miércoles, 22 de abril de 2015

ADEMÁS, LA PRENSA CONTAMINADA

EL NACIONAL, Caracas, 22 de abril de 2015
Fidel Castro también sonríe
Aníbal Romero
  
Es su más reciente edición, la revista Time elaboró una lista de las “cien personas más influyentes del mundo”. Esta curiosa compilación, que divide a los allí mencionados según diversos criterios, incluye desde Kim Kardashian hasta el papa Francisco, pasando por Barack Obama y el tirano coreano Kim Jong-un, entre otros. Lo que más sorprende de semejante lista de nombres es la presencia de Raúl Castro, entre los personajes que según Time merecen ser distinguidos dentro de la categoría de “líderes” del mundo actual.
¿Por qué?, cabe preguntarse. Raúl Castro se encuentra al frente del aparato despótico más longevo de América y encabeza los restos de una revolución que, siendo caritativos, constituye el fracaso más patente en la historia moderna de la región. La Cuba que Raúl y Fidel Castro contemplan en las etapas finales de sus vidas es una sociedad postrada, resultado del sacrificio estéril de varias generaciones, persiguiendo quimeras sin destino y aventuras sin rumbo. Cuba no es ejemplo de nada para nadie, excepto, desde luego, cierta izquierda que preserva en sus corazones un recóndito espacio para los sueños inútiles y los resentimientos que genera la ruina ideológica.
Entonces, ¿por qué la revista Time suma el nombre de Raúl Castro a su lista? ¿En qué sentido es influyente este personaje tan astuto como sarcástico? ¿Qué nos dice su inclusión acerca de los rasgos psicológicos e ideológicos dominantes en lo que Vargas Llosa ha denominado “la cultura del espectáculo”, tan extendida en nuestros días?
La reciente Cumbre de las Américas en Panamá proporciona una ilustración elocuente de la confusión entre lo sustantivo y lo simbólico, que aqueja a buena parte de los análisis de la actual situación internacional. Desde el punto de vista sustantivo, Washington logró dos objetivos concretos que perseguía: en primer término, contribuir a estabilizar el régimen cubano ante los peligros que emanan del desastre venezolano. En segundo lugar, darles la oportunidad, tanto a los Castro como a sus súbditos en Venezuela, para que busquen una vía de entendimiento con la oposición “oficial” y sectores económicos privados, de modo de evitar en lo posible una crisis terminal prematura (según la óptica del Departamento de Estado), encaminando la cada día más avasallante anarquía interna dentro de los cauces “constitucionales” que tanto agradan a los estadounidenses, aunque todos sepamos que la Constitución chavista no vale siquiera el papel en que está impresa.
Obama no fue a Panamá a hacer gestos corteses ni obras de beneficencia, sino a resguardar al Estado de Florida frente a la probabilidad de una afluencia masiva de cubanos desesperados, escapando como sea de la isla ante un proceso de desestabilización agudo y acelerado, que podría tener lugar a raíz del impacto del creciente caos venezolano. Ello sin excluir, desde luego, los fuegos artificiales destinados a dar a la prensa globalizada, contaminada a fondo por la “corrección política”, elementos para exaltar a Obama como una mezcla de Metternich, Talleyrand y Bismarck, que “puso fin a la Guerra Fría en el Caribe”.
La Guerra Fría terminó con la demolición del Muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética. Cuba solo tuvo importancia estratégica mientras las superpotencias capitalista y comunista competían entre sí. Lo que se logró en Panamá fue decretar la impunidad de los Castro. Los cubanos no hicieron ni han hecho concesión alguna de importancia sustancial, y el Departamento de Estado ha enfatizado que Estados Unidos no busca un “cambio de régimen” en la isla. Eso es lo clave. Con relación a Venezuela, como dije, a Maduro y su gente se les abre la opción, respaldada por Washington y posiblemente, paso a paso, por La Habana, de negociar arreglos de estabilización política y cambios económicos que les permitan salir del foso en que se han metido, y avanzar con el apoyo de la oposición “oficial” hacia las salidas electorales, así sean una farsa tanto en Cuba como en Venezuela.
Raúl Castro fue acogido como un irreprochable y distinguido caballero en Panamá. Las fibras mentales de izquierda que persisten en Rousseff, Kirchner, Correa, Bachelet (o su representante), Maduro, Morales y el resto vibraron ante la presencia de un símbolo. ¿Un símbolo de qué? ¿Qué se dijo acerca de la permanencia de la cruel dictadura en la Cuba castrista? ¿En qué quedan las decenas de miles de muertos en África, en las montañas de Suramérica, o huyendo de la opresión en el Caribe, en los incontables delirios sangrientos de una revolución que ha significado primordialmente hambre, dolor, expoliaciones, exilios, odio y muerte? Raúl Castro es únicamente símbolo del fracaso de la izquierda latinoamericana, aunque esta última ni se percate de ello.
Numerosos y presuntos expertos han perdido de vista los aspectos sustantivos de la política, tal y como se tramitaron en Panamá, distrayéndose en su lugar con el imaginario de una revolución deleznable, a lo que se añade la sumisión intelectual ante la figura de Obama, cuyos presuntos logros son siempre sacados fuera de proporción por una prensa mentalmente doblegada, cuyo sentido crítico se vuelve gelatina al tratarse de un presidente de color, y además de izquierda.

