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jueves, 16 de julio de 2020

COSA NOSTRA

Gramsci como aplicación
José Rafael Herrera

“Cuando ustedes, los que están en 
la cima del Estado, tocan la flauta
¿cómo pueden esperar otra cosa 
sino que los de abajo bailen?
Karl Marx

Dice un adagio popular que conviene recibir lo dicho dependiendo de quién lo diga. No son pocos los políticos o los “especialistas” que aseguran ver la sombra corva y siniestra de Gramsci detrás de los propósitos del gansterato narcoterrorista que mantiene secuestrada a Venezuela. Y es que el pensamiento del filósofo italiano, especialmente su concepto de hegemonía, ha sido representado por estos “expertos” en las formas vaciadas de contenido -adiestrados en prescindir del ser y canjear la verdad por la “metodología”- como el fundamento mismo, el “nervio vital”, de sus objetivos políticos. El plan consistiría, siempre siguiendo le storte intenciones de Gramsci, en “aplicar” su jorobado concepto de hegemonía a la realidad, es decir, adueñarse de la entera sociedad civil, de su cuerpo y de su alma, para consolidar así su poder e instaurar un régimen totalitario, al estilo soviético, que era, claro está, el modelo de estatolatría que Gramsci siempre tuvo en mente. A partir de semejante disquisición, de tan rigurosa elucubración, de tan sorprendente profundidad, uno llega a comprender por qué pueden existir personas que tienen el rostro semejante al de un mocasín. Mentón agudo y cuadrado, cabeza ancha y hueca. Después de todo, algo de verdad tiene que haber en las ficciones de la Nuova Scuola lombrosiana.

Ver la fotografía de Gramsci como telón de fondo del programa de televisión de un maleante, que en algún momento tuvo la osadía de intuir que la política podía ser usada como mecanismo de sustentación criminal, a base de transmutar la comunicación en intrigas y ruindades, dice mucho. Mucho, no tan solo de sí mismo, cabe decir, del inusitado y retorcido cinismo propio del malandro, sino del nivel de los que, fascinados por quienes se han habituado a hacer de la intriga, el escándalo y la ruindad sus mayores delicias, lo siguen con mórbido afán. Da lo mismo echar mano de Simón Bolívar, de Simón Rodríguez, de Antonio José de Sucre o de Armando Reverón y colgarlos en el mismo pedestal del que cuelgan facinerosos de la “talla” de Maisanta, Fidel Castro, el Che Guevara o Hugo Chávez. Son las enseñanzas del viejo aparato de propaganda soviética. El Diamat ruso comenzaba con las fotografías de Marx, Lenin y Stalin. Hoy han sido sustituidas por las de Putin, Masha y el Oso.

Es dentro de semejante contexto de patrañas y manipulaciones que se justifica, en el escenario del estudio televisivo del canal de “todos los venezolanos”, la presencia de la fotografía de Gramsci, al fondo, observando con mirada perpleja, inevitablemente silente, aunque estupefacto, las procacidades de un adicto y demencial delincuente que hoy puede afirmar que la Universidad Simón Bolívar es una institución “privada” y mañana que el presidente Guaidó es el jefe de un cartel de narcotraficantes con alerta roja en China, Rusia e Irán. Whatever! Sólo recibirá elogios por sus infamias de la complaciente pobreza espiritual que nutre su audiencia. Y cabe decirlo, no sólo de los fieles o correligionarios del gansterato. En el diálogo Parménides Platón demostró con creces que toda negación abstracta es, en el fondo, una afirmación abstracta. Los mocasines suelen ser muy cómodos, por lo que exigen pocas mediaciones para ser calzados.

La audacia es tan propia del prejuicio como de la ignorancia, porque la una es un síntoma inequívoco del otro. La expresión “hegemonía” causa urticaria no sólo entre unos cuantos respetables socialdemócratas de formación sino, además, entre quienes han llegado a autodefinirse como “liberales”, sin tener la responsabilidad de conocer, más allá de las reseñas enciclopédicas, los orígenes histórico-culturales de los términos con los que dicen “sentirse” comprometidos. Uno de los más sólidos, coherentes y fundamentados representantes del liberalismo contemporáneo es Norberto Bobbio. Y uno de los autores de cabecera de Norberto Bobbio es Antonio Gramsci, a quien no sólo admira, sino de quien ha derivado la exigencia de recuperar el significado más hondo y auténtico de la democracia republicana. Sólo por “vaga experiencia” o “conocimiento de oídas”, como diría Spinoza, se puede considerar a Antonio Gramsci como un pensador panfletario, digno de presidir el estudio de televisión de un hampón de poca monta, o colocar sus Quaderni del carcere al lado de las “obras incompletas” -nunca escritas- de Ezequiel Zamora.

