domingo, 20 de abril de 2014

LA ASONADA TÉCNICA

De un precursor golpe de Estado
Luis Barragán


Cien años atrás,  supimos del primer golpe (técnico) de Estado en nuestra historia. Superamos las más variadas,  espontáneas y recurrentes  montoneras y asonadas, guerras y escaramuzas, por impedimento de las Fuerzas Armadas encaminadas hacia su definitiva profesionalización y especialización, como inequívoca expresión del Estado Nacional.

Tropas reglamentadas, línea vertical de mando, aprovisionamiento,  movilizaciones indiscutidas, artillería, logística, planes operacionales,  constituyen rasgos de sendas operaciones militares orientadas a amurallar el acceso a la región central del país y, específicamente, a la sede de los Poderes Públicos redefinidos en violación a la Constitución – por entonces – vigente.  No habrá una batalla decisiva que celebrar, convertido todo el territorio nacional en un teatro de operaciones que,  ya muy poco o nada, remite a las tradicionales, improvisadas y azarosas reyertas de generales sobrevenidos.

Juan Vicente Gómez (JVG), tiene ya  algunos años como inquilino  en el poder que, después, lo tendrá como dueño exclusivo.  Cercano a cumplir su mandato constitucional, ha sorteado las diferentes rivalidades apostando al constante reacomodo político en los ámbitos nacional y regionales, y a la lenta conformación de un equipo estable de gobierno concitada la lealtad de los jefes militares y la de una astuta intelectualidad que cumple también roles tecnocráticos, privilegiando el nexo familiar.

La Constitución de 1909, imposibilita la reelección inmediata (artículo 84); y subraya la importancia del Consejo de Gobierno, cuyos integrantes significativamente los elige el Congreso en la misma oportunidad que al Presidente de los Estados Unidos de Venezuela (88).  Por cierto, éste comanda y organiza el Ejército y la Milicia, concebida como Fuerza Pública Nacional naval y terrestre (79 y 124), auspiciando una entidad armada pasiva y obediente, referida a las autoridades civiles (140).

Franchesqui González, en un interesante y condensado trabajo digital,  habla de las “maniobras políticas” que resultan en un “equilibrio inestable”, entre 1908 y 1912. Cercanas las elecciones, planteada la sucesión presidencial, importa recordar con Caballero: “No era todavía [JVG] el gobernante absoluto, como todo el mundo se acostumbrará a verlo más tarde, sino un hombre obligado a hacer esas concesiones, de rigor en un juego político al cual luego afectará despreciar”.

Por 1913, venciéndose el período presidencial, hay circunstancias apremiantes y peligrosas que las sintetizan crisis como la del Protocolo Venezolano-Francés, la de una considerable resistencia al continuismo que tiene por principal escenario el Consejo Federal y el complot de Román Delgado Chalbaud.  Sostenemos, conjurar la crisis,  después del triunfo trascendental que protagonizara JVG en Ciudad Bolívar en 1903, liquidado el caudillismo como estirpe para parafrasear a Inés Quintero, amerita de una solución diferente a aquella que pueda convencionalmente reactivarla.

Gracias a su personal intuición y a las recomendaciones de los más cercanos colaboradores,  escuchadas con su habitual cautela, JVG pondrá un acento innovador al  recontextualizar la política militar del odiado antecesor.  Así, entre 1910 y 1912, ha iniciado un proceso de institucionalización, estructuración y organización de la entidad armada con el reconocimiento y la fundación de la Academia Militar, la Escuela de Aplicación Militar y la Escuela de Clases, ilustrando la definitiva  consolidación del Estado,  coincidente con la construcción de las carreteras y líneas ferroviarias que le garanticen una creciente movilidad en todo el territorio nacional, por ejemplo.

La estratagema de 1913

Será harto difícil que JVG desconozca la Constitución de 1909 que rubricó su esperanzador ascenso al poder, requerido de una respuesta eminentemente política que afiance el control sobre el Ejército también bajo las inevitables expectativas.  Pareciera que no la hubiese, encallejonado, excepto la de idear una mentira sin precedentes, aunque de una eficacia insospechada: la amenaza de una temible invasión de Cipriano Castro,  por las costas falconianas,  permitiéndole simultáneamente depurar,  aglutinar y convertir en una  emergencia nacional la salvación del propio régimen.

Denunciada la invasión, JVG suspende las garantías constitucionales que fuerza a la de la misma elección presidencial, a mediados de 1913. Bien lo apunta Franchesqui González, invocando el artículo 23 constitucional, al convertirse en defensor de los derechos fundamentales,  evitará la declaratoria de un trastorno del orden público previa a la de conmoción interior o rebelión a mano armada (82)  que, en la práctica, equivale a la de un Estado de Excepción, generador de un conjunto de diligencias que incluye, previamente, la deliberación y el voto favorable del Consejo de Gobierno.

