miércoles, 30 de abril de 2014

CUADERNO DE BITÁCORA

Una nota de Marie Claire Chahda, mediante la cual nos trae un texto de Fernando Mires sobre Teilhard, (https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10152376643933442&set=a.51015238441.59985.695763441&type=1&theater), por cierto, curiosa invocació del autor,  nos retrotrae a los tiempos que en los que el francés nos deslumbró. Y fue, concretamente, a raíz de los cursos que motorizamos cuando estuvimos al frente de la secretaría regional de Formación de la JRC de Caracas, hacia principios de 1980: Vicente Mujica Amador, comenzando por Caricuao, armado de sus diapositivas, nos enseñó y adentró en la reflexión del sacerdote que, además de preceder aquellos círculos de estudios sobre Medellín y Puebla, le dio sentido a nuestras - por entonces - perspectivas ideológicas. Consumado especialista en Pierre, aquien le dedicó parte de sus libros, Vicente siguió inspirando nuestras lecturas, fundamentando - incluso - nuestro trabajo en el tribunal penal, porque es - faltando poco - un penalista extraordinario. Particularmente, sus obras esclarecieron mucho esa tarea de resolver - con la modestia de un escribiente - casos relacioandos con la legítima defensa.

Después, vendría Leszek Kołakowski y sus señalamientos sobre el panteísmo teilhardiano. Hasta diluirse el teólogo y científico con el tiempo, entre nuestros papeles. Igualmente, recordamos un artículo de prensa de Abdón Vivas Terán sobre el francés, con el que también hicimos algunos círculos de estudios. Y hasta nuestro amigo Normando Bonalde (QEPD), puso por nombre a uno de sus hijos: Teilhard. Luego, es evidente la influencia y el entusiasmo que generara Chardin, como también lo demuestra la  breve reseña de El Nacional (Caracas, 1966).

LB

1 comentario:

  1. Gran parte de su obra fue publicada con carácter póstumo por Jeanne Mortier, a la que nombró su albacea para temas editoriales. Esta obra ocupa trece volúmenes.

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