Piero Sraffa fue un destacado economista italiano, defensor del liberalismo económico y autor de la llamada “teoría de la producción de mercancías por medio de las mercancías”, considerado por los -¡esta vez sí!- auténticos expertos como el refundador de la escuela clásica de economía. Pues bien, a la vuelta de sus frecuentes visitas a la cárcel donde el fascismo mantenía detenido a Gramsci, Sraffa traía ocultos, entre sus prendas de vestir, los cuadernos en los que Gramsci iba pacientemente dando cuerpo a su filosofía de la praxis, de la cual forma parte su concepción de la hegemonía, es decir, del fundamento de la vida dentro de un Estado ético, estrictamente consensual. Una obra, por cierto, que fuera publicada por la prestigiosa editorial Einaudi, cuyos vínculos con el pensamiento liberal son bien conocidos, especialmente porque su editor, Giulio Einaudi, era hijo de uno de los fundadores del Partido Liberal de Italia y segundo presidente de la República italiana, después de la caída del fascismo, Luigi Einaudi.

Es probable, sin embargo, que en las mentes de los prejuiciosos e ignorantes no quepa la posibilidad de formularse la pregunta de por qué los más serios liberales italianos -incluyendo al propio Benedetto Croce- no sólo celebraran la obra de Gramsci, sino que la rescataran de las mazmorras fascistas y la publicaran, primero, en edición temática, a cargo de Palmiro Togliatti y, más tarde, en edición crítica, a cargo de Valentino Gerratana. Para ellos, en cambio, Gramsci es el demonio que tramó e inspiró el perverso plan de Maduro para destruir a Venezuela. Maduro -afirman- “aplica” la concepción de la hegemonía gramsciana. Pero el pensamiento de Gramsci no se “aplica” porque el consenso no se “aplica”, se construye. Si el régimen siguiera efectivamente la lección de Gramsci, la sociedad civil sería escuchada, el país tendría poderes independientes, medios de comunicación libres. Los gobernadores y alcaldes, distintos al régimen, no tuviesen sobre ellos tutelaje gansteril y la Asamblea Nacional no habría sido, primero, desconocida mediante la trastada de una Asamblea Constituyente y, luego, partida en dos mediante la compra y venta de unos cuantos diputados corruptos. Hay quienes gustan tirar piedras al vacío y bailar al ritmo de la flauta de Maduro. Cuando se les agoten los guijarros del sensacionalismo danzante quizá logren comprender que el único “concepto” que sustenta al gansterato es el narcotráfico. Y que por el hecho de ser italiano Gramsci no formaba parte de La cosa nostra.

16/07/2020:
https://www.elnacional.com/opinion/gramsci-como-aplicacion/

domingo, 12 de julio de 2020

LAVADO EN SECO

De las lavanderías que quiebran
Luis Barragán

Cada vez es más difícil lavar la ropa en casa, por la escasez de tiempo, detergentes, agua,  electricidad y hasta de nuevas prendas,  por no mencionar la avería de los electrodomésticos ya irremplazables.  Subrayemos, la cuarentena no alcanza para todas las tareas pendientes, como ingenuamente supusimos al iniciarla, porque la supervivencia – literalmente entendida – se impone.

Antes o muy antes, algunos atuendos pasaban por la faena doméstica  a sabiendas que las telas más  exigentes o delicadas corrían bajo la responsabilidad de las empresas especializadas, no otras que las pequeñas  o medianas lavanderías y tintorerías que naturalmente se integraron al tradicional arco de los servicios necesarios.  Versamos en torno a un rubro comercial inscrito en nuestras  tradiciones urbanas que, a modo convencional o ecológico, debidamente equipado y también con un personal calificado, nos permitía ahorrar – precisamente – el tiempo indispensable y que, además, su expansión ayudaba a abaratar los costos, no sin responder por los errores cometidos.

El asunto no es nada banal,  por cotidiano que se diga. Obedece a la dinámica de una economía criminal que fue relativamente imperceptible por las grandes mayorías hasta que arribaron – triunfales -  la catástrofe humanitaria, la censura y la represión.

Así, de un lado, la ya prolongada situación pulveriza toda noción de la división social de trabajo y no es necesario, por ejemplo, ir a las páginas de Weber para sabernos anegados de tareas, como la de lavar la ropa en casa, como cualesquiera otras que delegábamos en un esfuerzo complementario bajo el signo de la modernidad.  Encarecido nuestro empeño, por muy buenas intenciones que tengamos, cada quien tendrá que ocuparse de un huerto familiar, construir como pueda su propia vivienda,  remendar las instalaciones eléctricas, probar suerte con el viejo vehículo automotor, entre otras de una entera e inequívoca supervivencia personal.

Y, del otro, al padecer y atestiguar la quiebra de lavanderías y tintorerías que tuvieron un importante desarrollo  comercial en nuestro país, quedan obviamente intactos el lavado y la sanforización de los capitales de obscuros orígenes.  Locales que  fueron muy emblemáticos en el vecindario, franquiciados o no, cierran para  lanzar a  la calle a un formidable ejército de desempleados que tampoco podrán lavar y Planchart para  la calle, un oficio que gozó también de buena cotización.

07/07/2020:
Capturas de pantalla: Gente del oficio | La planchadora de tintorería:

sábado, 29 de febrero de 2020

CRÓNICA TENTACIÓN

Cosa Nostra
José Rafael Herrera

Existen unos cuantos pensadores -pocos, en realidad- con los cuales se pueden tener diferencias conceptuales o hermenéuticas de fondo y, no obstante, reconocer al mismo tiempo la poderosa fuerza de sus ideas y los extraordinarios alcances de sus geniales intuiciones.