En cuanto a Raúl Castro, solo cabe suponer su complacencia al verse rodeado de tantos ilusos e ingenuos, y también de cínicos y aprovechadores como él, no pocos de los cuales agitaron banderitas cubanas en su juventud y aún otorgan a los Castro galardones por su “heroísmo antimperialista”. De paso, Raúl Castro debió sentirse halagado, a pesar de todo, al observar los tragicómicos disparates de Maduro, un militante de izquierda radical formado y entrenado en La Habana, a quien seguramente contempla con la condescendencia de un padre hacia un hijo atolondrado pero siempre obediente.
Por su parte Fidel Castro, en la soledad de la almohada, seguramente reconoce que su revolución es un irremediable fracaso. ¿Pero qué importa? En el plano de los símbolos políticos el engaño y la fantasía siguen funcionando. Él y su hermano han controlado Cuba con mano de hierro por más de cinco décadas, y todavía reciben las respetuosas genuflexiones de incontables latinoamericanos, encantados con sus recuerdos sobre “¡Cuba sí, yanquis no!”. Nadie les pide y aparentemente tampoco se les pedirán cuentas a los Castro por los crímenes cometidos. El olvido y la impunidad son ahora el nombre del juego. Washington anda en eso, también con respecto a Venezuela, con la ayuda de la oposición “oficial”. Olvido, impunidad, pactos bajo la mesa, negociaciones a escondidas, consensos sustentados en la desmemoria. No veo razón por la cual Fidel Castro no deba esbozar una sonrisa ante tal mascarada. Yo lo haría en su lugar.

Fotografía: Tomada de la red.
Reproducción: 2001, Caracas, 03/02/1989.

EL RETO DE LA DESAUTOMATIZACIÓN

EL PAÍS, Madrid, 22 de abril de 2015
TRIBUNA »
La opinión propia y otras banalidades
Al igual que hay calculadoras para calcular pronto habrá máquinas para dar opiniones
Jorge Majfud 

