lunes, 13 de septiembre de 2010
filmación de la luz
EL NACIONAL - Sábado 11 de Septiembre de 2010 Escenas/1
Reverón vuelve a Rísquez
Las luces del pintor de Macuto deslumbran de nuevo al cineasta, quien ahora se sumerge en la compleja interioridad de un genio alucinado
JUAN ANTONIO GONZÁLEZ
En plena recreación de la última entrevista que dio el pintor Cezary Jaworski es el director de fotografía de Reverón A un costado de la carretera de cemento, poco antes de llegar al pueblo costero de Todasana, ocurre el sortilegio del cine. Allí, en una precaria construcción con techos y paredes de palma, se recrea el Castillete de Armando Reverón, esa casa-taller que la naturaleza se tragó, voraz, hace 11 años.
Allí vuelven a estar las muñecas y las pinturas de contornos casi imperceptibles. Y a las raíces de los árboles de uva de playa no les queda otra que confundirse con los cables de la planta eléctrica y los refl ectores.
La familia temporaria comandada por Diego Rísquez revive más de 30 años en la vida del pintor de Macuto. De 1920 a 1954. No es la primera vez que el cineasta transforma al pintor de Macuto en una de sus obsesiones creativas: en 1977 dirigió el corto A propósito de la luz tropical y en 1994 volvió a él con Karibe kon tempo.
Es jueves, día en que, según el plan de rodaje de la película Reverón, se filmará la secuencia en la que el artista conversa con el entonces treitañero periodista Oscar Yanes. Esa sería la última entrevista que dio el creador.
Y mientras el actor y director de teatro Héctor Manrique repasa sus líneas como un Yanes deslumbrado por el universo reveroniano, Luigi Sciamanna, devenido en el alucinado artista, luce abatido, cansado, ensimismado. No por exceso de trabajo, sino porque para su personaje ha comenzado el declive, el fi nal.
Sciamanna es la encarnación del dolor. Aparte de lucir una abundante barba gris, unas lentillas marrones que oscurecen la claridad natural de sus ojos, una bandana de yute que cubre su cabeza, una roída camisa desabotonada, unos pantalones manchados de pintura y unas alpargatas, se ve disminuido, afligido. Pero no es el actor, sino la visión del Reverón descrito en presente en un guión creado a seis manos por Armando Coll, Diego Rísquez y él.
"He tratado de hacer una interpretación lo más tridimensional posible. Nuestro Reverón no es un prócer, sino un artista. Este país lo han forjado escritores, pintores, músicos, más que próceres", afi rma Sciamanna.
La visión, la imagen. Tras algu- nos ensayos, Rísquez habla de un personaje que no ha dejado de seducirlo. "Reverón fue el primer artista venezolano, y quizás del continente, que se situó en un lugar de luz, al borde del mar Caribe, para llegar a la conclusión de que este elemento es tan fuerte aquí que elimina los otros colores. Ese es su gran aporte", explica.
Aunque confi esa haber quedado inconforme con Karibe kon tempo, Reverón le ha permitido retornar al cine de autor, ese que desarrolló con la trilogía Orinoko Nuevo Mundo, Bolívar, sinfonía tropical y Amérika, terra incógnita.
"La cámara se convierte aquí en el pincel del pintor. Más que con otra de mis obras, con Reverón tengo la oportunidad de utilizar este recurso. La columna vertebral de mi película, que sí tiene una vertiente dramática, es lírica-pictórica. Los elementos de utilería no son simplemente eso, sino que juegan un papel protagónico. El teléfono y la jaula de los pájaros forman parte de la historia", agrega el realizador.
Tanto Rísquez como el director de fotografía de Reverón, Cezary Jaworski, decidieron concentrarse en el período blanco del artista. En términos concretos, esto se cristaliza en el uso artístico y conceptual de la sobreexposición. "Me siento cercano a la obra de Reverón porque manejamos el mismo material: la luz, que es la forma de expresarse en el cine y la pintura. La película no tiene una fotografía completamente reveroniana; hay una inspiración, una textura y una paleta de colores bastante monocromática: ocres, amarillos, blancos", dice Jaworski.
La luz es, pues, el hilo conductor de una historia que comienza cuando Reverón conoce a Juanita (Sheila Monterola) y culmina cuando éste muere en un sanatorio. "Queremos que la luz refl eje la locura que progresivamente se apoderó de él.
Vamos de la luz más suave a la más dura", añade el director de fotografía.
Reverón contó con el financiamiento parcial del CNAC y la producción de Guacamaya y Pedro Mezquita. Antonio Llerandi es su productor ejecutivo. Rísquez aspira a tenerla lista para diciembre y espera estrenarla en 2011.
--¿Realmente Reverón estaba loco? Rísquez: --Sus amigos más cercanos dicen que él se hacía el loco para vender sus cuadros.
Jaworski: --Él creó esa imagen del loco de Macuto para provocar la curiosidad de la gente hacia su persona y hacia su arte.
Fotografía: Andrés Moncada
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