Walter Benjamin es uno de los distinguidos nombres que figuran en esa exclusiva lista de membership. En uno de sus ensayos, La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica, pareciera advertir al lector la ruta que, tarde o temprano, terminaría por transformarse en el soporte de una de las industrias -devenida institución fundamental- que alimenta de continuo el desgarramiento del ser y de la conciencia sociales, propia de la compleja y dinámica existencia del tiempo presente, haciendo de la una la “imagen y semejanza” -siempre invertida- de la otra: la industria cultural y, particularmente, las poderosas industrias audiovisuales. Y es que los medios se han ido transformando en “el suspiro de la criatura agobiada”, en el corazón de un mundo sin corazón, en el opio real de un mundo cargado de adicciones, imaginarias y confusas, aunque no por ello irreales.

La vieja caverna del mito platónico es hoy el escenario -¡oh, maravilla!- en el cual fastuosamente se representan y reflejan las imágenes de “lo que es”, solo que, en esta oportunidad, “lo que es” se ha desdoblado entre la ficción y la denuncia de su expresión ilusoria. Y, no obstante, ¿a quién, en su sano juicio, no le podría atraer o gustar el cine? ¿Quién no anhela dejarse envolver y cautivar por el mágico “mundo del espectáculo”, capaz de transmutar el sueño en realidades y la realidad en sueños? Mario Puzzo nunca pensó que su obra cumbre, Il Padrino, se convertiría en uno de los grandes clásicos de “todos los tiempos”, abriéndole paso a uno de los géneros más “taquilleros” de la cinematografía contemporánea, hasta llegar a la última y más reciente entrega: El irlandés. Fue el cine -Hollywood, primero, y la reproducción de su reproducción, Netflix- el que hizo posible “el milagro”, la concreción de “el sueño hecho realidad”.

Un tipo como Nicolás Maduro podrá llegar a sentirse como la reencarnación tropical -cucuteña- de Stalin. Pero Diosdado es otra cosa: él es una meta-reproducción, es decir, la reproducción de una reproducción -en versión «quemaíto»- de los personajes de De Niro y Pacino, a mitad de camino entre Luciano y Capone, o entre Escobar y el Chapo. Y no se diga nada acerca de Padrino, cuyo apellido, de entrada, delata sus anhelos por conquistar la grandeza del gran cartel, del cartel hiperuránico, del cartel de los carteles. Deseos no tan ocultos, después de todo, en quien ha sido capaz de arrodillarse y lamerle las botas al Don, el difunto capo di tutti capi, con tal de consagrar su bendición. Vale la pena imaginarse a Maduro, a Diosdado o a Padrino tomar un libro entre sus manos. Mayor mezcla de fastidio y desprecio por la lectura y por todo lo que ella representa -las universidades, por ejemplo-, es una labor de factura incalculable. Por eso es que la época de la reproducibilidad técnica tiene sus ventajas: ir al cine, cualquiera sea su formato, es como una reminiscencia del teatro de la Academia Militar: es como leer el resumen de un libro, pero sin tener que leerlo, es decir, sin tener que quedarse “clavado”, como suele decirse, en jerga militar, de los que casi siempre se quedan dormidos, produciendo monstruos.

Según Karel Kosik, las variantes características de toda condición gansteril, es decir, de lo que podría denominarse como el cosanostrismo, se concentran en la disolución de los vínculos tradicionales, tanto religiosos como ciudadanos: “Lo que antes era refutado como falta y pecado, en el momento del viraje y del traspaso se afirma como una de las oportunas posibilidades de desarrollo. Los presuntos vicios se revelan, de repente como una fuente inagotable de energía social y palanca de progreso. Del egoísmo, del engreimiento, de la disipación, de las estafas, se origina el beneficio general por un decreto especial del destino”. De repente, los “vicios privados” se transforman en la sangre que mueve el corazón de las “virtudes públicas”. O para decirlo en los términos propios de la inversión de las imágenes de la reproducción técnica: los asuntos públicos, las funciones políticas, se convierten en la fuente inagotable de enriquecimiento personal. Como dice Spinoza, el dinero, el poder y la sensualidad se transforman en los indiscutibles y más auténticos “bienes supremos”. Es el culto por lo privado.

Los jueces y los funcionarios -insiste Kosik- se confunden con los bajos fondos criminales a tal punto que resulta una difícil labor establecer las diferencias. Se necesitan mutuamente, se entrelazan e imitan, los unos aprenden el uso y las costumbres del otro. El punto de encuentro viene dado por el interés común de hacerse rico en un breve lapso y “cueste lo que cueste”. El cielo es el límite de la riqueza fácil. Y es entonces cuando se va diseminando progresivamente la cultura mafiosa, las costumbres mafiosas, el sentido mafioso de la vida: la cosa nostra. Es el arte mafioso de vivir, de interpretar la política, la defensa y seguridad, la justicia, el derecho, la información, las academias, los servicios de salud, el comercio, la industria, en fin, el conjunto de las relaciones sociales en general. A partir de sus premisas, la honestidad pierde todo peso ontológico, toda utilidad, todo valor. Cuando el objetivo principal de la existencia se concentra en la obtención ilimitada de riquezas, cuando la vida política, económica y social de un país la sustentan los matones a sueldo, la invocación de la honestidad se transforma en un cada vez más lejano «deber ser» que hipócritamente se invoca como un trofeo perfectible pero inalcanzable, intangible. En un mundo perfecto se toman decisiones perfectas. Pero como este mundo real no lo es, entonces se toman decisiones “realistas”. Las hojas secas nunca reverdecen.