Partiendo del telegrama de alerta remitido a los presidentes de los estados,  es tal el engaño que, por una parte, únicamente JVG conoce la naturaleza, las condiciones y alcances específicos de la  amenaza, generando confusión entre sus cercanos partidarios tentados por  distanciarse; por otra,  igualmente confundidos,  estimula a sectores del castrismo exiliado en Curazao para incorporarse a la fingida invasión, resultando apresados los más ingenuos; y, luego,  en nombre de la paz alterada,  creyendo atajar un alzamiento convencional, conducirá al Ejército a protagonizar y celebrar un golpe ya técnico de Estado. Fenómeno quizá inédito, concuerdan simultáneamente las medidas políticas y militares del caso, capturando el poder por siempre.

Suspendida la elección presidencial, ha adoptado una serie de represalias contra aquellos que avivaron su entusiasmo y voluntad en el albur de una campaña electoral que jamás se dio.  El abogado guayanés Félix Monte, quien – además – denuncia la vecindad de una guerra civil, tiene el atrevimiento de aspirar a la sucesión, lanzado al destierro por más de veinte años, mientras que, completando la amarga lección, el más vehemente promotor de la candidatura, el corajudo periodista Rafael Arévalo González, se hundirá en las espesas sombras de La Rotunda.

JVG deja como encargado de la Presidencia de los Estados Unidos de Venezuela a José Gil Fortuol, quien preside el redefinido Consejo de Gobierno, y encabeza toda una empresa bélica,  movilizando a miles de hombres extraordinariamente adiestrados, apertrechados, coordinados, disciplinados y decididos, acantonándolos finalmente en Maracay y sus alrededores a objeto de protocolizar el nacimiento e institucionalización de una poderosa fuerza que él y únicamente él comanda, consagrada la jerarquía militar.  Ya los contrastes de la década están anunciados en una vitrina políticamente eficaz, sumada un sentido de la marcialidad de escasos antecedentes:   “La diferencia  - anotará Rangel - entre el aparato castrense del gobierno y el que podían oponerle sus enemigos se torna abismal.  Mientras en la Venezuela de 1890 un caudillo podía guardar armas tan mortíferas como las del gobierno,  en 1920 esa situación se ha revocado. Frente a un ejército nacionalmente vertebrado, con disciplina y mandos centralizados y dueño de ametralladoras y cañones eficientes,  las tropas caudillescas serán una caricatura”.

La ecuación está despejada, aventajada por el viejo temor a la guerra y la conclusiva consolidación del “establishment gomecista”, de acuerdo a Caballero. Empero, tan extraordinaria movilización no será un simple ejercicio de tropas, sino que coronará una intención que convierte la nota de un periódico caraqueño en un obligado amago de inocencia cuando todos los vecinos de Caracas ya hicieron de notarios ante el nuevo Ejército, entrante el primero de enero de 1914 a la ciudad: “… La vida institucional de la República interrumpida por breve paréntesis á causa de la rebelión armada que interrumpiera en 1913 el desarrollo del proceso electoral”.

Consumación del golpe

La compleja operación política tan afín a un golpe entera y técnicamente militar, sin claros precedentes,  comporta la simulación de un renacimiento republicano cuando las municipalidades, como depositarias de la soberanía popular,  mediante las Asambleas de Plenipotenciarios de los Distritos,  elija un Congreso de Diputados Plenipotenciarios de Venezuela en 1914, encaminado a redactar un Estatuto Constitucional Provisorio.  Y lo hará con la ironía de proclamar que “toda autoridad usurpada es ineficaz y sus actos son nulos” (artículo 22), arribando a una fórmula completamente novedosa: el Comandante en Jefe del Ejército Nacional, seleccionado por esa instancia (43), consumando así el golpe.

Indiscutible acreedor de los destinos del país, JVG impone el nombre del abogado y periodista Victorino Márquez Bustillos (VMB), como Presidente Provisional,  el 19 de abril del aludido año. La reseña de primera plana, en El Universal de Caracas, es suficientemente didáctica al asegurar que “el estampido de la salva que anunció la reunión de los Plenipotenciarios de los Estados en Congreso, anunció también la bancarrota del sindicato revolucionario". Y prosigue: "El fracaso político ha sido decisivo como el militar. Cuando los Estados inquirieron de qué fuente legítima podían salir los nuevos depositarios de los Poderes de la Federación, el Ejecutivo Federal contestó: sólo tiene derecho á destruir, el que puede construir. La fuente legítima es el Pueblo; es El quien hace ó deshace el Pacto. El Ejecutivo se limita á acatar la decisión de los Estados".

