miércoles, 1 de agosto de 2018

AVISOS

1.- EL PORVENIR, Caracas, 1864: El señor Saumell, tiene la amabilidad de avisar que está en casa nueva en la calle del Comercio, indicando las horas. Empero, como el amor y el interés fueron al campo un día, avisa que está en disposición de dar lecciones musicales (el título del aviso lo establece). No indica el instrumento. Lo que no podía adivinar el presunto músico, es que 150 años después, a nadie se le ocurrirá avisar y precisar la dirección de su casa, dejando abierta la posibilidad de tener - por ejemplo - un asaltable piano hogareño.

2.- DIARIO DE AVISOS, Caracas, 1851:Ciertamente, en la esquina de San Francisco de Caracas, hubo alguna vez una librería. Por seis veces, anuncia una coleción de autores a los cuales bien valdría la pena hacere una minería de datos en las redes, pues, era evidente el cupo que tenían en el mercado local. Casi 160 años más tarde, la casa Rosa Bouret no se se imaginaría que el lugar y sus adyacencias, no habría librería alguna, excepto la del Sur (hacia Sociedad), la que difícilmente puede reputarse de librería, por todo lo que el término significa en su rica hondura; una papelería cercana, venida a menos; la Dieguez, en el también cercano Pasaje Zingg, la que no sabemos cómo resiste; la papelería del Metrocenter, o la librería que están en el Palacio de las Academias. ¿Muchas? No lo creemos. San Francisco y sus alrededores, por siempre - se dice - estuvieron plagadas de librerías formales e informales, quioscos expendedores de leyes, etc.  Ahora, no. Y nada que ver con la competencia con los ciber-cafés (o, como suelen llamarse, szaibergs-café), o e la conectividad en general, pues, ni lo uno ni lo otro en esta era que pare un corazón.

3.- EL LIBERAL, Caracas, 1841: Nos llega tardíamente el aviso colegial, por lo que habrá que esperar  el otro año. Ojalá sepa disculparnos el señor Montenegro, por no presenciar el estado de los niños. Por lo demás, los quintales de lana no parecen despreciables y bien hizo el comerciante en poner como punto de referencia a la imprenta que, como un ciber-café (o szaibergs-café) de la época, era lugar obligado para toda contratación, cosa en la que no solemos reparar a la falta creciente de oficinas y locales comerciales activos casi 180 años después. Hasta para perfeccionar un trueque de medicamentos, electrónicamente pactado.

4.- ÚLTIMAS NOTICIAS, Caracas, 1954: Sartrería con nombre de franquicia, despliega sus ofertas con un timbre de orgullo: Bloque 4 de El Silencio, Plaza Urdaneta.

5.- BILLIKEN, Caracas, 1922: Con una buena máquina de tiempo, el problema de la vestimenta está resuelto.  Del bloque 4 de El Silencio, emperifolladísimo, puede irse al local nr. 6 de Gradillas a Sociedad.

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