Difícil será reconstruir el país. No tanto porque los organismos multilaterales y la comunidad libre y democrática internacional no vayan a contribuir decisivamente con la reactivación del aparato productivo y comercial, la creación de empleos, el restablecimiento de los servicios públicos o con la reconstrucción de la salud, la educación y la seguridad ciudadana. El Ethos nacional tiene que reobjetivarse. Si la seguridad alimentaria de una nación es vital para su supervivencia, la siembra educativa no lo es menos. El orden y la conexión de las cosas es idéntico al orden y conexión de las ideas. No se va muy lejos si las ideas no se adecúan a las cosas. Venezuela tendrá que reeducarse para poder transformar paciente y progresivamente a una población acostumbrada a las prácticas reñidas con el ejercicio ciudadano. Quizá lleve años. Pero no hacerlo es apostar por el fracaso de todo y todos.

Fuente:
https://www.elnacional.com/opinion/cosa-nostra/
Ilustración: Mia Castañar Garcia.

domingo, 17 de marzo de 2019

MARCAJE

El cartel cultural   
Luis Barragán


Concebido como un Estado Criminal, huelga comentar sobre una política pública cultural. Jamás ha existido en estas dos décadas y, lo más lejos a lo que ha llegado, es a una burda imitación y tergiversación de las iniciativas que adelantó Juan Liscano en el  consabido Trienio.
La burocracia ministerial únicamente ha bregado por mantenerse y, reemplazadas las viejas generaciones que alguna vez gozaron de sendas becas oficiales en el siglo pasado, las que sobreviven se saben relegadas y resignadas a una nómina que bien hubiesen deseado fuere la de PDVSA o cualesquiera otros despachos de mayor fortuna presupuestaria.  El grueso del funcionariado de casi 40 órganos desconcentrados y descentralizados, están integrados al departamento ocioso del PSUV para las artes, con todo lo que implica como suerte de un ejército de reserva para las actividades proselitistas progresivamente abandonadas por la supervivencia personal, el acceso aventajado a las cajas del CLAP u otras de las dádivas que tardarán o nunca llegarán: atrás queda el recuerdo de la vez que se quiso escribir, exponer, componer, hacer teatro u otra de las cosas que a Miraflores le importa un bledo que se haga o no.
Estimación alguna demostró Maduro Moros con quienes, desde la Asamblea Nacional, hicieron y sancionaron una Ley Orgánica de la Cultura que interpretaron a la medida de las caras exigencias del dictador: eliminando el Fondo de Cultura originalmente enquistado en la propuesta, nunca la promulgó y, valga la bofetada, sacó una peor versión en Gaceta Oficial, valiéndose de la habilitación presidencial que sus diputados tan generosamente le obsequiaron, sin chistar.  De una estridencia superlativa, ya inusual, burlándose de sus pretendidos beneficiarios, idearon sendas leyes de seguridad social para artistas y artesanos, francamente impagables;  pero esta sola circunstancia o detalle,  no importó y, al pasar los años, lo que quedó fue el recuerdo ya ingrato  del efímero acto rocambolesco de su aprobación.
Cartelizado el Estado por las mafias, pocos rubros servirán en un campo al que es naturalmente alérgico: por ejemplo, los espectáculos incumplidos que pocos notan, soportando la web cualesquiera anuncios que se les ocurran; el tráfico marginal de la boletería aérea y de los viáticos para diligenciar en el extranjero, como el reconocimiento por la UNESCO de alguna de nuestras genuinas manifestaciones culturales; el  cupo de la tinta  y – sobre todo – el papel, acaparado por la Fundación Alfredo Maneiro; la administración de los recursos del Sistema Nacional de Orquestas, obviada la propia existencia de la Orquesta Sinfónica de Venezuela;  la producción y distribución cinematográfica  circunscrita a los favoritos del régimen, nada rentables con la excepción de los créditos adicionales que los abultaron de claras ventajas;  el sistema público de medios, ha sido coto de otras instancias, titulares e intereses de un superior nivel. Las menudencias han sido importantes, mas no del calibre conocido por otros despachos.
Entonces, no puede hablarse de una política pública cultural, sino de la contribución al cartel y, Odalisca por delante, olvidado ya todo el mundo del caso y escándalo que afectó a la colección del Museo de Arte Contemporáneo, el rubro más atractivo que se ofrece es el de las obras de arte y también el de las ediciones príncipes de la Biblioteca Nacional.  Ha sido tal el desorden de los museos, pudiendo añadir el del patrimonio bibliotecario, que nada sorprenderá que aparezca un buen día, alguna deseadísima pieza otrora del Estado venezolano, subastándose en Londres o en Nueva York.

