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sábado, 30 de noviembre de 2019

¿SABE O NO, A AREPA?

Del fascismo prefabricado
Luis Barragán

Ocurrió en la Universidad Simón Bolívar y, ahora, recientemente, en la Central de Venezuela, cuando – se dice – un par de fiscales del Ministerio Público se internaron en una de sus facultades para entregar un oficio prohibiendo la exhibición y el foro de la consabida película de Gustavo Tovar.  Que sepamos, en ambos casos, no hubo autoridad universitaria alguna que elevara una tímida  inquietud o queja.

Reincidimos en el tema, porque – huérfano de toda legitimidad – el régimen desespera por un alegato y un pretexto que diga servirle a sus propósitos continuistas. Y, poco a poco, va enhebrando un discurso antifascista que no urge de otra cosa que del fascismo que intenta prefabricar. Y suele hacerlo con una inaudita torpeza, fracasando en algunos casos, o una habilidad sobrevenida, sembrando la intención.

En un caso, recordemos, la actividad académica de Sartenejas estuvo precedida por una inusitada campaña del régimen que la tildó propia del “supremacismo blanco”, evidenciando que Mario Silva, uno de los comentaristas televisivos, se hizo portador del resentimiento generado por una universidad que ha cambiado, si fuere el caso, y – además -  los profesores ponentes no son muy arios que sepamos. Nos ha faltado tiempo para revisar dos importantes ensayos, como el de Ricardo Sucre Heredia (“La amenaza social y el autoritarismo en Venezuela”, 1998), o el de Jesús María Herrera Salas (“Economía política del racismo en Venezuela”, s/f), para actualizar la matera, pero lo cierto es que su agudización constituye una clave discursiva de supervivencia del régimen de muy escasos escrúpulos.

En el otro, días atrás, recibimos el saludo de un joven al que no conocíamos, en la Ciudad Universitaria, acompañado de su mamá y, tras su generoso reconocimiento, familiares de un viejo amigo, nos aseguró ser de “extrema derecha”. Por supuesto, una manera cándida de diferenciarse de la (ultra) izquierda gobernante, pero también una muestra de la confusión que ella, deliberada y calculadamente,  propaga, urgidos en la oposición de una mayor claridad del mensaje, como de una mejor formación ideológica de la variedad de los cuadros que se contentan con banalizar el momento histórico.

En medio del marasmo, es indispensable contar con un mínimo de racionalidad, pues, esta dictadura ha operado como un inmenso y continuo laboratorio de psicología social capaz de echar mano a cualquier cosa. Lo peor es que, superada, dejará una herencia nefasta en el alma que, desde ya, hay que combatir.

02/12/2019:
https://www.lapatilla.com/2019/12/02/luis-barragan-del-fascismo-prefabricado/
https://noovell.com/similar/36094509/
https://venezuelaunida.com/luis-barragan-del-fascismo-prefabricado/

Breve nota LB: Una persona me preguntó y sugirió esta corta explicación. En cierta ocasión, alguien sugirió que la "Harina Pan" era imposible de fabricarla o de exportarla desde Japón, u otro país distinto a Venezuela. "Los amarillos, no saben del paquete amarillo", palabras más, palabras menos. Desde entonces, ejemplificó una muestra del absurdo racismo.

sábado, 14 de abril de 2018

CAZA DE CITAS

“ … Nuestra integración cultural se ha dado en términos y condiciones tales, que la hacen diferente a aquellos procesos donde ella se ha basado en el exclusivismo racial y el trasplante de pueblos. Esto no debe verse como el intento de presentar una imagen idílica de la historia latinoamericana. El exclusivismo racial, el exterminio de pueblos y la esclavitud, han existido y continúan marcando de una forma u otra el presente de nuestras sociedades. Pero con todo eso, nuestra población es una de las mejor integradas culturalmente al punto de que hoy podamos ser distinguidos fueras de nuestras fronteras con relativa facilidad”

Manuel Caballero

(“Poder brujo. Ensayos de polémica y otras tintas”, Monte Avila Editores, Caracas, 1991: 94 s.)

Fotografía: https://www.lapatilla.com/site/2017/10/26/en-fotos-el-llenazo-del-estadio-universitario-para-el-caracas-magallanes/

sábado, 9 de septiembre de 2017

HECHO EN SOCIALISMO

EL NACIONAL, Caracas, 9 de septiembre de 2017
Negros, pobres y presos en socialismo
Ramón Hernández

En las redes sociales circuló un video de pocos segundos en los que alguien no identificado muestra una nevera de productos cárnicos congelados en un supermercado de Rusia, y luego de un breve paneo aparecen dos paquetes con la bandera tricolor. “Yo siento tristeza de que aquí se venda carne venezolana mientras en Venezuela no hay qué comer”. Fin de la cita y fin del mensaje.

No comparto ese tipo de tristeza ni envidio a los funcionarios que hacen negocios muy mercantilistas con los descendientes de los bolcheviques. Me preocupa, sí, que en las cajas y bolsas del CLAP no aparezca otra proteína que unas laticas con unos desmirriados 90 gramos de atún flotando en agua cochambrosa; me preocupa el destino de las cientos de miles de toneladas de carne que mensualmente llegan a las despostadoras y empaquetadoras de Carnes Venezuela, una empresa del Estado, y no las manden a los hospitales ni se las vendan a nadie, que los camiones sean cargados con gran sigilo y misterio y los envíen a hogares oficiales lejos de la vista del amado pueblo.

