De la conatelización del saber
Luis Barragán
Es necesario reconocerlo, tenemos por un (in) exacto domicilio el lenguaje digital. Todo lo sobre-simplifica e, incluso, banaliza, porque es la tendencia que domina.
Por precarias y hasta inexistentes sean nuestras posibilidades de conexión, ese lenguaje nos ha dado alcance. El tránsito de la pandemia lo celebramos evocando aquéllos videos, audios y otros motivos gráficos de extraordinaria circulación, apocadores.
A la contaminación del lenguaje, sumamos la rectoría de un organismo estatal que delimita nuestras comunicaciones, a juzgar por el uso de la telefonía convencional misma. CONATEL marca la pauta para el creciente aislamiento de la población en nombre del COVID19, cuando realmente lo es en el de Miraflores: más allá de la prisión física.
Proclamaron hasta el hastío la educación virtual en el país al que obligan a cocinar a leña, quebradas las industrias gasífera y eléctrica. Faltando poco, buscando su definitiva desaparición, cada vez está más encarecida y restringida la televisión por suscripción y aquellos canales de entretenimiento científico, histórico, deportivo y gastronómico, por ejemplo, capaces de profundizar un poco más en sus respectivos ámbitos, desaparecen de la vida diaria.
Toda emisora radial, televisiva y digital que se permita alguna profundidad, por una u otra vía, recibe el zarpazo conatelizador. Ligereza, trivialidad, pusilanimidad, más temor, miedo, terror, lucen como los únicos saberes a batir psicológicamente bien para apocar a los venezolanos en un intenso y quirúrgico bombardeo propagandístico.
Fotografía: Tomada de la red, tanqueta las puertas de la Unimet.
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