Fotografía: Tomada de WhatsApp. Casas marcadas como opositoras, por los grupos paramilitares favorables a Maduro, estado Táchira.

18/03/2019;

jueves, 30 de agosto de 2018

NOTICIERO RETROSPECTIVO

- Pedro Galán Vásquez. "¿Qué busca la mafia en Venezuela?". Últimas Noticias, Caracas, 02/12/1984.
- Héctor Malavé Mata. "La crisis occidental del petróleo". Vea y Lea, Caracas, nr. 69 del 02/03/71.
- Oswaldo Osorio Canales. "Luis Herrera y el lenguaje popular". El Universal, Caracas, 31/05/78.
- Telmo Almada. "Andante con moto: Otra revolución industrial" (Música). Economía Hoy, Caracas, 17/12/92.
- "Caracas no aprendió a estudiar en sus terrenos" (Riesgo sísmico). El Diario de Caracas, 28/07/87.

Reproducción: Ilustración (s/a) para un texto intitulado: "La obra de Augusto Pi Suñer en Venezuela". Billiken, Caracas, nr. 2048 de agosto de 1958.

jueves, 29 de marzo de 2018

"CABLES PELAOS"

Los hilos que sostienen el poder
Alberto Ray

El empeño del régimen de huir hacia adelante cuando la realidad lo presiona ya no sorprende a nadie. Llama poderosamente la atención, sin embargo, saber qué los impulsa a avanzar cuando el grado de devastación de la república ya toca la frontera de la africanización.

Resulta a primera vista paradójico que siendo el objetivo mantenerse en el poder, destruyan aquello que podía sustentarlos; la imagen de Chávez, la producción de PDVSA, la popularidad entre los marginados y ahora, lo que quedaba del Ejército.

Si bien, esta revolución no tiene precisamente vocación suicida, no pareciera que en el mapa de ruta que marca el avance tengan planeado correr hacia un precipicio. Es claro que con la destrucción todos se debilitan, pero el que acumula más poder incrementa sus oportunidades de reinar por un tiempo más. El gobierno es ahora víctima del efecto de la bicicleta, si para de pedalear, así no le quede energía, se cae.

Algo cierto es que el costo de la tiranización del régimen se pagó durante el 2017 con 120 días de protesta, de los cuales el país opositor terminó con más de un centenar de muertos y la aparición de una Asamblea Constituyente negada por 7.5 millones de venezolanos. En lo sucesivo, Maduro y su banda han hecho y desecho dentro y fuera del país sin importarles en lo más mínimo la corrupción, la violación de DDHH y por supuesto, el apuñalamiento repetido de los restos de democracia.

Vista la realidad, y en medio de este caos por diseño vale preguntarse ¿Qué sostiene a Maduro en el poder?
Son varios los hilos, aunque finos, aun suficientemente resistentes para no solo aguantar sino sostener de manera más o menos estable un periodo más de destrucción.

En primer lugar, está la mermada producción petrolera. Aun el régimen recibe dólares provenientes de la venta de crudo, que luego de descuentos, pago de deudas y compromisos algo queda para gastar y comprar comida que alcanza sólo para el 25% de la población. En esta dinámica participa activamente Rusia, China y Turquía como financistas de corto plazo en operaciones de intercambio de petróleo por alimentos.

La segunda fuente de financiamiento es el nuevo modelo de Estado Criminal que opera en el país. La explotación indiscriminada de recursos de la minería en combinación con el masivo tráfico de cocaína proveniente de Colombia, ambos negocios operados por grupos irregulares binacionales y bandas criminales, en un proyecto de gran escala gerenciado desde Cuba, produce dinero para mantener una estructura de poder en la FAN y en cuadros políticos afiliados al régimen.

Luego está el binomio FAN – Cuba. Una relación simbiótica de amor odio que se sostiene a fuerza de espionaje y contrainteligencia. Maduro por un lado aun necesita a la Fuerza Armada para administrar (malamente) el gobierno y controlar el poder de fuego que lo puede derrocar, por el otro, los cubanos entendieron que era mejor ideologizarlas antes que hacer una milicia paralela, y a pesar de la desconfianza, les sirven muy bien en la logística operativa de la droga, la explotación minera y la extracción de petróleo. Los rusos también contribuyen en esta dimensión con equipos de inteligencia destinados a interceptar comunicaciones de militares y civiles tanto en el gobierno como en la oposición.

Más atrás, pero con mucha fuerza y ganando posiciones está el vicepresidente El Aissami y su grupo con conexiones en Siria y el Medio Oriente, con una agenda de largo plazo para la desestabilización regional y la facilitación de actividades terroristas en el continente.

En quinto lugar, se encuentra el poderoso grupo económico político de enchufados que sin escrúpulo alguno succionan lo poco que le queda el país y al mismo tiempo sirven de barniz legitimador para los juegos electorales del régimen. El dinero que acumulan les ha servido para pagar lobby internacional, comprar medios, industrias y algún liderazgo que se dice opositor, pero que no resisten el más mínimo examen de sus vínculos con el gobierno.