En el socialismo –sea marxista, delincuencial o simplemente bandolero militar– la existencia de un sector social que es más igual que todos los otros es consustancial. Ellos mismos se refieren a la dirigencia, al liderato, a la vanguardia revolucionaria, etc., como si se tratara de seres superiores, héroes, aunque sean siempre los mismos ineptos mortales los que se intercambian sillas en el gabinete y comisiones. Nada les falta, ni medicinas ni comida, tampoco bebidas.

Habiendo aprobado en 2011 una ley contra la discriminación racial sin parangón en el mundo entero, los legisladores y funcionarios echaron al cajón del olvido los otros tipos de discriminación –social, política, religiosa, sexual et al– y se han dedicado a fomentarlas. Mi amigo el historiador me decía que mientras Aristóbulo sea negro tendrá su puesto garantizado en el alto gobierno. Aunque pierda por paliza cualquier elección, le dan un cargo en el que pueda dedicarse a sus distracciones marinas. Mientras, la discriminación política y de salud afecta con saña a los presos de conciencia –los rehenes que mantiene el régimen en sus gulags y ergástulas, sin atención médica, sin poder tomar sol, sin la visita de familiares y amigos–, y se explaya con crueldad cuando a un enfermo, sea un recién nacido o un anciano, pobre de solemnidad o con bienes de fortuna, le exigen el carnet de la patria para entregarle una medicina de la cual depende su vida. No es una manifestación de la lucha de clases o del odio que transpiran, es un escondido interés mercantilista: más allá se lo ofrecen a cambio de una coima, como la carne que le venden a Rusia. Vendo valores de papel y plátanos, Jaua.

Fuente:
http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/negros-pobres-presos-socialismo_202711

miércoles, 30 de agosto de 2017

UNA PARA VARIAS MECHAS

EL PAÍS, Madrid, 28 de agosto de 2017
 TRIBUNA
Las raíces de la violencia
Las agresiones de género, el terrorismo supremacista y los ataques yihadistas son un problema cultural y estructural. En el fondo laten las relaciones de poder que separan a hombres y mujeres, a blancos y negros, y a occidentales y musulmanes
Enrique Gil Calvo

Ahora está casi olvidado porque la onda expansiva del atentado de Barcelona ha tapado cualquier acontecimiento anterior. Pero este mismo verano se han sucedido varios fenómenos relativos a la violencia íntimamente asociados. El precedente inmediato fue el atentado de Charlottesville, cuyo asesino empleó idéntico modus operandi que el perpetrado en las Ramblas. Y no era un yihadista musulmán sino un cristiano supremacista blanco. Aquello desató un vendaval mediático provocado por la increíble tolerancia mostrada por Trump. Pero aunque a menor escala local, otro parecido escándalo se produjo en España una semana antes, cuando el presidente canario Fernando Clavijo declaró, al hilo del enésimo feminicidio, que “la violencia machista es un problema de personas individuales”. Pues bien, al margen de la utilización política de esos crímenes por parte de las autoridades, ya sean los gobiernos español y catalán o los presidentes estadounidense y canario, aquí destacaré el hilo conductor de naturaleza sistémica o estructural que vincula entre sí a los tres tipos de terrorismo machista, racista o yihadista.

Lo más corriente es atribuir su causa al fanatismo cultural o al perfil psicológico de autores o víctimas, prescindiendo de otros factores sociales más profundos, entre los que destaca un elemento casi siempre olvidado, como son las relaciones subyacentes de poder. Lo cual equivale a poner la carreta delante de los bueyes, invirtiendo la relación entre causas y consecuencias. Pues estos crímenes no deben explicarse tan solo por los factores individuales o culturales que manifiestan sino por sus raíces estructurales o sistémicas. La causa determinante en última instancia es siempre la insuperable fractura derivada de la desigualdad estructural, en términos de relaciones de poder, que separa a hombres y mujeres, a blancos y negros (o morenos) y a occidentales y musulmanes, por los cuales estos (mujeres, negros y moros) están dominados por aquellos (hombres blancos occidentales).

Analicemos el caso de la pandemia feminicida. Para Clavijo, los crímenes misóginos no tienen causas sociales pues sólo serían una fortuita coincidencia de casos singulares desconectados entre sí. Ahora bien, si esta errónea presunción resulta preocupante es porque inspira no sólo a ciertos cargos públicos como el citado sino a las demás instituciones encargadas de perseguir la violencia criminal. Así ocurre con el Ministerio del Interior, que ha patrocinado oficialmente una macroinvestigación universitaria sobre la violencia de género dirigida por catedráticos masculinos de criminología que sólo utilizan el individualismo metodológico como perspectiva investigadora. Y este reduccionismo criminológico no sólo es ineficaz para explicar la prevalencia de las epidemias sociales sino que además contradice la filosofía sistémica que inspira la vigente Ley contra la Violencia de Género de 2004, expresamente confirmada por el Tribunal Constitucional.
  
Pero en el caso de la violencia supremacista o yihadista ocurre lo mismo. Los asesinos matan como agentes individuales y lo hacen movidos por razones personales, como no podía ser de otro modo. Es decir, que quien mata no es la misoginia, la xenofobia ni el islam sino los machistas, los racistas, los misóginos. Pero para explicar las causas y la prevalencia de sus crímenes hay que elevarse por encima del reduccionismo individual, buscando factores sociales más amplios. La violencia de género y el terrorismo supremacista o yihadista son un problema no sólo individual sino además cultural y estructural. Por tanto, para contenerla no basta con procesar y tratar a sus agentes individuales, los machistas xenófobos y fanáticos. Eso es condición necesaria pero no suficiente, pues además hace falta intervenir sobre la realidad social, combatiendo tanto los prejuicios culturales como sobre todo la injusta desigualdad institucional.

