrado un uso muy amplio.
 Han escrito “estaribel” autores como Pérez Galdós, Valle-Inclán, Luis Mateo Díez o Juan Madrid, pero ni siquiera los significados que le otorgan todos ellos parecen coincidentes, pues el vocablo puede interpretarse en unos casos como referencia a una instalación provisional y en otros como un lío o un embrollo. El sentido que le dio Relaño quizás sea el más extendido, y no resultaría mala alternativa esa palabra ante el anglicismo stand que se va colando en las distintas ferias comerciales.
“Pifostio” tampoco ha entrado en el nuevo Diccionario, y sin embargo miles de lectores entenderán la oración “se montó un pifostio”. Y no figuran igualmente “trantrán” (“ese camarero trabaja al trantrán”, es decir, sin correr demasiado, dejándose llevar) o “bocachancla”, expresión inventada para definir a la persona charlatana, indiscreta, cuya boca se abre y se cierra como la chancla en su chasquido contra el pie.
Otras palabras que siguen en su busca de diccionario pueden sorprendernos también desde sus rinconcillos: “Rompesuelas” (amante del senderismo), “vallenato” (género musical colombiano), “cotolengo” (asilo), “ojiplático” (sorprendido), “escaldasono” (calientacamas, palabra ésta que tampoco ha sido recogida), “analema” (fotos hechas desde un mismo punto para reflejar el movimiento del Sol), “viejuno”...
García Márquez lamentaba en 1997 que la voz “condoliente” (el que sufre junto a otro) aún no se hubiera inventado. Y tenía razón. No estaba documentada entonces, según se verifica en los bancos de datos académicos; pero era una palabra posible. De hecho, el corpus del siglo XXI ya registra cinco usos literarios (en autores de España, Ecuador, México, Guinea y Colombia).
El Diccionario, pues, no debe ser la única referencia para criticar el empleo concreto de una palabra. También se ha de analizar si las personas a quienes nos dirigimos la entenderán o no. Y eso resulta más fácil cuando el neologismo lo forman cromosomas reconocibles. Por ejemplo, en esta expresión oída a un adolescente: “Jo, tengo la pantalla de la tableta muy dedoseada”.
Tal sentido de “tableta” ya ha sido consagrado por la Academia. El verbo “dedosear” quizás deba acreditar todavía un mayor uso. Pero se entiende de maravilla.

viernes, 14 de diciembre de 2012

BOÑIGAS Y OKUPAS: RETRATO HABLADO

EL PAÍS, Madrid, 14 de Diciembre de 2012
COLUMNA
Una boñiga
Nada de lo que inspiró la Constitución del 78, comenzando por su preámbulo, sigue en pie ahora mismo
Juan José Millás 

Del mismo modo que los alemanes, según Phil K. Dick, ganaron la II Guerra Mundial haciendo creer a los aliados que la habían perdido, quizá el teniente coronel Tejero, tras fingir que se rendía, tomó para siempre el Parlamento. Fruto de ese golpe de Estado sería la realidad actual, en la que rige una Constitución que es papel mojado en sus máximas aspiraciones, ya que ni los españoles somos iguales ante la ley (y después de Gallardón menos) ni, según la última reforma laboral, tenemos el derecho al trabajo que antes al menos se nos reconocía en la teoría. Todo ello por no hablar de la entelequia esa de la vivienda digna o del acceso a la sanidad y la educación públicas. Nos ha tocado en suerte, por si fuera poco, un ministro de Cultura beato cuya máxima aspiración es parecerse a un toro bravo españolista (no hay toros bravos simplemente españoles). Más aún: se indulta a los banqueros ladrones y a los torturadores declarados mientras se deja escapar con triquiñuelas jurídicas a los capos de mafia internacional. Así las cosas, cuando el PP compara al 15M con Tejero, no hace otra cosa que desviar la atención de sí mismo. Ellos son Tejero. No solo incumplen el programa que los llevó al poder, sino que saquean al ciudadano obedeciendo órdenes de las mafias financieras internacionales. Nada de lo que inspiró la Constitución del 78, comenzando por su preámbulo, sigue en pie ahora mismo. Es cierto que se mantiene la formalidad de votar cada cuatro años, aunque ya el ciudadano ha quedado advertido de que la relación del partido ganador con su programa no es vinculante y que el voto, por lo tanto, vale lo mismo que una boñiga. ¿Quiénes, pues, son los verdaderos okupas, los que están dentro del Parlamento, teledirigidos por intereses foráneos, o quienes son minuciosamente apaleados, y en todos los sentidos, a sus puertas?

