miércoles, 30 de abril de 2014

SIGUIENTE ETAPA

Rey y el pacto populista
Luis Barragán


Huelga comentar la fundamental importancia de Juan Carlos Rey en la politología venezolana, cuya tinta caracterizamos por su densidad, concisión, precisión y, valga subrayar, sentido de oportunidad, ya que tiende a publicar cuando lo juzga indispensable, colocándole un torniquete a la simple especulación.  Naturalmente, siendo tan numerosas y espontáneas las interpretaciones que suscitan las circunstancias del pasado, del presente y las que se avizoran,  también resulta conveniente la consulta de la obra orientadora y actualizadora del insigne académico, así fuese – una aparente paradoja – de vieja data.

Breve nota personal,  algunos años después de su publicación, tuvimos la fortuna de descubrir un texto que resultó decisivo para la juvenil ilación de los eventos que nos angustiaban.  “Ideología y política: El caso del populismo latinoamericano” (Politeia, Caracas 1976), vigente en sus primordiales señalamientos,  apuntaba al pacto populista y sus consecuencias, incluyendo tres relevantes datos de actualidad.

Por una parte, incurriendo en una quizá abusiva síntesis del planteamiento de Rey, el pacto no acarreaba el sacrificio material de los distintos sectores sociales que lo participaban, viabilizando la democracia representativa en ciernes, por obra del generoso recurso externo que lo soportaba: la renta petrolera.  No obstante, una garantía de varias décadas para su estabilidad, hoy no sólo asistimos a la insuficiencia del recurso, provocando la crisis de rigor,  sino a su propia confiscación por el madurato que,  empeorándola, desenfadadamente pretende legitimarla al retener y administrar exclusivamente los ingresos petroleros a través de los consabidos e inauditables fondos de los que dispone, diferentes al presupuesto anual ordinario que sobrecarga fiscalmente a la población. Acotemos, como si   faltara un detalle, contradicho todo un reclamo histórico, ahora intenta el alza de la gasolina – bajo el eufemismo del “precio justo” – y una reforma, alteración y perturbación tributaria que desmiente y pulveriza todo pacto.

Por otra, la citada coalición benefició a los sectores literalmente representados que, de un modo u otro, accedían a la renta, pero – convertidos inexorablemente en perdedores, quebrantada la propia noción de representación, perdidas sus capacidades y oportunidades productivas – sufren el desplazamiento por los que gozan de la privilegiada conducción del Estado.  Abandonada la alianza obrero-campesina de antiguo cuño leninista, la yunta cívico-militar es la protagonista del presente, pues, caricaturizada la hegemonía de supuesta inspiración gramsciana, monopoliza todas las ventajas de su  extraordinario señorío burocrático.

Luego, forzando la reedición del socialismo real, tratando de movilizarse ya infructuosamente, velando por un enemigo existencial que pueda aglutinarlo, únicamente “concilia” con aquellos que aceptan su definitiva derrota y sumisión, mejorando el intercambio utilitario, prebendario y clientelar.   Puede hablarse de un acceso delictivo a sus beneficios y no sólo por la corrupción generalizada (llamarla administrativa es excederse en el elogio, apuntó una vez Pedro León Zapata), sino por la aparición de otros sectores, como los llamados “pranes”, por ejemplo, trastocados en defensores del régimen que los comprende y utiliza.

Escrito en los tiempos de la primera bonanza petrolera que el país festejó,  Rey advirtió en torno al pacto: “Su límite principal deriva de la vulnerabilidad de tal flujo financiero con respecto a las fluctuaciones económicas externas y las contradicciones que en caso de su disminución se presentan entre las necesidades de financiamiento industrial y capitalización, por un lado, y las de distribución y participación, por otro. Cuando tal ocurre la coalición no puede ser mantenida y la vía se abre para una solución autoritaria mediante la exclusión y desmovilización de masas previamente activas”.  Finalizando, ya pasamos por esa etapa y compartimos ahora otra más temible que, al reactivar la protesta, provoca la feroz represión gubernamental.

Coletillas

De un lado, ojalá cosa juzgada, el líder sindical Rubén González resulta victorioso en el juicio incoado por ejercer sus responsabilidades. Del otro, los defensores del “diálogo” (tal como lo impone el régimen), presumen la mala fe de sus cuestionadores: no hay diálogo al interior de la oposición.

Fuente:
http://www.noticierodigital.com/2014/04/rey-y-el-pacto-populista/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1031377
Fotografías: Juan Carlos Rey (tomada de su correo Gmail); y Sambil La Candelaria, torre bancaria y - en el medio - la Torre de David.

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