Si racistas y misóginos matan es en defensa de su propia supremacía que creen amenazada por la progresiva emancipación de las mujeres o las minorías raciales sometidas a su poder. Los hombres acosan, maltratan, violan y matan porque pueden y se creen con derecho a ello, ya que ocupan posiciones revestidas de poder sobre mujeres y migrantes. Víctimas estas que a su vez son acosadas, excluidas, maltratadas, violadas y asesinadas porque no tienen más alternativa que adaptarse a un sistema que las discrimina y las segrega, asignándolas a posiciones inferiores sometidas al poder institucional de los hombres que las rodean. Y en el caso del yihadismo ocurre lo mismo pero a la inversa, pues los muyahidines atentan, masacran y se suicidan para dar testimonio de la barrera excluyente que los segrega y discrimina, en contra de los sagrados valores de libertad igualdad y fraternidad que los occidentales profesamos de boquilla pero contradecimos en la práctica, al mantener y reforzar esas barreras del apartheid supremacista occidental encargado a nuestras instituciones (la doble red público/privada escolar, sanitaria y laboral) o a sus élites neocoloniales subalternas (las monarquías feudales y las dictaduras militares a nuestro servicio) que nos protegen de su presunta amenaza.

Por eso de poco sirve la judicialización individual del problema mientras no se toquen las causas estructurales e institucionales que lo hacen posible. Esa es la razón principal que explica el fracaso de la ley de Violencia de Género de 2004, que si bien en su preámbulo reconoce que se trata de un problema sistémico y estructural, sin embargo en su tratamiento lo reduce a un enfoque judicial y criminológico. Un encuadre individualizador condicionado además a la previa denuncia de las víctimas, lo que en la práctica implica responsabilizarlas de su propia victimación. Y esto, unido a la exclusiva tipificación de los crímenes de pareja (el uxoricidio) como la única violencia de género reconocida, dejando fuera de la ley a todas las demás formas de agresión contra la mujer (acoso, violación, trata, prostitución, etc.), determinó el frustrante desarrollo de la ley. Menos mal que ahora se ha logrado un cierto consenso en torno a la necesidad de reformarla, dando lugar al reciente Pacto de Estado aprobado en el Congreso.

Pero no sin problemas, incluidos los semánticos. Ante todo, se perpetúa la discriminación entre dos formas de violencia contra la mujer, según haya relación de pareja, o no, entre víctima y perpetrador. Contra esta injusta discriminación resulta urgente ampliar el tipo penal para que proteja no sólo a las mujeres privatizadas, propiedad de sus parejas actuales o pasadas, sino también a las mujeres libres y emancipadas sin emparejar, a las que la ley actual ignora dejándolas a su suerte. Y además hay que mantener el concepto de violencia de género frente al eufemismo de violencia machista, para subrayar que estamos ante un problema no tanto cultural como estructural. Pues lo que mata no es el machismo (como tampoco mata el racismo o el islam) sino el género: es decir, la exclusión por sistema de la mujer (o del moro, el negro o el moreno) por el simple hecho de serlo.
(*) Enrique Gil Calvo es catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid.
Fuente:
https://elpais.com/elpais/2017/08/24/opinion/1503583932_391475.html

lunes, 28 de agosto de 2017

NO HAY PEOR ASTEROIDE QUE EL DESGAJO DEL PROPIO PLANETA

EL PAÍS, Madrid 28 de agosto de 2017
 MIRADOR
‘Déjà vu’
Estamos avivando un fuego que desprende un humo irrespirable que se alimenta de genocidios, masacres, asesinatos y odio
Ana Merino

Arrancó el mes de agosto con el triste recuerdo de las bombas de Hiroshima y Nagasaki de hace 72 años, donde la humanidad descubrió con horror el infierno atómico de la guerra. La nube asesina en forma de hongo radiactivo tendría que haber convertido a todos los gobernantes del pasado, del presente y del futuro en pacifistas. Sin embargo, hay algo terrorífico en nuestra propia historia que hace que los líderes entiendan el poder desde las amenazas constantes de la sangre y el fuego. Trump y Kim Jong-un nos han llevado de regreso a la inquietante sensación de la guerra fría donde la amenaza nuclear se respiraba en el ambiente.

Llevamos semanas teniendo la angustiosa corazonada de estar viviendo un déjà vu tras otro. Supremacistas blancos estadounidenses armados hasta los dientes desfilan por una pacífica ciudad del sur gritando consignas nazis. Una mujer muere asesinada por atropello premeditado de uno de ellos. La tensión se respira en todo el país. Hay rabia y desesperación ante las imágenes de estadounidenses que defienden consignas genocidas que invitan al odio, la guerra entre hermanos y la destrucción.

La historia de nuestro pasado más reciente está llena de un humo denso y ominoso. Es un fantasma tóxico de aire irrespirable que se vuelve en una nube apocalíptica y representa nuestro final como civilización. El humo que salía de las chimeneas de los crematorios de los campos de exterminio nazis, el de las bombas atómicas, el de las cruces quemadas del KKK que acompañaban a los linchamientos, el de las antorchas que celebran el odio y adornan los desfiles más siniestros de estos días… todos esos humos se mezclan en una atmósfera a la que le importa bien poco nuestra existencia.

El humo, ese humo, esa nube que crece con la desintegración de los valores de la humanidad, el fin de la empatía, la desigualdad y el desamor, destruirá al ser humano, y nos borrará a todos de la faz de la tierra. Estamos avivando un fuego infernal que desprende un humo irrespirable que se alza hasta el cielo y se alimenta de los genocidios, de las masacres, de los asesinatos y del odio.

