miércoles, 26 de julio de 2017

¿Y EL POST-LARRAZABALISMO?

EL UNIVERSAL, Caracas, 20 de junio de 2017
El Gobierno de transición
Luis Ugalde

Todo gobierno medianamente democrático si llega a una deslegitimación y fracaso parecidos a los de Maduro, renuncia y convoca a elecciones. La Constitución venezolana para situaciones similares prevé el referendo para revocar al Presidente antes de su término. Maduro tramposamente lo impidió; luego anuló la Asamblea Nacional y aplazó las elecciones regionales; ahora pretende eliminar la Constitución con una “constituyente” no convocada por el único que lo puede hacer, el pueblo.  Es una locura pensar que la actual desesperación, deba y pueda prolongarse hasta fines de 2018. El creciente sufrimiento de la gente pide a gritos cambio ya: cambio de presidente y de régimen, con decisiones inmediatas para no seguir muriendo en la calle con la brutal represión o por hambre y falta de medicinas, a causa de la corrupción e ineptitud gubernamentales. El Ejecutivo se ha convertido en verdugo del pueblo y se ha vuelto tiránico. Cambio ya para rescatar la Constitución y emprender de inmediato el camino de la reconstrucción, evitando más muertes y miseria. Para salir de este régimen sin esperanza hace falta cuanto antes un gobierno nacional de transición que tome de modo excepcional medidas de emergencia y convoque elecciones democráticas, previo saneamiento con remoción de los ilegales magistrados del TSJ y de los miembros serviles del CNE.

Urge hablar públicamente para madurar un gobierno de transición saliendo del  actual Ejecutivo deslegitimado. Sería un grave error pensar en elecciones inmediatas. Antes necesitamos atender con apoyo internacional la creciente emergencia humanitaria propia de una postguerra, liberar a todos los presos políticos, abrir el regreso de los exiliados, convocar a los empresarios a la activación de la emergencia productiva y atraer a los inversionistas con un nuevo espíritu democrático, libre iniciativa y garantías jurídicas. Urgen el refinanciamiento de la deuda y multimillonarios préstamos económicos para insumos productivos y para necesidades vitales de consumo. Nada de esto podría conseguir una nueva dictadura militar y tampoco un frágil ganador de elecciones partidistas con todos los demás (chavistas o no) en la oposición. Es necesario un gobierno de transición con metas claras y tareas concretas, con amplio apoyo nacional por encima de parcelas partidistas. Un gobierno que incluya a opositores y chavistas, unidos  en un esfuerzo de salvación nacional. Tal vez hace un año el gobierno de Maduro hubiera podido abrir este camino, pero ahora es imposible.

El gobierno de transición debe fijar fecha de elecciones libres antes de un año, con condiciones democráticas y transparencia. Mientras ese gobierno responde a la población con medidas urgentes, a los diversos grupos políticos y sociales les corresponde llegar antes de las elecciones a una especie de Pacto de Gobernabilidad, con el compromiso de reconocer y apoyar a quien gane la Presidencia. Pacto con un programa básico de salvación nacional y de reconstrucción, de no menos de 10 años, apoyado por gobernantes y opositores democráticos. Todo ello imposible sin un gran apoyo internacional político, económico y humanitario.

Entramos derrotados a la modernidad del siglo XXI y a la superación de la pobreza. Ahora tenemos que subir una escarpada alta montaña de reconstrucción y no pensar ilusamente que con salir de este gobierno la tarea está hecha. Pero antes de empezar la subida enfrentamos un bloqueo dictatorial que impide avanzar. Quitar ese obstáculo es condición indispensable para seguir, pero, por terquedad de un régimen corrupto y sin esperanza se nos van en ello vidas, tiempo y energía, cuando urge desarrollar negociaciones e imaginación constructiva.  La atención debe centrarse en la difícil subida de mañana y los requisitos para coronarla con éxito. Sin dejar la actual protesta de calle (acción decisiva para desbloquear los caminos constitucionales) debemos simultáneamente empezar a formar un gobierno de transición con hombres y mujeres de diversa procedencia pero unidos con claridad programática y  decididos a no prolongarse en el poder más allá de los meses de transición emergente. Un Gobierno de Transición, con todas las de la ley, con una Fuerza Armada decididamente democrática y defensora de la Constitución. Basarnos en la Constitución y en lo que nos queda de instituciones legítimas; en primer lugar la Asamblea Nacional en alianza con el pueblo sufriente alzado y con la Fiscal convertida en defensora de la democracia y unidos en el rescate del CNE y TSJ. La Fuerza Armada está obligada e invitada a asumir su responsabilidad constitucional y democrática en la difícil reconstrucción del país, con lo que recuperará los perdidos reconocimiento y afecto del pueblo.

La alegría de Venezuela será inmensa cuando veamos aparecer un Gobierno de Transición realmente plural, de gente honrada e inteligente unida en un programa político de interés superior: la salvación del país. Cuanto más se haga esperar,  más grave y dolorosa se volverá la actual agonía.

Maduro usted, al cerrar los caminos de cambio, se convirtió en el eje de un régimen que tortura a Venezuela y ahora quiere perpetuarlo con el fraude de la Asamblea Constituyente. Renuncie y quite el bloqueo que impide el inicio del ascenso  a la montaña de la reconstrucción democrática con rescate de la esperanza y de la unidad nacional.