Creo que todos los escritores de ficción (aquellos que viven hurgando en el misterio de las pasiones humanas; no los fabricantes de aventuras) saben que hay pocas cosas más superficiales que las opiniones. Mejor que nadie, lo saben los ingenieros en opinión pública como Edward Bernays, autor de The Engineering of Consent (1955) y del primer gran complot de la CIA en América Latina contra un Gobierno democrático en 1954. Estos logros son más probables en países donde una gran proporción de la población es entrenada para creer desde la tierna infancia.
¿Alguien quiere perder su tiempo de la manera más miserable? Pues, basta con ponerse a discutir con alguien con convicciones propias. Nunca tuve del todo claro por qué algunos nos desgastamos escribiendo artículos de opinión en los diarios y mucho menos por qué otros, expuestos en el heroico anonimato, hacen lo mismo insultándonos sin siquiera haber terminado de leerlos. Entiendo que todos necesitamos vomitar nuestras frustraciones en alguna parte, pero para eso están las toilettes. El civilizado aprecio por la discrepancia (virtud que no inventaron los franceses del siglo XVIII) es cada vez más raro, cuando no peligroso. Claro que todavía queda gente racional, lo que justifica cualquier esfuerzo de comunicación. Pero lo habitual es lo contrario: alguien herido de muerte en sus convicciones se aferrará con uñas y dientes a cualquier argumento que le pueda favorecer, aunque miles vayan en el sentido contrario: si la realidad no se adapta a sus convicciones, peor para la realidad.
Por ejemplo, ¿alguien en Estados Unidos está a favor de las armas en las calles? Pues no importará que un señor decente y sin antecedentes psiquiátricos le pegue un tiro a su hija porque no le gustó la forma en que vestía. Por algún lado encontrará una justificación para sus convicciones: quien apretó el gatillo fue un señor que, de haber tenido un palo en lugar de un arma de fuego hubiese cometido la misma tragedia. Ese señor odiará al asesino casi tanto como a aquellos otros que odian las armas, porque al menos el asesino estaba a favor de las armas. Mientras tanto, todos los demás que odian las armas llegarán al extremo de culpar al padre por la desgracia de su hija, tanto o más que al asesino.
¿Cuándo un creyente convencido cuestionó la perfección literal de la Biblia por alguna matanza nacionalista, por alguna que otra prescripción esclavista o por las pretensiones de Noé de haber metido millones de animales, cada pareja representante de su especie e incapaz de evolucionar en otras, en un barco de madera? Cualquier argumento, razón o cuestionamiento es una real pérdida de tiempo cuando uno está frente a alguien con convicciones. Por eso la gente se agrupa en arrogantes sectas que orgullosamente llaman iglesias, o en comunidades ideológicas, que no menos orgullosamente llaman la causa o el partido. En las redes antisociales el problema aparentemente se soluciona desamigando a aquel imbécil (los imbéciles siempre son los otros) que insiste en opinar distinto, hasta que sin advertirlo ni declararlo cada uno se convierte en el centro de su propia secta.
Lo más triste es que no hay nada más mecánico y previsible que las 'opiniones propias'
Porque no pocos odian que algún intruso pueda cuestionar siquiera sus convicciones, aunque sean supersticiones democráticas que, de vez en cuando, los impele a soportar a algún pobre necio que piensa diferente. Habrán escuchado barbarismos como: “Es un buen tipo; es de izquierda, es un progresista”; o “es una muy buena persona, un conservador auténtico que asiste cada domingo a la iglesia”. Como si no hubiese progresistas o correctos creyentes hijos de puta. Como si un partido, una ideología o una religión hiciese bueno a alguien que no lo es.
Lo más triste es que no hay nada más mecánico y previsible que las opiniones propias. Desde hace décadas existen calculadoras para resolver complicadas fórmulas matemáticas y ahora también existen traductores para que algún genio argumente que ya no es necesario aprender otros idiomas. Claro que nadie cuestiona para qué queremos los deportes, aunque hay máquinas que hacen todo más rápido, más fuerte, más alto y más lejos que cualquier campeón olímpico. ¿Para qué vamos a necesitar nuestros cerebros si las máquinas pueden hacerlo todo mejor? Bueno, tal vez todavía los necesitemos para ver fútbol en la tele y porno en Internet.
Una vez un genio graduado en un pub de Hollywood me dijo que aunque las máquinas hagan obsoletas las facultades de Matemática y de Idiomas, siempre necesitaremos nuestro cerebro para cosas más creativas, como puede ser tener un criterio propio y dar una opinión sobre algún problema importante para la Humanidad. Pero realmente, ¿necesitamos un cerebro para dar opiniones basadas en la ignorancia de casi todas las disciplinas que hasta no hace mucho ha conocido esa Humanidad?
De la misma forma que hay calculadoras para calcular y traductores para traducir, pronto habrá (si ya no las hay y se llama big media) máquinas para dar opiniones, ya que éstas son mucho más previsibles que una operación matemática o la traducción de un poema. Sería una pena, claro, porque opinar es uno de los deportes favoritos de nuestro tiempo, tan inútil e intrascendente como el triunfo del equipo X o Y en la Super Bowl.
¿Necesitamos un cerebro para dar opiniones basadas en la ignorancia?
Es por lo menos misterioso que los genios de Google todavía no hayan desarrollado un Opinador. Apple podría lanzar al mercado uno portátil, para que todos tengan su Propia Opinión a un precio accesible. Bastaría con poner unos datos básicos sobre preferencia ideológica, preferencia sexual, candidato votado en las últimas elecciones, asistencia o no a misa, adicto a CNN, Fox o Democracy Now, país de residencia, salario anual, etnia, tribu, género o transgénero, estado civil… y ya está: la opinión propia sale solita.
Con esto, el deporte de opinar se mantendría intacto, con la ventaja de que para practicarlo ni siquiera habría necesidad de esforzar mucho el músculo gris, como un verdadero aficionado a los deportes no necesita esforzar mucho los músculos de su propio cuerpo cuando está viendo a su equipo favorito. Aunque, claro, tal vez para recibir una opinión propia ni siquiera sea necesario tomarse la molestia de llenar algún tipo de cuestionario sobre nuestras preferencias, porque el Gobierno y las empresas de sodas y condones ya lo saben.
(*) Jorge Majfud (Uruguay, 1969) es escritor, arquitecto, doctor en Filosofía por la Universidad de Georgia y profesor de Literatura Latinoamericana y Pensamiento Hispánico en Jacksonville University, Estados Unidos. Es autor de las novelas La reina de América (2001) La ciudad de la Luna (2009) y Crisis (2012), entre otros libros de ficción y ensayo.