En una sexta posición y no por ello despreciable está la MUD. Sus líderes enarbolando buenas intenciones se han convertido en el desfibrilador de Maduro. Ante cada ataque terminal, aparecen a salvarle la vida con iniciativas de diálogo y negociación que logran extender por un tiempo más la agonía dramática que vive Venezuela.

Aun falta por mencionar la pieza de mayor efectividad en este ajedrez, se trata del maquiavélico aparato diseñado para el sometimiento de la población a través del hambre, el miedo y la represión. El régimen ha sabido capitalizar el caos de la misma manera que un secuestrador se vale de su posición de poder sobre su víctima. Es una suerte de Síndrome de Estocolmo en el cual los más desposeídos protegen al que les da de comer, a pesar de los maltratos que reciba. Es la explotación de la supervivencia del más débil en un mecanismo primario de control. Queda por mencionar la acción represiva que los cuerpos de seguridad ejercen sobre la población que alza su voz de protesta contra las atrocidades del régimen. A esta represión debe sumarse el trabajo que hace el hampa en la toma de los espacios, replegando y encerrando al ciudadano en las paredes de sus hogares.

Como se aprecia, los hilos que sostienen a Maduro son múltiples y están interconectados en un entramado complejo. Es una red que se ha tejido al mismo ritmo que lleva la destrucción institucional. Más allá de las apariencias, esta malla se encuentra en su punto histórico de mayor debilidad. El mundo entero ha despertado frente al horror venezolano y está avanzando para forzar al régimen a aceptar una salida. Aunque lo disimulan muy bien, aún quedan dentro de la Fuerza Armada venezolanos dispuestos a acompañar una solución de cambio, siempre que se le plantee al país un proyecto de restitución democrática acompañado de medidas urgentes para al menos, detener la gravísima crisis humanitaria.

El ciudadano venezolano, más allá de la dolorosa diáspora y el sometimiento que lo presiona día a día, reserva energías para la lucha. Lo demuestra constantemente en su irreverencia frente al poder, en la denuncia de la injusticia y en la solidaridad con aquellos más desfavorecidos. Sólo es necesario que se abra una mínima rendija creíble con la luz del cambio, para que veamos materializarse una unidad verdadera galvanizada para terminar de derrumbar algo que por sí solo se debió haber caído hace tiempo atrás.

Fuente:
https://www.lapatilla.com/site/2018/03/24/los-hilos-que-sostienen-el-poder-por-alberto-ray/

sábado, 28 de enero de 2017

PASARÁN LA PÁGINA

Del Estado invertebrado
Luis Barragán


La señora Milagros Sanoja,  es la  madre del joven soldado Jesús Mariño, quien   también tripulaba el helicóptero MI17V5 desaparecido al salir de Puerto Ayacucho, finalizando 2016.  Recientemente, ella ha denunciado  la movilización de la cuenta bancaria de su hijo en cuatro oportunidades ulteriores a su desaparición, precisándole las fechas a la periodista Mariángel Rodríguez.

El asunto es de una gravedad que alarma, radiografiando por un instante al Estado venezolano. Y, más aún, al traspapelarse muy probablemente con otras noticias que le compiten leal o deslealmente, en medio de una crisis antes inconcebible.

Lo obvio, ¿cómo pudo ocurrir tal movilización de la cuenta bancaria con un titular al que se tiene por oficialmente desaparecido?, obligada la señora Sanoja a recurrir a la prensa, pues, segura e infructuosamente ha hecho el reclamo o la denuncia correspondiente.  Luego, por una parte, hipótesis que le resultará esperanzadora, el joven soldado sobrevive, aunque el empleo del improbable cajero electrónico o de la propia taquilla bancaria en un medio inhóspito, sugiere una mayor facilidad para la comunicación telefónica con la angustiada madre o con las autoridades; y, por otra, irrebatible como presunción, simple y adicionalmente ha sido víctima del zamuraje mafioso que frecuentemente celebra la imperceptible manipulación de las cuentas, hurtando impunemente el dinero ajeno.

La denuncia apunta a la propia existencia del Estado en Venezuela, no pudiendo concebirse como tal el parapeto insignemente armado de poder que nos sojuzga, pues, movilizándose estruendosamente con unos ejercicios militares denominados Zamora 200 dizque para convencernos de su eficacia, no halla el aparato aéreo siniestrado, ni responde por la movilización que no debe ser otra cosa que sustracción, de la cuenta de una persona de la que tampoco conoce o sospecha su paradero.  Así las cosas,  nada difícil es presumir que tales operaciones bancarias son propias de las mafias enquistadas en esta simulación de Estado al que le pagamos un puntual alquiler, por la vía de los impuestos, sin contraprestación alguna,  interpelando a los propios funcionarios policiales, incluidos los de inteligencia.

La noticia que nos permitimos comentar, gozará de una corta existencia ante la virulenta saturación de otras que la pretenderán una anécdota. Empero, institucionalmente hoy invertebrado o camino a su invertebración, por muy depositados que estén, esto que llaman  Estado tampoco garantiza la debida guarda  y custodia de nuestros ahorros aun sin que nos encontremos personalmente desaparecidos.

