jueves, 20 de febrero de 2014

COHESIÓN

Comunismo y oposición
Julio César Moreno


El socialismo totalitario a la cubana comienza a instaurarse en nuestro país. A un lado queda la bolivariana Constitución de papel para dar paso a las leyes revolucionarias y a las medidas de facto que liquidan al Estado de Derecho. Ya Maduro lo había anunciado hace unos meses en la Asamblea Nacional. En esa ocasión afirmó que no se detendría ante preciosismos jurídicos a la hora de profundizar el proceso tutelado desde la Habana. Saben los hermanos Castro, y la cúpula marxista del PSUV, que ya no existe el mítico ser supremo deificado a punta de millones de dólares petroleros. Saben que el Kim Il Sung criollo desapareció sin poder destruir del todo la conciencia democrática sembrada en cuarenta años de gobiernos legítimos. Saben que ante la ausencia de liderazgo es necesario apurar el paso, pues se acaban los recursos que groseramente dilapidaron y no hay más plata para el festín populista. No hay divisas para importar, ni para pagar a los empresarios criollos y extranjeros ensartados en la trampa corrupta del control cambiario. La inflación y la escasez se comen los ingresos de pobres y ricos. La miseria y la violencia crecen mientras el nuevo timonel hace bostezar al país con monótonos mensajes que denotan su impotencia ante el  vendaval que azota a la república. Ya no hay pueblo que acompañe la farsa o se ilusione ante el engañoso mensaje redentor. En fin, saben los  dictadores de Cuba y Venezuela que es hora de atenazarlo todo para evitar el desplome del fatídico sistema. Y en medio del caos el camino a seguir es el de la represión y la destrucción definitiva de la democracia. Un salto cualitativo. Es decir la dictadura declarada.

Desde Cuba se miden nuestros tiempos y en Venezuela se juega la vida el régimen castrista. Durante más de medio siglo la isla se hizo improductiva. Se liquidaron la libertad, la generación de riquezas y el trabajo creador. Las promesas de justicia social se cambiaron por esclavitud y sumisión al gobierno. El Estado se hizo dueño y administrador de la pobreza general, así como de la vida y el destino de cada uno de los ciudadanos. La casta militar parasitaria que encabezan Fidel y Raúl encerró al país en una cúpula de represión que baja o aumenta de acuerdo con circunstancias y conveniencias. Aperturas tímidas o restricciones mayores son tan sólo variaciones tácticas que nunca han puesto en peligro la existencia del régimen. Pasados los tiempos de solidaridad soviética, el socialismo del siglo XXI ha constituido el mayor golpe de fortuna para la dogmática dictadura habanera. El petróleo que aspiraban capturar con la fracasada guerrilla de los años sesenta llegó a sus manos sin disparar más tiros. Y a través de Venezuela, gracias al desaparecido y obediente discípulo, vuelven al panorama latinoamericano incorporados en plan estelar a organismos creados a la medida de sus necesidades. Es así como Raúl Castro preside la CELAC mientras en Cuba narcoterroristas y gobierno discuten en plan de iguales el destino de Colombia, y Presidentes y líderes democráticos rinden sus respetos al más antiguo tirano del planeta. El socialismo del siglo XXI logró además sepultar la Carta Democrática de la OEA y de todos los organismos que integran la Comunidad Interamericana. Éxitos de Fidel en el largo otoño de sus últimos días.

Luego de estos avances, la futura estabilidad de la llamada revolución cubana y la expansión de su influencia continental dependen de la entronización definitiva de la dictadura marxista en Venezuela. Por eso Cuba depende de Venezuela y a su vez Venezuela es manejada en sus grandes líneas estratégicas por Cuba. Así mismo, la ancianidad avanzada de Fidel y Raúl pareciera obligarles a definiciones que hasta ahora habían sido congeladas en una hermética estructura de poder. Mientras tanto una severa crisis económica, agudizada en los últimos años, ha tornado más difícil la vida interna de la isla. Y desde las catacumbas la heroica, aunque pequeña resistencia ha logrado hacerse sentir con una fuerza moral indiscutible en la comunidad internacional. Son chispas que amenazan al hasta hoy omnipotente sistema comunista. Por ello, un cambio político en Venezuela originado en una crisis económica y social sería de impredecibles consecuencias para Cuba. Sobre todo si ese cambio es producto de una rebelión ciudadana surgida de condiciones de vida insostenibles, y como consecuencia de privaciones que hasta ahora habían sido desconocidas por la Venezuela petrolera. Un conflicto de esta naturaleza traería además consecuencias letales para los gobiernos populistas que han copiado el molde de la mal bautizada revolución bolivariana.