Fotografía: http://www.sopitas.com/site/271168-galeria-sesion-posmesalto-en-danza-como-protestar-desde-el-arte/

martes, 21 de abril de 2015

SALVO DOS CONSIDERANDA

Intervención en la sesión de la Asamblea Nacional, Caracas, martes 21 de abril de 2015:


“(VICEPRESIDENTE AMOROSO).-  Tiene la palabra el diputado Barragán.

(DIPUTADO BARRAGÁN).- Señor Presidente, colegas parlamentarios:

Probablemente, nuestra primera intervención en una sesión plenaria se debió a un Proyecto de Acuerdo relacionado con César Rengifo. Para nosotros, es grata la oportunidad de – nuevamente – referirnos a quien es un referente importante en la cultura venezolana. Por aquél entonces (2011), le  reclamamos al oficialismo entregar la versión sectaria que tenia sobre Rengifo al cesto de la historia, para devolverlo al país tal como éste lo quiere, como representación de sus tradiciones más genuinas, más auténticas.

De nuevo, hacemos este reclamo. Estamos de acuerdo, en líneas generales, con el impecable Proyecto - muy bien redactado – de Acuerdo,  salvo dos consideranda que pecan, pretendiéndolo un  entero militante político de espaldas al país, como propiedad del oficialismo. Y necesariamente Rengifo, para la historia, para la cultura venezolana y para el venezolano de cada día que tiene sueños, costumbres, ideas y predisposiciones, es un dato importantísimo.

Hay un fenómeno, valga la metáfora, con el Complejo Hidroeléctrico de Guri. Fue construido durante varias generaciones, durante varios gobiernos, sin que ninguno de ellos pudiese reclamarlo. En el caso de un contribuyente a la cultura nacional como Rengifo, por más interpretaciones ideológicas y políticas que se intenten, pertenece al pueblo venezolano. Incluso, hizo sus aportes por encima de varias administraciones, de varios gobiernos: no es por una casualidad, que el mural que está en el Centro Simón Bolívar lo hizo en 1955, durante la dictadura de Pérez Jiménez, y tampoco es casualidad que el mural que está en el Paseo de Los Próceres, lo haya hecho en 1973, durante un gobierno democrático. Que sepamos, no le preguntaron sobre su militancia, ni lo requisaron ni le escudriñaron sus credenciales ideológicas y políticas, porque lo que importaba era el legado y el testimonio que dejaba a las nuevas generaciones.