Derrotada la pretendida confabulación de "Castro y los que, llamados á servir á la Rehabilitación, estorbaron y retardaron ó con su codicia, á la cual sacrificaron siempre los intereses públicos, ó con ambiciones personales y prácticas contrarias al bién de la Nación, el cumplimiento del programa rehabilitador".  Añade: "Y el General Gómez triunfó de esa conspiración de la gratitud, y Jefe incontestado é incontestable de cuantos ciñen espada (...) depuso el bastón de mando", y "frente al continuismo de ellos y de sus procedimientos á lo que se opone esta administración, continuadora fidelísima de la alta labor del ex-presidente General J. V. Gómez, Jefe único de la Rehabilitación Nacional".

Ceremonia de la normalización republicana, Gil Fortuol eleva un mensaje al país seguido por la presentación de las memorias de los despachos ejecutivos, procediéndose a la elección de la provisionalidad: VMB, Presidente; Jesús Rojas Fernández, quien curiosamente se desempeñaba como Administrador de la Aduana de La Guaira, Primer Vicepresidente; y el general Caracciolo Parra Picón, Segundo Vicepresidente. José Eugenio Pérez, Plenipotenciario del estado Portuguesa, es el proponente de JVG como Comandante en Jefe del Ejército.

La Procuraduría recae en Pedro Manuel Arcaya. La Corte Federal la integran: Emilio Constatino Guerrero, Carlos Alberto Urbaneja, Pedro Hermoso Tellería, Enrique Urdaneta Maya, Juan Bautista Pérez, Crispín Yépez y Eugenio Pérez (principales); y Caros Urrutia, Wanceslao Monserrate Hermoso, Alejandro Urbajeja, Angel Vicente Rivero, Cristóbal Soublette, Rafael Medina Torres y Francisco Gerardo Yánes (suplentes). Y el Gabinete Ejecutivo: Ministro de relaciones Interiores, César Zumeta; Relaciones Exteriores, Manuel Día Rodríguez; Hacienda, Román Cárdenas; Guerra y Marina, general M.V. Castro Zavala; Fomento, Pedro Emilio Coll; Obras Públicas, Luis Vélez; e Instrucción Pública, F. Guevara Rojas.

Luego, es redactada, sancionada y promulgada la nueva Constitución.  Ya es posible la reelección inmediata del Presidente, quien comanda y organiza el Ejército, la Armada y la Milicia, facultado en caso de conmoción interior o rebelión a mano armada (artículo 78), reiterando la pasividad y obediencia castrense (125).  Las cámaras de Senadores y de Diputados se reunirán en Congreso para “nombrar cada año, si lo juzgaren conveniente (…) un Comandante en Jefe del Ejército Nacional, y determinar en el mismo acto sus funciones” (57). Sin embargo, libre ya de cualquier compromiso con los liberales amarillos y nacionalistas,  elegido JVG para un período de siete años como Presidente Titular, conservando el cargo de Comandante en Jefe del Ejército, dejará como Presidente Encargado a VMM hasta 1922, ocasión en la que es reemplazado con la Carta de 1914.

Un contrasentido, citando a Ulises Picón Rivas, Franchesqui González  indica que la tarea ha sido la de “institucionalizar el Golpe de Estado continuista”, aunque así pareciera por obra de un golpismo crónico en relación a los reajustes constitucionales y la misma comedia institucional que inaugura. Recurriendo de nuevo a una reseña de prensa,  ésta asegura que de los eventos “salieron ilesos los principios republicanos sin recurrir á la dictadura  ni prolongar á la nación en un largo período de incertidumbre”, afianzando el disparate jurídico.

Lo cierto es que asistimos al perfeccionamiento técnico del golpe de Estado, so pretexto de un ingenioso ardid político. La asonada o el pronunciamiento, ya no dependerán de la aventurada incursión de las montoneras, sino de la centralizada y  jerarquizada corporación castrense, de sus superiores recursos materiales y bélicos, como de los servicios de información que las hacen capaces de desplegarse operacionalmente en todo el territorio nacional para el cumplimiento de sus objetivos tácticos y, luego, estratégicamente, ensayar y soportar una distinta superlegalidad.

Agregamos con Nordlinger, ya ha perfilado sendos intereses corporativos inherentes a su profesionalización y prerrogativas que, al consustanciarse con JVG, adquiere preeminencia con la creación y reconocimiento de la figura del  Comandante en Jefe, cuya selección es semejante a la del propio Presidente de la República, siendo éste escasamente importante – sobre todo – por la provisionalidad que caracterizó su ejercicio.  No por casualidad, en 1914 se da el reventón del Zumaque 1 y otros serán los desarrollos de la institución armada que especialistas reconocidos, como Domingo Irwin o Luis Alberto Buttó, trabajan incansablemente.

