Transición en la transición
Luis Barragán
Días atrás, ocurrimos a la excelente exposición “cerrada” de un destacado politólogo del cual, frecuentemente, discrepamos en torno a sus posturas públicas. Versó sobre las transiciones post-dictatoriales universalmente conocidas, arribando a conclusiones que suscitan inquietud, aunque – en lo personal – jamás resignación.
El caso está en que tales procesos requieren de las destrezas, el conocimiento, la honestidad y, sobre todo, la convicción y el compromiso de quienes los aspiran. Por lo general, son los actores políticos – digamos – consagrados de una oposición a la que, por cierto, en el caso venezolano, le urge experimentar su propia e irremediable transición para conseguir y consolidar las conquistas democráticas indispensables.
Más de las veces, fallando en sus diligencias, no aceptan cuestionamiento y, menos, reemplazo en las filas conductoras: tozudos, también preservados como los interlocutores ideales de una dictadura, permanecen. Vale decir, no aceptan con humildad el costo político de sus fracasos, trasladándolos con más hambre, miseria y censura al país.
La Fracción Parlamentaria 16 de Julio, democrática, unitaria y opositora, fue extremadamente clara y didáctica al rechazar el llamado diálogo de República Dominicana, cuyas advertencias lamentablemente se cumplieron. Hubiésemos deseado equivocarnos, pero no ocurrió así agravándose la situación nacional.
Ahora, insistimos en la imposibilidad de concurrir a los comicios presidenciales de un demencial y obsceno ventajismo que afianzará la vocación totalitaria del régimen. De no postergarse la fecha, como puede ocurrir en la búsqueda de un contendor de peso que diga legitimarlo, está a la vuelta de la esquina el festival madurista, por lo que se hace cada vez más tarde para la rectificación de aquellos que de un modo directo o indirecto se sienten convidados a la fiesta, cotizando su participación.
19/02/2018:
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