Fotografía: http://unpaisbipolar.blogspot.com/2013/01/los-cajeros-automaticos.html
Referencia:
http://www.2001.com.ve/en-la-calle/150907/usan-tarjeta-bancaria-de-soldado-que-viajaba-en-helicoptero-desaparecido---video-.html

29/01/2017:
http://www.radiowebinformativa.com/opinion/del-estado-invertebrado-luisbarraganj/

lunes, 8 de febrero de 2016

LEGITIMADOS

El otro Estado
Luis Barragán


Sabido, recientemente  la capital aragüeña acató el toque de queda declarado por la jefatura de una banda criminal. Muy pocos se arriesgaron a incumplir la medida, dictada como si proviniera de una legítima autoridad pública.

Naturalmente, a todos ha indignado una noticia que, reiterada, rubrica el fenómeno advertido por los especialistas. El Estado nominal, agigantado, ineficaz, invertebrado e inútil, ha abierto paso a otra versión que tiene en la violencia su mejor oferta y que, digamos, ha quedado protocolizado con el hurto de unas armas bajo resguardo del sector militar.

El Estado no constitucional, propugnado por un tal poder popular a la medida de los objetivos e intereses del gobierno que cuenta con el más poderoso arsenal del país, convertido en secta dirigente, nos retrotrae a etapas que alguna vez creímos superar. El paso lógico, al descomponerse, es el de realizarse como un poder de facto librado de cualesquiera controles, incluso, morales, frente a otros poderes de facto que no lucen bajo la mirada escrutadora de servicio de inteligencia alguno.

Tuvo por origen la duplicidad de funciones y la confusión con el principal partido de gobierno, diciendo demoler la versión burguesa, para abrirle camino a otras expresiones que ayudasen al  ejercicio de  un riguroso control social. Las más variadas manifestaciones del delito, adquieren una prestancia y jerarquía corporativa al enlazarse con las instancias formales del Estado que se desea, al monopolizar su dirección, superar. Por ello, muy pocas diligencias pueden pedirse a un régimen que evade o desconoce las cifras mortales, atreviéndose a adulterarlas o versionarlas.

Importa combatir, perseguir y reprimir toda oposición política que lo amenace, constituyendo su más consumada especialidad, porque el resto de sus responsabilidades queda a la deriva: estuvo en el fondo de la tentativa de reforma constitucional de 2007, al pretender transferir a las comunidades los problemas más agudos en el orden de la seguridad personal, producción y distribución de bienes y servicios, salubridad. Siempre que la muerte sea una noticia ajena, el pacto de convivencia es el de las mafias establecidas que hallaron en el socialismo una bandera de legitimación.



08/02/2016

lunes, 13 de julio de 2015

UNA ALTÍSIMA COTA DE PELIGROSIDAD

San Vicente de la 905
Luis Barragán


Casos como los de las barriadas populares ubicadas en San Vicente de Maracay o la Cota 905 de Caracas, ejemplifican muy bien el estadio superior que ha alcanzado el hampa en Venezuela. No se trata de los viejos ladrones que,  en nombre de su propia desesperación existencial y familiar, probaban medios alternos de supervivencia, concebidos y reconocidos en el vicio, sino de toda una empresa  que profesionaliza hasta orgullosamente la violencia y el delito, partiendo de los sectores marginales que no tardará en irradiarse como   suerte de Ciudad-Estado en las urbanizaciones.

La autoridad pública ha sido repelida por  lo que parece una magnífica alianza del malandraje clásico con los pranes de más reciente factura, dotada de armas y artefactos catalogados como   de guerra.  Expresión que busca sintetizar el drama, San Vicente de la 905 constituye el mejor emblema de un Estado lesionado paradójicamente por su gigantismo, incapaz de salvaguardar la paz y la tranquilidad pública, como la seguridad personal de la ciudadanía, excepto trate de la persecución y represión política.

Lo peor es que la situación aparentemente tiende a estabilizarse por la impotencia del Estado, reconocido el status quo de las mafias dominantes en los sectores que, además, soportan la amarga pobreza que ha profundizado el régimen, trastocándose poco a poco la material en moral y espiritual. Un distinto orden público priva en tales sectores, en los que no hay más constitución o ley que las dictadas por sus caprichosos gobernantes de facto que, a lo sumo, desde el hocico de sus pistolas, hacen algunas concesiones y dispensen algunos favores a la comunidad para que los proteja y escude.

Numerosas secuencias diarias reportan casos de extorsión, robos, lesiones y homicidios, sin precedentes en el país, originadas en los cuarteles bajo la irremediable protección y escudamiento  de las víctimas que habitan sus alrededores. Hay situaciones de rehenes que ni siquiera llegan a los medios, dibujando subterráneamente una calamidad tristemente convertida en hábito, propiciando hasta otras normas o pautas de urbanidad.

Tejido urbano de las mafias que ruralizan la cotidianidad, no tienen más sustentabilidad que la prodigada por la ineptitud de un Estado que, inevitable, se convierte en cómplice por la senda que ha tomado. Por ello, la urgencia de cambiar de camino.

Fuente:
http://www.diariocontraste.com/san-vicente-de-la-905-por-luis-barragan-luisbarraganj/
Fotografía: http://elimpulso.com/articulo/05j-reportan-intenso-tiroteo-en-la-cota-905-caracas-fotos

sábado, 2 de noviembre de 2013

¿QUÉ HAY EN EL ESCONDITE?