Por lo demás, el traslado de Rengifo al Panteón Nacional, y la bancada democrática de la oposición está completamente de acuerdo con este acontecimiento de significación histórica, abre el camino a otros dramaturgos como Isaac Chocrón, José Ignacio Cabrujas e, incluso, Carlos Giménez, con independencia de la militancia, de las simpatías políticas que cada uno pudo tener. Debe también,  haciendo una consideración, partiendo del inicio del debate (de hoy) donde se habló de la inseguridad personal, no sólo de las personas que obviamente están vivas, sino de los cementerios públicos: por lo general, visitados por los familiares, relacionados y demás deudos, constituyen un motivo de peligro y, por lo que frecuentemente observamos, de profanación. El traslado de César Rengifo al Panteón Nacional, por lo menos, asegura que su tumba no será profanada. El traslado de César Rengifo al Panteón Nacional, por lo menos asegura que exista la posibilidad de que pueda descansar en paz, sin que sus deudos y relacionados corran el peligro de un grave asalto a mano armada, como por lo general ocurre en un monumento artístico como el Cementerio General del Sur, como en otros cementerios públicos nacionales y municipales que frecuentemente constituyen una referencia para el delito.

Aprobamos y respaldamos este Proyecto de acuerdo, haciendo la salvedad de dos consideranda que lo sesgan demasiado, y ojalá que no sufra este Acuerdo el mismo percance del anteriormente considerado cuando – faltando al Reglamento – fue complementada la votación sin haber levantado la debida sanción.
Es todo, señor Vicepresidente, colegas parlamentarios.

Fotografía: LB durante su intervención, tomada por el Dip. Freddy Paz

CAZA DE CITAS

Antes tenía carpetas y libros por todas partes. Con la computadora ahora tengo hasta los rincones llenos de carpetas y libros. Hace varios años escribí un poema como oración y lo encontré en el papelero alborotado de la computadora. Se los dejo hoy. Es una oración muy sencilla.

Oración

Gracias Señor
por este nuevo día
que entregas sin defectos
a todos los seres creados por ti
en este planeta y en todos los planetas
de todos los universos
y gracias por el amor
que nos has enseñado.
Gracias Señor,
suspiro del cosmos,
por la transida noche
aunque traiga desmanes y artilugios
Gracias por borrar el cerro hasta el amanecer
para que tengamos añoranzas
y por llenarnos de sabores que cantan
la breve estancia del cuerpo en su niñez
Gracias Señor por dejarnos la intensidad del recuerdo
al arrancarnos cada paraíso

Gracias por enseñarle amor
a seres desesperados tan distintos
que te dibujan con sus sombras de feroz melancolía
buscando la reconciliación
como si no sintieran este inmenso lejos

José Pulido

Fuente: https://www.facebook.com/jose.pulido.777
Fotografía: Pablo Antillano, Taller de Braulio Salazar, Valencia: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=10152749377661274&set=t.1266784180&type=3&theater.

domingo, 19 de abril de 2015

CAZA DE CITAS






"Este desplazamiento [de las organizaciones empresariales históricas por otras leales] ha sido facilitado por las debilidades estructurales acumuladas por la economía venezolana, así como por la complejización y diferenciación de intereses en el seno de la principal asociación empresarial venezolana, Fedecámaras, a lo largo de las últimas décadas"

Nelly Arenas

("Las organizaciones empresariales venezolanas bajo el gobierno de Hugo Chávez", en:  Cuadernos del CENDES, Caracas, nr. 71 de 2009: 24)

Reproducción: Aporte de José Alberto Olivar, bajo el siguiente comentario: "Oculto tras bambalinas" (El Diario de Caracas, 03&02/1989).

NOTICIERO RETROSPECTIVO

- Raimundo Rivas. "José María Córdova". Billiken, Caracas, nr. 28 del 23/05/1925.
- Texto y fotografías de Paco Ortega. "Bolívar se hizo Libertador en Mérida". Élite, Caracas, nr. 2094 del 13/11/65.
- J.A. de Armas Chitty. "Así se integró nuestro pueblo". El Farol, Caracas, nr. 150 de 02/54.
- Teodoro Petkoff. "Actualidad: La crisis militar". El Globo, Caracas, 19/06/92.

Reproducción: Pedro Carmona Estanga, presidente electo de CONINDUSTRIA, según Harold Escalona para una entrevista realizada por Ligia Perdomo. Economía Hoy, Caracas, 30/05/1995.