Nuestra extinción no necesita de un asteroide que golpee la tierra y desencadene un invierno global. Para eso ya estamos nosotros, con una historia llena de fragmentos venenosos, de escenas que olvidamos y repetimos, con la ingenuidad egoísta del que se cree el dios de su tiempo. La falta de visión, de humanidad y de compromiso de nuestros gobernantes avivará el fuego para el peor de los humos.

Fuente:
https://elpais.com/elpais/2017/08/16/opinion/1502896863_171159.html
Fotografía: Marcha de supremacistas el 11 de agosto en Charlottesville. Alejandro Álvarez  (Reuters).

domingo, 6 de noviembre de 2016

NOTICIERO RETROSPECTIVO

- Rodolfo José Cárdenas. "Acción Democrática y los debates por televisión". Resumen, Caracas, nr. 172 del 20/02/1977.
- José Santos Colmenares, con fotografías de Tulio Maduro, entrevista a Benito Rodríguez: "Yo era uno de los que iban a matar a Delgado Chalbaud". Momento, Caracas, nr. 547 del 20/08/63.
- Demetrio Boernsner. "Todo racismo es condenable". El Nacional, Caracas, 29/09/72.
- Eloy J. Quintero. "J. M. Bianco: 32 años dentro de la U.C.V.". Élite, Caracas, nr. 2213 del 24/03/68.

Repdroducción: El Universal, Caracas, 06/06/1911.

jueves, 25 de agosto de 2016

CHIVOS EXPIATORIOS

EL PAÍS, Madrid, 25 de agosto de 2016
 TRIBUNA
Musulmanes europeos
No se puede sucumbir a la tentación de hacer de los musulmanes el chivo expiatorio de la crisis política y moral que vive Europa. Ni reducirlo todo a una permanente confrontación que es la base de la islamofobia
Luz Gómez García

El racismo y la xenofobia, impensables como lugar común hace una década, van camino de naturalizarse en Europa. Y los 21 millones de musulmanes de la Unión Europea, tanto de forma individual como colectiva, son la víctima propiciatoria más a mano. El auge de la islamofobia denota, por sí solo, que los fundamentos europeos de libertad, igualdad y solidaridad siempre fueron más bien retóricos, o lo que es lo mismo, que la crisis europea es, ante todo, una crisis de principios.
Las legislaciones inclusivas que en su día caracterizaron a la UE están siendo cuestionadas de forma alarmante por una serie de iniciativas políticas y legales que segregan a los musulmanes del resto del cuerpo social, y que a la postre acaban por discriminar al islam en tanto confesión. A su vez, la xenofobia rampante consuela a una parte creciente de la población, que escupe en términos identitarios su hastío hacia una Unión que según aumenta el número de ciudadanos en riesgo de exclusión (ya es una de cada cuatro) cercena el sueño de progreso social en que se asentaba su legitimidad simbólica. El resultado es que para demasiados europeos Europa cada vez es menos blanca, menos cristiana y menos de clase media, y hay que buscar un culpable.
Mucho ha evolucionado la relación de Europa con el islam desde que hace justo un siglo Lawrence de Arabia pronunció su fatalista ¡Maktub! (“¡Estaba escrito!”) con que justificó la traición británica a la promesa de un reino árabe independiente en Oriente Próximo. Si en la época colonial el islam sirvió como excusa para hacer del musulmán un sujeto subalterno, necesitado de la luz europea, hoy el islam forma parte de Europa, y los musulmanes europeos son ciudadanos tan dueños de su historia como los demás. Se trata de un cambio radical, si bien se está resolviendo de forma traumática para los musulmanes.
La sobredimensión de la identidad religiosa del musulmán europeo por parte de la opinión general le fuerza de continuo a tener que definirse a la defensiva. Sobre él se arroja la sombra del yihadismo, del burka o de la inmigración, últimas amenazas a una pax europaea que a estas alturas se sabe a sí misma inexistente. Hasta los chavales de secundaria se ven inducidos, ante las preguntas inquisitoriales de compañeros y profesores, a pensarse como peligrosos musulmanes. ¡Y pobre de aquel que haga valer su derecho a inhibirse! ¡Imposible: el musulmán es siempre musulmán!
Ni el flamante alcalde de Londres, Sadiq Khan, musulmán, escapa al escrutinio
Causa de esta sospecha generalizada que pesa sobre los musulmanes son, en buena medida, las políticas de los poderes públicos encaminadas a su fiscalización permanente. Los que más directamente las sufren son los jóvenes, que se ven sometidos a ellas a cambio de una ciudadanía europea que se les regatea. En Francia, el más reciente proyecto del Gobierno francés en su “guerra contra el terrorismo, el yihadismo y el islamismo radical” consiste en internar en centros de rehabilitación creados ex profeso a los jóvenes “radicales”, categoría escurridiza donde las haya. En España, la mera sospecha de “haber entrado en un proceso de radicalización” está en vías de convertirse en delito tipificado: a finales del año pasado, el Ministerio del Interior puso en marcha un servicio de denuncias anónimas para identificar a presuntos radicales. Ni el flamante alcalde de Londres, Sadiq Khan, musulmán entre otros atributos, escapa al escrutinio: durante la dura campaña electoral, su rival, el conservador Zac Goldsmith, recurrió al perfil confesional de Khan para cuestionar su patriotismo, mientras que a nadie se le ocurrió que Goldsmith pudiera ser antipatriota por su fe (que en este caso es judía). Khan, por el contrario, hizo entonces, y tras su triunfo, multitud de declaraciones conciliadoras recogidas por todos los medios.
Europa y sus musulmanes van en el mismo barco. Los musulmanes se juegan mucho, pero Europa también. El proyecto europeo, fundado en criterios igualitarios, también depende de su actitud con los musulmanes. El discurso xenófobo de los partidos neonacionalistas en auge, que hacen de la islamofobia caladero de sus votos, cuestiona a diario los más sagrados principios europeos. Su islamofobia no tiene complejos, es explícita y ufana. El peor exponente es el holandés Geert Wilders, líder del Partido por la Libertad, que compara el Corán con Mein Kampf de Adolf Hitler y pide que se prohíba. Pero de forma indirecta y más peligrosa si cabe, hay otro tipo de islamofobia que hace que se tambaleen los cimientos de la Europa integrada. Es una islamofobia de tono sutil, de argumentos ilustrados y nunca proclamada, aunque en ocasiones se descuide y desvele sin tapujos su carácter discriminador. Es en la que incurre con frecuencia el primer ministro francés, Manuel Valls, con sus distingos entre el “islamofascismo” de algunos grupos (que según el momento pueden ser los Hermanos Musulmanes o el ISIS) y la bonhomía del islam invisible. ¿Sería posible imaginar que se hablara de “cristianofascismo” o “judeofascismo” o “budeofascismo”? Ejemplos de violencia religiosa de todo signo no faltan en la historia reciente... Tampoco, si nos ponemos, del papel de la religión en la vertebración de una ética del compromiso y la dignidad humana.
Lo que los musulmanes esperan de Europa es, en esencia, pan, libertad y justicia socia
Reducirlo todo a una permanente confrontación de los musulmanes europeos con el resto de la ciudadanía es el núcleo de la estrategia islamófoba. Hacer de los musulmanes un grupo aparte, a la defensiva y con oscuras aspiraciones político-civilizacionales, es un error interesado. Lo que los musulmanes esperan de Europa es, en esencia, pan, libertad y justicia social. Nada distinto de las demandas del europeo medio, harto de la supremacía de los mercados y de que se le escamotee su soberanía. El Brexit ha congelado la sonrisa de las élites. La tentación de los líderes de la UE es meter las pelusas debajo de la alfombra. Pero el descontento de los pescadores, los obreros o los tenderos ingleses es tan legítimo que está por ver si no asistimos a una reacción en cadena al otro lado del canal de la Mancha. En Holanda, ya se jalea el Nexit. En España, por lo pronto, las recientes elecciones legislativas nos han devuelto la imagen de un país más nacionalista y menos autocrítico de lo que imaginábamos. Pretender solucionarlo con fáciles acusaciones de populismo tardoimperial en el caso británico, o de manipulación geriátrica en el caso español, no conduce a nada. Como tampoco la tentación, siempre a mano, de hacer de los musulmanes el chivo expiatorio de la crisis política y moral que vive Europa. El problema es ese: falta Europa.
(*) Luz Gómez es profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Autónoma de Madrid.

Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/07/14/opinion/1468525236_653947.html

sábado, 25 de junio de 2016

BESÓMANOS

EL MUNDO, Barcelona, 22 de junio de 2016
CABO SUELTO
Negros en campaña
Antonio Lucas

Los negros han entrado como activo al final de la campaña electoral a cuenta de un choque de manos (Pedro Sánchez) y de un beso de revancha (Sáenz de Santamaría). Así es la estupidez de algunos políticos, contagiosa. Andan convencidos de que ciertos gestos mínimos pueden disimular la máxima impericia en la que encalló esta campaña más o menos hacia el 21 de diciembre. Una vez agotados los mercados de abastos, la falsa espontaneidad de la puerta fría y el posado con varias camisetas del fútbol (incluso a la vez), llegan los negros.
El tremendismo de ir besando gente es una gimnasia electoral catastrófica. Para no dejarse besar hay que tener mucha resistencia, porque los candidatos y sus séquitos insisten tirando los morros por delante hasta que cazan a un desprevenido (o a un espontáneo) y le estampan en cualquier parte un romancero de naderías con la flor de su saliva. Qué país. Cualquier día el poeta Rajoy dedica la jornada a dispensar besos a todas las alcachofas del campo (sublime emoción la suya), pues ya nadie sabe dónde agarra la mata de la intención de voto.
El antirracismo español en fecha de elecciones es a veces peor que el racismo manifiesto. Por falso. Por oportunista. Por barato. Por violento, incluso. Un extraño rito intolerable. El negro, el inmigrante, el distinto, el pobre, el jodido a tiempo completo es una postal de uso corriente cuando se huele a domingo de urnas. Luego los devuelven al sumidero. A la invisibilidad y el arresto, que es su patria de acogida cuando la política alcanza sus últimos objetivos.
En algunos partidos andan buscando negros que poner al paso de sus candidatos. Sospecho que los convocan como si los llamaran para una vendimia. Sugiero a los interesados que entren mejor en un centro de internamiento de extranjeros (CIE). Ahí tienen cupo confinado como para pasar el resto de la campaña repartiendo cariños sin repetir beso en el mismo individuo. Algunos dirigentes sitúan el negocio por encima de la dignidad. Aunque para el Día de Reyes el blanquito concejal prefiere untarse de betún, ellas y ellos, porque una cosa es hacer campaña y otra dejar que un negro original haga de negro original en nuestras cabalgatas de trapo. Lo suyo es que se piquen las manos cogiendo tomates en las tomateras. De las fiestas de guardar ya nos encargamos nosotros.
Estos gestos para rascar papeleta tienen mucho de rendición a plazos. Estamos en un momento tan increíble que ves aquello y sólo quieres que llegue cuanto antes el siglo XXII por no aguantarlos más fingiendo una imagen de futuro con modales del siglo pasado. Todo muy loco.
Un amigo susceptible de ser captado (por su origen) para someterlo al trajín del beso y la foto electoral me escribió esta mañana diciendo que si a él le ponen en una situación así, a traición, se marcha de su raza a la manera en que se fue Rimbaud de la poesía: sin despedirse. "No me jodí media vida para hacerles de trofeo". Hay hombres con un gigantesco don de lucidez y un portentoso afán rechazo. Y saben bromear o tirarse al pilón sin ponerse estupendos.
Este absurdo a cuenta de ciudadanos negros, desatado arrebatadamente por el PP y el PSOE, tiene exigencias y consecuencias. Primero, intentar que seamos conmovidos. Segundo, aceptarse como parte de la parodia. Qué vertigo debe suponer para un político en campaña cruzarse con un negro y que a éste le pase desapercibido el candidato. Eso no hay quien lo soporte. Beso.