EL NACIONAL - Domingo 27 de Octubre de 2013     Opinión/8
Chantajes y peras   
RAÚL FUENTES

Deben ser contados los lectores que recuerden a Alexis Peñuela. Su nombre, sin embargo, está ligado a un caso difícil de olvidar, el asesinato de Danilo Anderson, que puso de bulto la condición de trapisondista del y que poeta Isaías Rodríguez, un entusiasta de ese macarthismo rojo que ha sentado sus reales en los poderes públicos. Peñuela ­como lo haría también Giovanni José Vásquez, psiquiatra postizo de seductora mirada y testigo estrella del mencionado caso­ confesó haber sido pagado y entrenado por agentes del gobierno, bajo el mando de nuestro FouquierTinville, para suministrar evidencias forjadas e involucrar a personajes de la oposición en falsos positivos. Así, Isaías Rodríguez, además de la absoluta sumisión de la fiscalía al Poder Ejecutivo, aportó el soborno, la amenaza y la extorsión al proceso de instrucción sumarial.
La intimidación sigue siendo una de las técnicas de persuasión favoritas de los inquisidores rojos, tal como lo puso en evidencia María Corina Machado cuando manifestó a El Nacional que, para otorgar poderes extraordinarios a quien funge de presidente, "el oficialismo ha intentado chantajear a casi 10 diputados" y, agregó: "Hay quienes lo han denunciado públicamente (como la parlamentaria María Aranguren) y otros que no lo han dicho ante los medios porque han recibido amenazas contra sus familias". Como con sus aviesas gestiones no han alcanzado sus objetivos, los compradores de respaldo recurren a la siempre solícita Luisa Ortega para inhabilitar al menos a dos legisladores con la esperanza de que alguno de sus suplentes se muestre dispuesto a levantar su mano y sancionar el antojo gubernamental.
Los alabarderos de Maduro y Cabello no pueden ocultar su vocación gansteril. Actuando como lo haría la Cosa Nostra, por órdenes quizá de instancias superiores, secuestran a un parlamentario sustituto y lo encierran en una fortaleza militar para convencerlo ­quién sabe mediante qué procedimientos importados de La Habana­ de que a la hora de las chiquiticas se comporte como lo hizo, en El Padrino II, Frankie "Cinco Ángeles" Pentangeli cuando le tocó testificar en contra de Michael Corleone y, aterrorizado al ver a su hermano sentado junto a quien iba a ser objeto de su testimonio ­señal de que el protagonista de la saga creada por Mario Puzo y recreada por Francis Ford Coppola no se andaba con pendejadas a la hora de enfrentar a quienes representasen un obstáculo para sus negocios­ se retractó de las declaraciones que incriminaban al capo.
Infundir miedo en seguidores y contrarios ha sido una de las constantes que le han permitido al chavismo atornillarse al mando, como también lo son la compra de conciencias y todas las formas de chantaje conocidas y por conocer, de modo que mediante el unto, el enchufe o la amenaza de sacar a la luz los trapos sucios de algunos vacilantes opositores ha conseguido que varios pícaros y sinvergüenzas, para quienes la ética nada significa, hayan saltado la talanquera (hábito, por cierto, que motivó la aprobación en 2010 de una ley que contempla la suspensión de los diputados que se separen o contradigan a la organización que les apoyó cuando fueron elegidos, pero que por lo visto sus promotores ­el PSUV y afines­ solo aplican cuando les afecta);William Ojeda, Ricardo Sánchez y Hernan Núñez constituyen ejemplar referencia de ese mimetismo propiciado desde el gobierno.
No podemos predecir hasta dónde pretende llegar el fariseísmo rojo con ese infame accionar que no vacilamos en calificar de "metacorrupción" porque busca, supuestamente, adecentar la administración pública, pero ­¡vaya paradoja!­ combatiendo su descomposición con medidas contaminantes, es decir: inyectando corrupción a la lucha contra este flagelo, como si se tratase de una vacuna. Lo que sí podemos afirmar es que en la medida en que el chantaje les reporte beneficios, los tramoyistas bolivarianos seguirán afinando y refinando su metodología de quebrantamiento de voluntades, como lo hicieron en el pasado reciente cuando sometieron al país a una descomunal presión emocional con la agonía, pasión y muerte de nuestro señor de Sabaneta.
Por ahora, el régimen parece haber encontrado mucha tela que cortar para distraer la atención general del desastre que cada vez más parece precipitarlo hacia una tragedia electoral.
Lo interesante es que hace días no se registran intentos de magnicidio, porque con el Cesppa, para acallar voces disidentes y la discusión en relación con ley mediante la cual se le otorgarían a Maduro poderes dictatoriales, la opinión pública tiene para rato y los que mandan, en La Habana, en Fuerte Tiuna o en Miraflores pueden hacer caso omiso de la sensata sugerencia de Francisco Suniaga quien, desde estas páginas, aconseja a Maduro que se comporte un pelín a lo De Gaulle y convoque a un referéndum. Pero eso es pedir peras al olmo.

Fotografía: LB, pieza atribuida a ¿Latorraca?