miércoles, 29 de agosto de 2018

COSAS DE LAS REDES SOCIALES

(Pre) bernsteinianos
Siul  Nagarrab


El día 25 de los corrientes, el mundo celebró el centenario del nacimiento de un gran director y también compositor estadounidense: Leonard Bernstein. Empuñaba la batuta sintiendo profunda y casi caribeñamente el ritmo, con los gestos apasionados que les fueron tan característicos, así como hoy Valery Gergiev es reconocido por un juego coreográfico y Esa Pekka Salonen por el decidido trazo de sus énfasis ante la orquesta conducida por el espíritu de Marcel Marceau.

Oportuno centenario que, en este lado del mundo, nos impone sobre el ya generalizado desconocimiento de la música académica.  Nos invade una cierta consternación al observar a los muchachos, apretados en el transporte público, arriesgando su propia seguridad personal, enfundados en un par de audífonos de extraordinario volumen, habituados a la pobreza inaudita de la música de moda, atrapados en una relación de concentración e intimidad que, muy probablemente, no sabrá jamás de las riquezas genuinas del barroco, clásico, neoclásico, moderno y contemporáneo, o de la salsa brava, jazz, rock, folklore o de otros géneros de una imaginación que, simplemente, no imaginan.

Además de los estrictamente inherentes a su profesión, Bernstein tuvo el inmenso mérito del incansable divulgador que supo emplear los medios, particularmente la televisión, para enseñar – sobre todo a los jóvenes – los secretos de la música. En las redes sociales, incluso, dobladas al español, encontraremos los ya viejos programas de una paciente y amena pedagogía de la que hay un estupendo testimonio bibliográfico, por su contenido, diseño y diagramación, bajo el sello de la editorial Siruela.

Valga acotar, parecido esfuerzo hizo en Venezuela el eminente Juan Bautista Plaza, quien utilizó la radio hacia un 1939 prebernsteiniano. Además del impreso, el Estado publicó una edición multimedia, bastante limitada que bien merecería volcarse por completo a las redes sociales, tal como se ha hecho con las lecciones de José Antonio Calcaño al reproducir los viejos elepés de los años ’60 del ‘XX, por no citar la historia de la música académica occidental con el colombiano Rodolfo Acosta Restrepo, cuya exposición recomendamos ampliamente.

El consumo cultural en la Venezuela del XXI es realmente miserable, aunque en el espacio de la música académica ya prácticamente nulo, sin emisoras radiales o espacios televisivos realmente especializados. Por el camino que andamos, las nuevas generaciones tardarán en descubrir o nunca lo harán, que hay alternativas diferentes, predispuestos resueltamente a no escucharlas.

26/08/2018:
http://www.opinionynoticias.com/opinioncultura/33363-nagarrab-s


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