Breve noticia de VMB

Abogado y periodista (1858-1941),  diputado, senador, presidente del estado Trujillo, gobernador del Distrito Federal y ministro de Guerra y Marina, posteriormente frustrada la embajada en la Santa Sede, después de morir JVG ingresó a la Academia de Ciencias Políticas y tuvo una pasantía como secretario de Eleazar López Contreras.  De acuerdo a algunas fuentes, éste consideró – además -  su nombre para sucederle en la jefatura del Estado.

Chiossone advierte que VMB perteneció activamente a un grupo de antiguos gomecistas que, reunidos con frecuencia en su casa de Sebucán, se oponían a la designación de un civil como Diógenes Escalante, planteándose la sucesión de López Contreras en cabeza de los generales Elbano Mibelli o Félix Galavís, añadidos los preparativos de un movimiento armado.  Finalmente, el grupo aceptó la designación de Isaías Medina Angarita, quedando para la posterioridad la estampa de un VMB de frondosos bigotes, adulador insigne que iluminó su casa de habitación proclamando a JVG, como puede verse en sendas fotografías publicadas por El Nuevo Diario o Billiken.

Junto a Juan Bautista Pérez, desempeñó la larga y extravagante función de la provisoriedad, en una dictadura que no dejó de ser tal,  por más empeño – que los tuvo – de guardar las apariencias políticas y jurídicas.  El desempeño de un ministerio tan importante como el de Guerra y Marina, así cumpliese una faceta eminentemente administrativa, nos avisa de una adecuada destreza y competencia para navegar en las aguas encontradas de la corporación que ayudó a crear.

REFERENCIAS:   Brewer-Carías, Allan (2008) “Las Constituciones de Venezuela”, Academia Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas;  Caballero, Manuel (1993) “Gómez, el tirano liberal (Vida y muerte del siglo XIX)”, Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas; Chiossone, Tulio (1988) “Memorias de una reaccionario”, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, Caracas; Franchesqui González, Napoleón (2001) “El gobierno de Juan Vicente Gómez 1908-1914” (http://nfghistoria.net/wp-content/uploads/2010/09/Juan-Vicente-Gomez_LibroNFG2.pdf); Nordlinger, Eric (1977) “Soldiers in politics: Military coups and governments”,  Prentice-Hall, New Jersey;  Fundación Polar, “Diccionario Interactivo de Historia de Venezuela” (S/f);  Pérez Campos, Magaly (1998) “Glosario de términos de Ciencia Política”, UCV, Caracas; Rangel, Domingo Alberto (1965) “Los andinos en el poder”, Talleres Gráficos Universitarios, Mérida; S/a (1914) Reseñas, El Universal, Caracas, 20 y 23/04.

Reproducciones:
1.    Reseña de la formalización del precursor golpe técnico de Estado y parte de los elencos facilitadores. El Universal, Caracas, 20/04/1914.
2.    Márquez Bustillos no repetirá en la encargaduría de la presidencia gracias a las intrigas, como suele asegurarse, frustrada luego la representación por ante la Santa Sede. Además de la prolongada provisionalidad, no sorprende que un régimen de las consabidas características tenga la intriga y la confabulación palaciega como una de sus claves esenciales, por lo que – inferimos – el personaje demostró una fructífera habilidad para imponerse frente a sus competidores. Fotografía de Chirinos, Gómez a la entrada del Hipódromo de El Paraíso lleva del brazo a la sra. Knopps ("viste traje de levita por primera y última vez"). Entre otros, está acompañado del canciller, general Manuel Antonio Matos, Victorino Márquez Bustillos, y el  general Martínez Méndez ("a quien le acomodaron la especie de haber dicho al Presidente - su cuñado - que el traje de levita le evita inconvenientes a quien lo usa", anota Lucas Manzano). Élite, Caracas, nr. 2028 del 08/08/1964.
3.    Márquez Bustillos cumplió fielmente con las responsabilidades delegadas, aunque no repetirá como encargado de la presidencia luego de 1922.   De su bibliografía directa, destacan títulos que versan sobre Gómez y su régimen, llamando la atención uno específicamente relacionado con la reforma militar, pero no hay alguno referido a su gestión eminentemente administrativa o afín a la especialidad que lo convirtió en miembro de la Academia de Ciencias Políticas.  Por cierto, la fotografía fue tomada por Manrique & C°,   siendo la más conocida  la de Luis Felipe Toro de 1912. Billiken, año III, Caracas, nr. 24 del 29/04/1922.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2014/04/de-un-precursor-golpe-de-estado/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1029974

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