Fuente: http://www.elmundo.es/opinion/2016/06/22/57697056e2704eb73e8b4584.html?cid=MNOT23801&s_kw=negros_en_campana
Fotografía: http://www.eapn.es/noticias/201/La_ONU_visita_Espana

sábado, 8 de agosto de 2015

INCULTO PERTINAZ

EL PAÍS,Madrid, 9 de agosto de 2015
TRIBUNA
Un millonario se divierte
Mario Vargas Llosa 

Entre los millonarios, como entre los demás seres comunes y corrientes, hay de todo: gentes de gran talento y esforzado trabajo, que han hecho su fortuna prestando una gran contribución a la humanidad, como Bill Gates o Warren Buffett, y que, además, destinan buena parte de su inmensa fortuna a obras de beneficencia y servicio social, o imbéciles racistas como el señor Donald Trump, ridículo personaje que no sabe qué hacer con su tiempo y sus millones y se divierte en estos días como aspirante presidencial republicano insultando a la comunidad hispánica de Estados Unidos —más de cincuenta millones de personas— que, según él, son una chusma infecta de ladrones y violadores.
Los dislates de un payaso con dinero no tendrían mayor importancia si las estupideces que Trump dice a diestra y siniestra en su campaña política —entre ellas figuran los insultos al senador McCain, que peleó en Vietnam, fue torturado y pasó años en un campo de concentración del Vietcong— no hubieran tocado un nervio en el electorado norteamericano y lo hubieran catapultado a un primer lugar entre los precandidatos del Partido Republicano. Por lo visto, entre éstos, sólo Jeb Bush, que está casado con una mexicana, se ha atrevido a criticarlo; los demás han mirado a otro lado, y por lo menos uno de ellos, el senador Ted Cruz (de Texas), ha apoyado sus diatribas.
Pero, por fortuna, la respuesta de la sociedad civil en Estados Unidos a las obscenidades de Donald Trump ha sido contundente. Han roto con él varias cadenas de televisión, como Univision y Televisa, las tiendas Macy’s, el empresario Carlos Slim, muchas publicaciones y un gran número de artistas de cine, cantantes, escritores, e incluso el chef español José Andrés, muy conocido en Estados Unidos, que iba a abrir uno de sus restaurantes en un hotel de Trump, se ha negado a hacerlo luego de sus declaraciones racistas.
La cultura reduce los torvos brotes de racismo, pero nunca llegan a desaparecer del todo
¿Es bueno o malo que el tema racial, hasta ahora evitado en las campañas políticas norteamericanas, salga a la luz e incluso pase a ser protagonista en la próxima elección presidencial? Hay quienes consideran que, pese a las sucias razones que han empujado a Donald Trump a servirse de él —vanidad y soberbia— no es malo que el asunto se ventile abiertamente, en vez de estar supurando en la sombra, sin que nadie lo contradiga y refute las falsas estadísticas en que pretende apoyarse el racismo antihispánico. Tal vez tengan razón. Por ejemplo, las afirmaciones de Trump han permitido que distintas agencias y encuestadoras de Estados Unidos demuestren que es absolutamente falso que la inmigración mexicana haya venido creciendo sistemáticamente. Por el contrario, la propia Oficina del Censo (según un artículo de Andrés Oppenheimer) acaba de hacer saber que en la última década el flujo migratorio procedente de México cayó de 400.000 a 125.000 el año pasado. Y que la tendencia sigue siendo decreciente.
El problema es que el racismo no es nunca racional, no está jamás sustentado en datos objetivos, sino en prejuicios, suspicacias y miedos inveterados hacia el “otro”, el que es distinto, tiene otro color de piel, habla otra lengua, adora a otros dioses y practica costumbres diferentes. Por eso es tan difícil derrotarlo con ideas, apelando a la sensatez. Todas las sociedades, sin excepción, alientan en su seno esos sentimientos torvos, contra los que, a menudo, la cultura es ineficaz y a veces impotente. Ella los reduce, desde luego, y a menudo los sepulta en el inconsciente colectivo. Pero nunca llegan a desaparecer del todo y, sobre todo en los momentos de confusión y de crisis, suelen, atizados por demagogos políticos o fanáticos religiosos, aflorar a la superficie y producir los chivos expiatorios en los que grandes sectores, a veces incluso la mayoría de la población, se exonera a sí misma de sus responsabilidades y descarga toda la culpa de sus males en “el judío”, “el árabe”, “el negro” o “el mexicano”. Remover aquellas aguas puercas de los bajos fondos irracionales es sumamente peligroso, pues el racismo es siempre fuente de violencias atroces y puede llegar a destruir la convivencia pacífica y socavar profundamente los derechos humanos y la libertad.
Es muy probable que, pese a la incultura de que hace gala en todo lo que dice y hace el señor Donald Trump —empezando por sus horribles y ostentosos rascacielos— intuya que sus insultos a los estadounidenses de origen latino o hispano son absolutamente infundados y los perpetre a sabiendas del daño que eso puede hacer a un país que, dicho sea de paso, ha sido y sigue siendo un país de inmigrantes, es decir, de manera frívola e irresponsable. Saber hacer dinero, como ser un as en el ajedrez o pateando una pelota, no presupone nada más que una habilidad muy específica para un quehacer dado. Se puede ser millonario siendo —para todo lo demás— un tonto irrecuperable y un inculto pertinaz, y todo parece indicar que el señor Trump pertenece a esa variante lastimosa de la especie.
Se puede tener muchísimo dinero siendo, para todo lo demás, un inculto pertinaz
Pero sería también muy injusto concluir, como han hecho algunos a raíz de las intemperancias retóricas del magnate inmobiliario, que el racismo y demás prejuicios discriminatorios y sectarios son la esencia del capitalismo, su producto más refinado e inevitable. No sólo no es así. Estados Unidos son la mejor prueba de que una sociedad multirracial, multicultural y multirreligiosa puede existir, desarrollarse y progresar a un ritmo muy notable, creando oportunidades que atraen a sus playas a gentes de todo el planeta. Estados Unidos es el primer país de nuestro tiempo gracias a esa miríada de pobres gentes que, desesperadas por no encontrar alicientes ni oportunidades en sus propios países, fueron allí a romperse el alma, trabajando sin tregua y, a la vez que se labraban un porvenir, construyeron un gran país, la primera potencia multicultural de la historia moderna.
Al igual que los irlandeses, los escandinavos, los alemanes, los franceses, los españoles, los italianos, los japoneses, los indios, los judíos y los árabes, los hispanos han contribuido de manera muy efectiva a hacer de Estados Unidos lo que es. Si en cualquier país, hoy, resulta una sandez hablar de sociedades pulquérrimas, no mezcladas, lo es todavía más en Estados Unidos, donde, debido a la flexibilidad de su sistema que concede oportunidades a todos quienes quieren y saben trabajar, la sociedad se ha ido renovando sin tregua, asimilando e integrando a gentes procedentes de los cuatro puntos cardinales. En este sentido, Estados Unidos son la sociedad punta de nuestro tiempo, el ejemplo que tarde o temprano deberán seguir —abriendo sus fronteras a todos— los países que quieran llegar a ser (o seguir siendo) modernos, en un mundo marcado por la globalización. La existencia de un Donald Trump en su seno no debe hacernos olvidar esa estimulante verdad.