Fotografía: Tomada de la red.
"Okupa": http://lema.rae.es/drae/?val=okupa
"Boñiga": http://lema.rae.es/drae/?val=Bo%C3%B1iga
"Ucronía": http://lema.rae.es/drae/?val=ucron%C3%ADa

Nota LB: Los venezolanos pasamos por una semejante etapa. La descomunal estafa bancaria también contribuyó, soliviatando justamente los ánimos, digamos, a la increíble realización de una ucronía como desenlace: la victoria diferida del proyecto insurreccional cubano de los sesenta. Por lo demás, nos permitimos observar, al traer a colación los términos (con el DRAE por delante), una extraordinaria pobreza actual de los venezolanos para nombrar o mencionar las viejas, nuevas y novísimas crisis. De procedencia culta o silvestre (nos gusta mucho la afirmación de "cultura silvestre" que hace J.M. Briceño Guerrero, a quien leemos por estos días), la política fue también - entre nosotros - una capacidad de invención y reivención del lenguaje, destacando el Betancourt que recibió la atención de Angel Rosenblat. Apenas, en el recuerdo, sobreviven términos como "carraplana" o "despelote", manteniendo un vigor intacto el de "barragana" que, por cierto, no lo ponderó el acuñador original, Piñerúa Ordaz, sirvió para gastar bromas a los "barragán" por mucho que Márque Rodríguez aclarase su significado. El caso está en ese retrato hablado de una vieja etapa que oculta las actuales estafas de la banca estatal, múltiple desagüe de recursos....

sábado, 21 de abril de 2012

FILOLOGÍA DEL TIEMPO

EL NACIONAL - Sábado 21 de Abril de 2012     Papel Literario/1
23 DE ABRIL, DÍA DEL IDIOMA ESPAÑOL
Víctor García de la Concha
"El idioma llegó tarde a la Red por culpa de la pobreza"
A este filólogo, graduado en Salamanca, lo escogió el destino para una tarea titánica: convertir la unidad de la lengua española en acción. En su gestión como Director de la Real Academia por doce años logró trabajar con todas las Academias de América Latina para unificar la ortografía, el diccionario y la gramática. Visitó Colombia para ofrecer la conferencia magistral en ocasión del Premio Simón Bolívar 2011
ENTREVISTA SERGIO DAHBAR

Por qué la Real Academia es considerada garante de la unidad de la lengua española? Uno de los servicios mayores que prestó la Real Academia Española a la lengua española fue, sin duda, cuando se produjo la independencia de las provincias ultramarinas, el nacimiento de las jóvenes repúblicas. Promovió el nacimiento en cada una de ellas de una academia correspondiente.

Ahí fue clave la figura de Andrés Bello.

No había consenso sobre esa decisión. Cuando se produce la independencia, no falta algún conato de independentismo lingüístico: Sarmiento, etcétera...

Y es la autoridad de Don Andrés Bello la que dice: bueno, pero qué tontería, la lengua es tan nuestra como de España, nosotros nos levantamos frente a los malos gobiernos de España, pero no nos levantamos frente a la lengua. Eso frena el intento de crear una Academia Americana de la Lengua Española y se comienza a fundar una por país. La primera fue la colombiana, de la que se cumplen ahora 140 años, y después ya fueron naciendo a lo largo del tiempo, esto hasta comienzos del siglo XX en que ya quedaron abiertas todas las academias.


En todas las épocas de la historia ha habido una lengua franca, de intercambios comerciales y más tarde intercambios industriales.

Primero lo fue el francés, antes, quizás el italiano, y en primer lugar, el latín. Ahora es la lengua inglesa

Pero las Academias no garantizaban la unidad de la lengua. Hace doce años, trece años, todos cobramos conciencia de que había que potenciar la unidad en la acción. No la unidad en la enunciación, no la unidad en la profesión de fe, sino la unidad en la acción.

Una misión que estuvo a su cargo. Bueno, ese es el papel que me tocó a mí. Pero me tocó porque me tocó. Quiero decir: no es que yo fuera entonces un americanista fervoroso, no, no.

Es que yo ingresé a la Academia en el año 92 y el secretario que había entonces se enfermó. Y dijeron: pues, ¿secretario quién?, pues el último que ha llegado, ¿no?

