lunes, 14 de abril de 2014

UNA VERSIÓN

EL NACIONAL - VIERNES 14 DE ABRIL DE 2000 / OPINION
La Iglesia, el poder y la gloria
Jesús Sanoja Hernández

La Iglesia, en asuntos temporales, no está, o no debería estar, sometida a dogmas. El tiempo, pedazo insignificante de la eternidad, todo lo cambia. Como seres terrenales estamos sometidos, hombres e instituciones, a la contingencia, todo lo contrario de la trascendencia. Pocos fenómenos colectivos trascienden una centuria: el fascismo perduró, en Italia, poco más de veinte años, y en Alemania el nazismo menos que eso. La sociedad soviética no pudo llegar a los ochenta años y nuestras tres primeras repúblicas, al calor del proceso de independencia, apenas si llegaron a una veintena. Y la más larga, que ha sido la IV República estudiada por Kléber Ramírez y teóricamente sepultada por el oracular guerrero, se mantuvo en pie, entre guerras civiles, montoneras y golpes de Estado durante 169 años, período cortísimo si se compara con el que llevan arrastrado la religión cristiana y la Iglesia. Durante esa IV República la Iglesia se enfrentó a Guzmán Blanco y a la implantación del divorcio, así como a la teoría de la evolución, y los problemas doctrinales se confundieron muchas veces con los políticos. Variables fueron sus relaciones con Castro y lo mismo con Gómez, quien encarceló a no pocos sacerdotes (por ejemplo, los padres Monteverde, Mendoza, Ramírez y Franquiz), al mismo tiempo que el Vaticano lo declaraba caballero de la Orden Piana, y con la dictadura militar que se extendió entre fines de 1948 y comienzos de 1958. Si la posición de la Iglesia dio un vuelco radical con la pastoral de Arias Blanco, en mayo de 1957, y con el papel jugado por algunos sacerdotes en vísperas del 23 de enero, episodio recogido en excelente crónica de García Márquez, también es verdad que su posición ante las elecciones de noviembre de 1952, ganadas por la unidad popular encarnada en URD, fue, por decir lo menos, equivocada.
"Las elecciones del 30 de noviembre -decía el editorial de la revista SIC, enero de 1953- han venido a despertar a muchos ingenuos del beatífico sueño de despreocupación, en que la paz social, de que gozan sin pena ni gloria, los ha sumido en los últimos años. Han visto con sorpresa que el oso marxista vive pleno de vigor y rugiendo amenazas en la dispersa masa popular". Y por ese tortuoso camino se iba el editorialista MAE (nada menos que Manuel Aguirre Elorriaga), en ataque frontal contra el "oso marxista" y "la inexplicable supervivencia de la embajada soviética en Caracas", y de paso, contra el marxismo criollo o "adeco". Meses después vendría la ruptura diplomática con la URSS, no sin atropellos contra sus representantes, y arreciaría la represión con el fin de exterminar a las dos variedades de marxistas, en tanto se celebraban aquellas "Semanas de la Patria", a las que monseñor Pibernat, censor ecclesiásticum, le dedicó oración con elogios a las Fuerzas Armadas en el poder. Y no me atrevo a afirmar que fue más allá, como lo sostenía alguien de la resistencia: "él mismo (Pibernat), en el diario La Religión ha estado haciendo campaña para que se lance la bomba atómica contra el pueblo chino".
Vendrían otros tiempos, como párrafos atrás anotaba yo, y tales serían los de los meses finales de la dictadura y, tras una etapa de reacomodos, los inaugurados por la nueva etapa de la revista SIC y por el Centro Gumilla. Una parte -la más fecunda en elaboración teórica y en modernización de actitudes, representada por los jesuitas- de la Iglesia venezolana, en correspondencia con el viraje postconciliar, se la jugó por el futuro. De ese modo, en abril de 1982, Luis de Ugalde, entonces superior provincial de los jesuitas en Venezuela, hubo de precisar la posición de la Compañía de Jesús, a la que algunos le imputaban su "opción por los pobres", la lucha por la justicia, la guerrilla".
"Se dan nombres: Los jesuitas Ernesto Cardenal, Helder Cámara, Camilo Torres, Monseñor Romero (...) están llevando la Iglesia por nuevos caminos. Liberadores para unos, comunistas de sotana roja para otros. Debo decirle al lector que ninguno de los nombrados es jesuita. Eso pertenece al mito manejado por unos a favor de la Compañía y por otros en contra".
Indudable, sin embargo, que un cambio de 180 grados se había producido, precisamente en el seno de la jesuitas, que en número de 230 hace menos de una veintena operaban en la UCAB, el Centro Gumilla, Cerpe y el Centro de Comunicación Social Monseñor Jesús María Pellín. Pruebas decisivas de esta moderna entonación del mensaje (obras son amores) las constituyeron sus reacciones ante el 27F y el 4F, así como en torno a las propuestas para "un nuevo país". Ahora bien, la Iglesia en su conjunto, con diferencias que eventualmente no han trascendido, ha reaccionado, desde finales del pasado año, contra el "proyecto Chávez", y de allí las recientes decisiones de la Conferencia Episcopal, que a pesar de juicios acertados acerca de "la etapa de transición" no dejan de reflejar la inclinación hacia "el proyecto Arias", ese comandante febrerista que bebió enseñanzas (Angela Zago dixit) en un seminario y nada menos que por diez años.

Reproducción:  "'Maquette' original del joven escultor Gregorio García para un Cristo monumental que, por iniciativa de los RR. PP. Agustinos, será colocado en una de las colinas cecanas al Portachuelo, que dominan a Santiago Leó nde Caracas por el Sur". Élite, Caracas, nr. 395 del 08/04/1933.

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