Las medidas asumidas en el área económica y social, así como la brutal represión policial-militar; la censura, la autocensura y el cierre de un medio televisivo internacional, marcan la renuncia definitiva del gobierno a las apariencias democráticas que hasta ahora habían sido hábilmente resguardadas. Ante esta radicalización del  oficialismo surge una protesta con contenido diferente al que hasta ahora habíamos conocido. Los estudiantes han logrado sacudir al país y a la comunidad internacional, y han pagado una heroica cuota de sacrificio de jóvenes asesinados, perseguidos o atropellados salvajemente. Por encima de los parámetros de quienes hasta ahora han conducido a la oposición, una realidad social y económica, surgida del modelo ideológico en ejecución, comienza a producir respuestas de naturaleza diferente cuya expansión y alcances aun no podemos medir en su exacta dimensión. La MUD, así como  los partidos, líderes y grupos que han recibido la confianza ciudadana en las luchas electorales, están obligados a definir posiciones frente a este nuevo fenómeno y ante el cataclismo que comienza a sacudirnos. Hoy no son válidas las rémoras  electoralistas, ni la preservación de pequeñas cuotas de poder o las rivalidades construidas al calor de enfrentamientos internos. El liderazgo opositor tiene obligaciones tan grandes, o quizás mayores, a las que asumió la generación que  enfrentó a Gómez, o la que derrocó la dictadura de Pérez Jiménez. En aquellos casos se trataba de sustituir dictaduras militares tradicionales para establecer la entonces añorada sociedad democrática. Hoy se trata no sólo de rescatar la democracia. Se trata además de impedir la desarticulación de la nación, de preservar  la identidad del país  y detener el proceso de sumisión al totalitarismo fidelista. En nuestra historia no existen precedentes comparables con la realidad que hoy vivimos. Entramos en un tiempo de caos monitoreado desde las alturas del poder en el que se atacan los preceptos educativos, históricos, religiosos y éticos que han constituido la esencia del ser venezolano. Se destruye el valor de la propiedad y del trabajo. Se estimulan el odio y la confrontación. Y se nos convierte en una sociedad en la que reina la crispación el temor y la muerte. Lo que unos pocos percibieron y se atrevieron a anunciar, hace ya algún tiempo y de manera reiterada, se convierte ahora en realidad. Hoy el país puede sentir el verdadero contenido del proyecto comunista, cuando todos los medios radioeléctricos son silenciados y a la prensa escrita se le condena a desaparecer en breve tiempo; cuando las detenciones ocurren en masa y el ensañamiento se convierte en el método más común a la hora de reprimir torturar y encarcelar, amparado el gobierno en el silencio establecido por su maquinaria dictatorial.

El liderazgo democrático por encima de tropiezos y errores, ha logrado en estos años cohesionar los valores unitarios en la conciencia libertaria de millones de compatriotas. Hoy somos una mayoría creciente frente a un gobierno ilegítimo en su origen y en su desempeño. La dirigencia democrática debe ahora ampliar horizontes, entender el sentido de la rebelión cívica, y asumir su responsabilidad en la canalización de  las luchas de quienes combaten con la fuerza de la paz y por las banderas de la libertad. Se trata de derrotar al comunismo y restablecer la democracia. No hay otro camino.   
Ilustración: http://ciudad-futura.net/2010/10/03/humor-angelis/    
Fuente: http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/18342-comunismo-y-oposicion

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