Pero había un interés de la nación... Veamos. Me llamaron de la casa del Rey, fui allí y lo primero que me dijo fue: yo quiero que te dediques a América para que eso de la unidad sea verdad, sea real, y se hagan cosas juntos, y tienes que ir allí, viajar, yo te ayudaré. Efectivamente lo hizo así y fui el primer director que visitó todas las academias y me di cuenta de que en todas había ese mismo deseo latente de hacer cosas.

¿Cómo se pasó a la acción? Se desarrollaron los tres grandes códigos: el diccionario, la gramática, y la ortografía.

Tres obras que no las produce la Academia Española, sino que es el producto del trabajo sostenido de todas las academias.

Persistía en América Latina la idea de que las academias se veían alejadas de la realidad y del habla de la gente común. Las academias ejercen una función notarial, que es certificar aquello que dice el pueblo. Las academias no hacen propuestas que nacen de ellas.

Las academias lo que hacen es auscultar el habla del pueblo y presentarla, digamos, organizada, normativizada. Pero la norma la hace el pueblo. Es el pueblo el que dice: "Uy, qué grosería", "ay, qué, vulgar", "qué cosa más cursi"... ¿Sí? Y eso es lo que la academia recoge. No es la academia la que dice: esto es vulgar.

Existen otros productos que son el trabajo de las academias de la lengua. Por ejemplo, un Atlas del idioma español , que ha publicado Ariel y Telefónica. Claro. Telefónica ha desarrollado un estudio del valor económico del español, y de la calidad del español en la Red, entre otras investigaciones que tienen como apoyo a las Academias.

Ese estudio es bueno, vindicativo. Realmente la presencia del español en la Red ha crecido en los últimos años exponencialmente. Lo que ocurre es que nosotros llegamos tarde a la Red y llegamos tarde por una sola razón: la pobreza. Es decir, en los pueblos, en las aldeas, en los barrios, allí no había Internet. Había televisión pero había poca.

¿Y cómo hacer para que el español se convierta en referencia? No basta con el estudio del idioma, hace falta que cobre relevancia y significación. Vamos a ver: en todas las épocas de la historia ha habido una lengua franca, de intercambios comerciales y más tarde intercambios industriales. Y eso ha sido así. Primero lo fue el francés, antes, quizás el italiano, y en primer lugar, el latín. Evidentemente ahora es la lengua inglesa y eso tiene muy difícil cambio. La regulación aérea no va a cambiarse por decreto, los pilotos con la torre de control tienen que entenderse en una lengua y esa lengua es el inglés.

Las academias ejercen una función notarial, que es certifi car aquello que dice el pueblo. Las academias no hacen propuestas que nacen de ellas

Pero una cosa es que lo sea, digamos, como lengua de acuerdo, y otra cosa es que haya un ancho campo de traducciones y de consideración... A medida que sectorialmente se vayan ocupando espacios en esto, pues la presencia será mayor. Y a medida que el número de hablantes que entran desde Twitter, Facebook, y todos los que vayan naciendo, se va a deducir una presencia más especificada y eventualmente más cualitativa.

Más por la necesidad que por la obligación. Naturalmente, por la necesidad de comunicarse y entenderse y con una comunicación fácil.

Ahora que no es Director de la Real Academia de la Lengua sigue cerca de la institución. Ahora soy director honorario.

Nuestros estatutos prevén dos mandatos de cuatro años y cuando yo terminé el segundo mandato, la Academia cambió los estatutos porque estábamos con las manos en la masa de la gramática y se dieron cuenta de que en ese momento cambiar el timonel iba a ser un problema. Por esa razón tuve excepcionalmente un tercer mandato: fui doce años director, que ya estuvo bien. En ese tiempo sacrifiqué mucho el trabajo personal. Yo soy catedrático de la Universidad de Salamanca, emérito ahora porque ya me jubilé, por la edad, pero yo he publicado mucho y me gusta mucho escribir, investigar.

Todo filólogo esconde a un escritor. No lo sé. Filólogo, sí, tuve primero formación teológica, en Roma, pero eso es una etapa previa que cerré, aunque quiero decir que me vino bien porque todo es provecho, toda ciencia es provecho, ¿no? Bueno, como director era difícil poder continuar la labor de investigación y quedó frenada, pero ahora la he retomado. Estoy escribiendo una historia de la Academia para el tercer centenario, que es en 2013, y estoy muy emocionado porque tenemos una historia que hizo Alonso Zamora Vicente, pero que no es propiamente una historia, es una recopilación de datos: los edificios, los académicos, las publicaciones. A mí me ha tocado contar la historia y sus anécdotas ejemplares.