Ilustración: Bob Staake.

domingo, 22 de septiembre de 2013

EROSIVOS

EL NACIONAL - Domingo 22 de Septiembre de 2013     Opinión/9
¿Eufemismos?   
RODOLFO IZAGUIRRE

El diccionario define con elegancia la palabra eufemismo y dice que es "la manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante".
Ciertamente, es un ejemplo de circunspección decir que la chica tiene físico ingrato para no cachetearle la verdad. Para los optimistas, la tercera edad es una juventud prolongada y el eufemismo galopa en el país desde el momento en que comenzó a ser peligroso disentir y opinar. Bastó y sobró que el caballito del escudo dejara de galopar mirando p’atrás y de ser el que conocimos en la cuarta república para que los militares en el Gobierno recibieran órdenes cubanas y beatificaran al pajarito que sigue revoloteando sobre la cabeza de un ungido que pavonea aquí y allá su ilegitimidad presidencial.
¡Seguimos, en todo caso, chapoteando en las ciénagas del eufemismo! Nunca hemos dejado de cambiarle el agua al canario ni las mujeres de "peinarse" en los baños del teatro o de los restaurantes. En mi infancia, cuando la tuberculosis entraba en las casas como si se tratara de un pariente muy cercano, la enfermedad avergonzaba a las familias y para señalar que alguien la tenía nos tocábamos la espalda y comentábamos que el enfermo estaba "mal de los ojos".
En la paternidad no se alude a la negritud pero hablamos de un inocultable "salto atrás".
El racismo no alcanza la ferocidad de los fanáticos del fútbol español que imitaban a los monos o simulaban comer bananas cada vez que el camerunés Samuel Eto’o salía a jugar. Los venezolanos somos pisapasitos: nos tocamos disimuladamente el dorso de la otra mano con el índice para señalar que alguien es negro y consideramos "afrodescendientes" a los que no suben al Ávila por Altamira. ¿Pero qué hacemos con el negrito del Batey? ¿Aceptaría Rolando Peña llamarse el Príncipe Afrodescendiente? Mi amigo el coreógrafo José Ledezma, mejor conocido como el Negro Ledezma, y Elisa, la Negra Maggi, viuda de Salvador Garmendia, están dispuestos a mentarle la madre a quien los llame afrodescendientes, y el hecho de que la niñita a la que se le salen los pies de la cunita sea negrita y no afrodescendiente no impedirá que Bola de Nieve y Omara Portuondo le compren la nueva cunita que va tené capité, que va tené ca’cabé.
El régimen militar se deslumbra con lo que cree estar haciendo y convierte en éxitos sus derrumbes y despropósitos: el fracaso de las viviendas se pregona como una exitosa solución habitacional; las brutalidades que perpetra la Guardia Nacional contra los civiles desarmados se justifican porque forman parte de una supuesta misión de seguridad.
Los niños de la calle se llaman niños de la patria pero siguen siendo los mismos niños realengos y abandonados de siempre. Las muertes violentas de fin de semana son ilusiones que hacen reír a los ministros del castrocomunismo y los desastres de Amuay sólo causan "daños colaterales". Al menos, con la multiplicación de los penes disponemos de una nueva misión exitosa: la Misión ¡Pene Adentro! En un tiempo, el eufemismo jugaba garrote en los terrenos de la homosexualidad abrazándose a las expresiones más soeces: le gusta que le den por donde le dan a las balas, le gusta la coca cola hervida; reveladoras de un país primitivo, insano y vergonzosamente machista y homofóbico que se ha instalado bolivarianamente en Miraflores y en la Asamblea Nacional. Hay quienes creyendo alcanzar el humor se precipitan en el fango del deshonor cuando se refieren a la mujer preñada y comentan con abyecta picardía que se quedó dormida o que la picó una avispa.
¿Eufemismos? Lo que se desprende de ellos es desprecio; ausencia de dignidad; una alarmante erosión de la sensibilidad y la más despiadada y corrosiva degradación del alma.

