El oso de papel en Venezuela
La presencia militar rusa en Venezuela es un acto de propaganda dirigido a curar el orgullo herido de la antigua superpotencia
Joaquín Villalobos
En los 90 algunos definían a Rusia como “Haití con bombas atómicas” y se decía que los submarinos nucleares rusos no eran una amenaza militar, sino un peligro medioambiental. El fracaso de la Unión Soviética fue una gran humillación para el nacionalismo ruso. Putin ha hecho esfuerzos por recuperar la imagen de Rusia como superpotencia. La prensa rusa destaca la presencia de sus militares en Caracas como una demostración de fuerza en una región lejana que evidencia que puede competir con Estados Unidos. Pero 99 soldados y dos aviones son en realidad un acto de propaganda dirigido a curar el orgullo herido de Rusia que Maduro trata de utilizar para asustar a la oposición venezolana.
Tener armas atómicas como las tiene India, Pakistán o Corea del Norte no convierte a Rusia en una superpotencia. Se trata de un país pobre que está cometiendo el mismo error de la era soviética gastando en armas a costa del desarrollo económico y de la calidad de vida de sus habitantes. Actualmente tiene un conjunto de conflictos que le demandan proporcionar ayuda o despliegue militar en Ucrania, Abkhazia, South Ossetia, Transnistria y Siria. Este último es el más lejano, pero todos están dentro de lo que sería su cordón de seguridad es decir en sus fronteras o en las proximidades de estas.
Librar guerras lejanas es muy caro, mandar dos aviones y 99 soldados es barato como inversión en propaganda. El gasto militar de Rusia equivale al 5,4% de su PIB con solo 66.000 millones de dólares. El gasto militar de Estados unidos es de 610.000 millones que representan solo el 3,2% de su PIB. La credencial de superpotencia no la da el poder de fuego, sino el poder económico. Los países comunistas de Europa del Este antes de la caída del muro de Berlín superaban abrumadoramente en tanques, aviones, cañones y tropas a las fuerzas de la OTAN, pero se derrumbaron porque no podían competir económicamente.
La única potencia con capacidad de librar guerras lejanas de forma simultánea sigue siendo Estados Unidos. Su gasto militar supera al de China, Rusia, Arabia Saudita, India, Reino Unido, Francia y Japón juntos. Rusia es ahora un país fabricante y vendedor de las armas que regalaba cuando se llamaba Unión Soviética y gastaba más de lo que producía. Rusia es objetivamente un país pobre, dominado por oligarcas corruptos y corruptores con aspiraciones de grandeza. Su economía es del tamaño de la de España, pero tiene el triple de población distribuida en un territorio 33 veces más grande, es decir con unas necesidades de servicios enormes.
Los venezolanos no deben confundir una acción de propaganda de rusos vendedores de armas con un cambio en la correlación geopolítica de fuerzas. Si Rusia fuera una superpotencia deberían poder resolver la crisis de energía eléctrica, la hambruna o la falta de medicinas, pero eso es caro y los rusos son pobres. La verdadera presencia militar en Venezuela la tiene Cuba con miles de efectivos que controlan a las Fuerzas Armadas. Hay razones objetivas para esto porque la economía cubana es un parásito del petróleo venezolano y los castristas saben perfectamente que si se acaba Maduro se acaban ellos.
(*) Joaquín Villalobos fue guerrillero salvadoreño y es consultor para la resolución de conflictos internacionales.
Fotografía: Maxim Shemetov (Reuters). Vladimir Putin (d) saluda a Nicolás Maduro (i) en Moscú el pasado diciembre.
Fuente: https://elpais.com/internacional/2019/04/04/america/1554343639_807680.html
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