Fuente:
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/gobierno-transicion_657722

EL UNIVERSAL, Caracas, 20 de junio de 2017
Padre Ugalde: Entre transiciones os vea
Orlando Viera-Blanco


El Padre Luis Ugalde ha sido enfático que Venezuela debería ir a un gobierno de transición que tituló “Larrazábal II”, esto es, “una figura que asuma la responsabilidad del Ejecutivo nacional, proclamando ante el país un gobierno de transición y de unidad nacional…” La transición ha venido tomando terreno en el debate político. En lo personal considero que es anacrónico e inadecuado hablar de transición. De lo que cabe hablar es de una inmediata y súbita refundación republicana y la restitución del Estado democrático y de derecho.

Nos dice el Padre Ugalde: “Para salir de este régimen sin esperanza hace falta cuanto antes un gobierno nacional de transición que tome de modo excepcional medidas de emergencia y convoque elecciones democráticas, previo saneamiento con remoción de los ilegales magistrados del TSJ y de los miembros serviles del CNE. Urge madurar un gobierno de transición saliendo del actual Ejecutivo deslegitimado” Y agrega: “Sería un grave error pensar en elecciones inmediatas” -sic-. Pareciera una aseveración sin discusión. Pero saltar a un gobierno de transición, distanciando elecciones, pienso que sería peligroso. La gente quiere cambio ya, y quiere votarlo. Más frágil sería una transición no votada y de camarillas. Los pactos vendrán después… La transición política clásica supone coparticipación en el “gobierno de unidad nacional” del régimen depuesto. Y después de casi 20 años de devastación, criminalidad, saqueo republicano, usurpación, mentiras y quiebre constitucional, permitir una transición con el chavismo más idealista del socialismo del siglo XXI, es ingenuo (y torpe).

Lo vivido es una experiencia inédita en Venezuela y Latinoamérica. A partir de la toma del poder de Maduro, su gobierno  degeneró a un punto que no descansa en una caracterización “elegante” de dictadura. Es un melting pot de muchos vicios más. Al decir de Manuel Felipe Sierra, “las transiciones no se decretan, ni son expresión de buenos deseos, sino la evolución de procesos históricos”, por lo que salir de la era Chávez-Maduro, no pasa por una transición transaccional. Un verdadero salto al progreso, al orden y la modernidad, demanda una ruptura radical con el pasado, siendo el chavismo una continuación sodomizada y bacanal del reparto irresponsable, celestino e impune de la petro-demagogia clientelar, de los 70 y 80. 

Con todo el respeto al padre Ugalde y a quienes acuñan la tesis de "La transición" como arboleda bajo la cual debamos cabalgar, les ruego no confundir pacto de gobernabilidad, con transición de gobiernos. Son dos figuras absolutamente diferentes. Lo primero es propio de pactos refundacionales de repúblicas democráticas y liberales. Lo segundo admite participación del régimen saliente. Muchas dictaduras en la región terminaron súbitamente, cómo la de Juan Velasco Alvarado y Jorge Morales en Perú, y el proceso constituyente de 1979, que trajo una nueva constitución y el regreso de Fernando Belaúnde Terry, depuesto 10 años antes. Cómo la dinastía Somoza y la entrada del pacto Chamorro-Sandinismo, donde no cabía un milímetro de Somocismo... Cómo la implosión de la Dictadura de Videla en Argentina, y el llamado a elecciones del Gral. Bignone, que condujo la llegada de Alfonsín a La Casa Rosada (1982) y donde no hubo un ápice de transición con la dictadura sangrienta. O el fin de Alberto Fujimori quien renunció en el 2000, dando paso al gobierno provisional de Valentín Paniagua y la elección de Alejandro Toledo en Julio de 2001. (Fujimori aún sigue en la cárcel). La Venezuela de la transición de Pérez Jiménez a Betancourt, no fue la Venezuela demolida de hoy, como tampoco el General de Michelena, se compara a quien tenemos en Miraflores, que ni sabemos lugar de natalidad a cabalidad…

Otros casos en Latinoamérica si fueron transiciones mutantes, como el paso de la dictadura de Castelo Branco a Tancredo Neves (1985); la “dictablanda de Rojas Pinilla al Frente Nacional de Colombia con Laureano Gómez (conservador) y Alberto Lleras Camargo (liberal), liderando el pacto de Benidorm y Sitges; el consenso chileno que habilitó la salida por referéndum de Pinochet (1988), en momentos que Chile aun reconocía los avances vividos en la dictadura del carabinero, o el Pacto del Club Naval (Uruguay), acuerdo alcanzado por los máximos jerarcas militares y representantes de los partidos Colorado, Frente Amplio y Unión Cívica (1984) que posibilitó la presidencia democrática de Sanguinetti.

El totalitarismo no tolera transición (El Universal http://www.eluniversal.com/.../totalitarismo-tolera). Sería un espejismo, una ilusión, una candidez. El propio Chávez se alejó de toda transición a su proceso. Y convocó un Referéndum constituyente (que no existía en la constitución del 61), complacido por una magistratura cortesana. Muy fácil -por cierto- recibe la oposición a personajes del chavismo (incluso en partidos de corte social cristiano). La amnistía y el perdón llegarán... Pero después que se haga justicia y se desempolve el país. Por lo pronto lo que cabe es mesa rasa y reinicio ipso iure, del orden republicano restituido y legitimado mediante elecciones generales. Después nos sentamos…

Fuente:
http://www.eluniversal.com/noticias/opinion/padre-ugalde-entre-transiciones-vea_657720 
Ilustraciones: Can Stock Photo.

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