Ilustración: Ilustración: Iván Lira, "El negro Miguel" (2008).

martes, 16 de abril de 2013

DIDÁCTICAMENTE, LOS HECHOS

Postrimerías
Luis Barragán

Indagando en torno a los viejos debates parlamentarios, ya que la actual amenaza al allanamiento de la inmunidad a tres opositores lo impone,  encontramos una respuesta precisa y contundente de Gonzalo Barrios a las versiones ofrecidas por Domingo Alberto Rangel, por ejemplo. Palabras más, palabras menos, aquél alegaba el terco esfuerzo de hacer una historia épica, reemplazado el de asumir y concretamente refutar las realidades en curso.

En el supuesto negado que los novísimos resultados electorales sean objetivos y veraces,  el oficialismo se engaña a sí mismo recurriendo a una  comprensión épica de las personas, el mundo y las cosas que tiene en la conspiración, su correlato. Y es que, como si se tratara de una victoria irrebatible, contundente y decisiva que, de paso, ofrendan a la memoria de Chávez Frías, por no mencionar la ridícula y trivial ocurrencia de llamar e interesadamente homenajear a Cilia Flores como la “primera combatiente”, en lugar de la “primera dama”,  la debilidad de una épica que tiene más de escaramuza simbólica que inspirado misticismo.

Pista de una inevitable postrimería, la necropolítica ha puesto en evidencia las flaquezas del liderazgo oficialista que aprovechará las cifras apenas alcanzadas, para dirimir sus diferencias. Múltiples corrientes que antes evitaron trastocarse en definitivas tendencias, en la intimidad de sus angustias e intereses representados, asumirán los riesgos  correspondientes en el caso que Maduro decida una recomposición del gobierno, como – creemos – es un propósito que lo ha aspirado desde que inició su particular interinato, pasando – además – algunas facturas.

Únicamente, el peligro inminente de un colapso, puede llevarlos a la desesperada aglutinación, dejando intacta la herencia de los más altos cuadros burocráticos.  No por casualidad, temen al legítimo y habilidoso desempeño del liderazgo opositor que los desgaste, al cual no pueden acusar impunemente de desestabilizador.

Indicio de otra postrimería, la terrible simplicidad de una oferta socialista tan parecida a la caribeña, por sus resultados constantes y sonantes, para la urgente transición hacia el culto de la personalidad de Maduro, agotado el de Chávez Frías, poco contribuye al mito recreado.  Está en duda la prédica democrática, al lado de las devaluaciones, el desempleo, el desabastecimiento y la criminalidad que, entre otros elementos, tienden a la deslegitimación del gobierno nacional y del imaginario social que pretende preservar.

La desesperada soberbia, la pronta respuesta arrogante y el infaltable gesto prepotente, los lleva a hurgar irresponsablemente en otras áreas en la que, es cierto, quedan determinados prejuicios y resabios que hicieron posible el ascenso al poder de Chávez Frías. Nos llamó la atención que la alusión y denuncia hecha por Jorge Rodríguez en torno a los temidos motorizados, el 7-O, la redujera a la descalificación que los opositores frecuentan al tildarlos de “monos”; y, en la noche del 14-A,  insista en los opositores que despreciaban y atacaban a los oficialistas, en los centros de votación, por “morenos”.

Las nada fortuitas expresiones del alcalde, finalmente, apuntan a un recurso morboso e irresponsable que desea distraernos respecto al que inmediata y urgentemente nos preocupa. Empero, la otra postrimería, no tendrá trascendencia en la medida que, efectiva y convincentemente, demos por superadas las condiciones que hicieron posible un fenómeno del rentismo sociológico, como el chavismo,  y la promoción antes impensable de figuras que, también por escaso pudor, pasaron de la presidencia supuestamente imparcial y equilibrada del CNE, a una alcaldía que los sinceró radicalmente.

Fotografía y nota LB: Instittuto Pedagógico de Caracas (31/03/13).  Casualmente, había planeado tomar algunas fotografías a la fachada del Pedagógico unas semanas antes, rapidamente, a objeto de una futura nota sobre la arquitectura amurallada de la ciudad, pero la postergaba por el riesgo.. De pronto, apareció el rostro estampado de Maduro y tomé tres gráficas. Al día siguiente, estaba rayada toda la fachada más a favor que en contra de Maduro. Y me dije que tomaría esa nueva estampa tan infrecuente inmediatamente después de las elecciones. Sin embargo, pasó una semana, y repintaron la fachada, como si nada hubiese pasado; y, en lugar de respeto, me respondí que era más el nuevo brochazo, por lo que respecta a los años precedentes.

http://www.analitica.com/va/sociedad/articulos/1435946.asp